"Amanecí con otra energía, con otras ganas creyendo que el mundo puede ser un poco más justo”, expresó Manuela Ponz, víctima del taxista que estuvo prófugo ocho años por violación y que fue extraditado al país.

Tito Franklin Escobar Ayllón, por el que recaía un pedido de captura internacional y una recompensa de cinco millones de pesos, fue detenido en las inmediaciones del Mercado de Ciudad Satélite, en la provincia de Pedro Domingo Murillo, del departamento de La Paz, en Bolivia.

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Después de estar más de ocho años prófugo, la denunciante expresó su felicidad por un "volver a empezar": “Recibí la noticia con mucha alegría, fue un mundo de sensaciones porque era algo que no esperaba. (Lo que pasó) había quedado muy atrás y hoy vuelve a colocarse delante de mi camino", sostuvo en declaraciones televisivas. 

Cuando la pena, el dolor y la angustia, en lugar de hacerlo una marca de por vida lo hace un motor de lucha, se transforma en algo positivo”, remarcó.

En declaraciones anteriores Ponz había manifestado que después de años pensó que la Justicia había dejado de buscarlo pero a ocho años del hecho pudo obtener un poco de paz en su vida: “A muchas mujeres nos toca pasar por situaciones así o similares y es bueno que haya un mensaje. No somos eso que nos pasó para el resto de nuestras vidas sino todo lo contrario, que podemos ser algo más y hacer algo más y mejor”.

“Salí del hospital después de que me revisaron y me dieron el kit, y me tuve que volver a subir a un taxi para ir a mi casa. Algo me hizo sentir que tenía que desafiar a la vida y no me quedé encerrada. Volví a salir a bailar, volví a tomar taxis, me volví a quedar dormida arriba de un taxi y no me violaron. Ahí te das cuenta y reafirmás que no te pasó por tu culpa sino porque te cruzaste con un violador”, manifestó.

En su testimonio también explicó cómo pudo sobrellevar esta historia: “He sido una privilegiada, tuve mucha suerte y muchos recursos. No todas las mujeres cuentan con los recursos. Fundamentalmente tuve una red, poder apoyarnos en otras que nos acompañan, que nos abrazan, nos levantan cuando nos caemos. No soy nada de esto sola, sino que detrás de esto hay muchísimas, miles de mujeres que esperaron este día tanto como yo, que han pasado situaciones parecidas y no han encontrado justicia”.

Violación y fuga 

Fue el 18 de abril de 2015 en el barrio porteño de Colegiales cuando Manuela Ponz salió de un bar y vivió una pesadilla: "Me senté en el cordón de la vereda a esperar el 140. Frenó al lado mío un taxi de Radio taxi Premium. Bajó el vidrio y me preguntó si estaba bien. Llorando le respondí que no, que no encontraba a mi amiga y que estaba preocupada. Me preguntó si necesitaba que me llevara a algún lado y le contesté que gracias, pero que no tenía plata y que iba a esperar el colectivo”.

Y agregó: “Nunca voy a olvidar sus palabras: 'Mirá que esta zona es picante, subí, que podés ser mi hija'. Ese 'podés ser mi hija', de alguna manera, a mí, que no tuve padre, me tocó alguna fibra. Qué ingenua".

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Cuando decidió subir le dio su dirección y lo último que recuerda es despertar y tener al agresor arriba suyo violándola: "Le pedí que parara. Varias veces. Y él me apretaba más y más. Con una mano, los hombros; y con otra, el cuello. Y yo solo podía llorar. Pensé que me iba a matar, así que no me resistí. Solo lloraba en silencio".

Después de la violación Ayllón la obligó a bajarse. En ese mismo instante decidió erradicar la denuncia, pero cuando llegó a la comisaría se desvaneció y fue trasladada al Hospital Álvarez donde constataron la agresión. 

Durante la investigación y los diversos allanamientos para detenerlo la propia esposa del taxista aseguró que el hombre le había confirmado que abusó sexualmente de la joven.