La Justicia investiga la muerte de un preso, presuntamente por suicidio, en un calabozo de una comisaría de la Policía de la Ciudad. La víctima de un heladero uruguayo de 35 años de edad, con problemas de adicciones, identificado como Daniel Giovanni Yacquez Rodríguez, quien fue detenido el 5 de marzo pasado en el domicilio de su pareja, en la calle Alberti al 1.600, de esta ciudad.

La Policía de la Ciudad llegó al lugar alertada por vecinos que había escuchado durante la madrugada una discusión de la pareja y “ruidos de cosas rotas”. La oficial Pabla Ferreira y el oficial Adrián Cejas Caballero golpearon la puerta pero la pareja del heladero les aclaró: "No pasó nada, es una discusión de pareja".

En el interior del departamento había, en efecto, mobiliario roto producto de la pelea. La mujer explicó que la discusión se originó “por celos”, que no hubo golpes (de hecho, los policías constataron que no estaba lesionada), que cuando se calmaron los ánimos volvieron a dormir y expresamente indicó que “no instaba a la acción penal”. Sin embargo, la fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas 40 dispuso iniciar una causa penal y detener al uruguayo por “daño en contexto de violencia de género”.

Allí comenzaron a ocurrir hechos llamativos. Los policías declararon que esposado en el interior del patrullero, Yacquez Rodríguez comenzó a golpear su cabeza contra una ventanilla y quedó como en estado de shock, a punto tal que "no respondía a estímulo alguno".

El SAME, primero, y luego el médico legista Adrián Vibbo, comprobaron lesiones compatibles con la rotura de muebles pero lo encontraron lúcido y “orientado en tiempo y espacio”, y finalmente tras los trámites burocráticos quedó alojado a las 23.25 en la Comisaria vecinal 9 C.

Ocho horas más tarde, apareció colgado de la reja de ventilación de la ventana, en el interior del calabozo. El lazo que rodeaba su cuello había sido confeccionado con su calzoncillo deshilachado.

Durante toda la madrugada Yacquez Rodríguez estuvo bien y consciente. Así lo atestiguaron los policías que estuvieron en contacto con él ("en óptimas condiciones", "normal respecto de ebriedad y otras intoxicaciones"); explicó que era diabético, por lo que le prometieron que por la mañana le iban a conseguir la medicación necesaria, dialogó normalmente con un oficial a las 4:50 de la madrugada; otro lo vio “despierto y normal” un rato más tarde y un celador y un sargento de guardia lo observaron “recostado y cuando lo llamaron por el apellido, respondió” en torno a las 6, cuando se produjo el cambio de guardia.

A las 8, cuando los uniformados repartieron los desayunos, el heladero estaba muerto. Según la autopsia, por “asfixia por compresión externa”. Las celdas no tienen cámaras de seguridad y si bien en el pasillo de los calabozos hay cuatro, pero no funcionan desde que Gendarmería secuestró el monitor y el disco rígido por una orden judicial en el marco de otra causa.

La causa quedó registrada con el número 679/2021, ante el juzgado de instrucción número 63, a cargo de la magistrada Vanesa Peluffo, y delegada en la fiscalía número tres, del fiscal Macelo Romá.

La abogada de la familia de la víctima, María del Carmen Verdú –titular de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI)- pidió el apartamiento de “toda intervención en el trámite a la Policía de la Ciudad, porque hasta ahora, si bien apartaron a la comisaría, le dieron intervención a la división homicidios y la de desempeño profesional de la misma fuerza”. Está reglamentado que cuando un episodio de esta naturaleza ocurre bajo la actuación de una fuerza de seguridad, esa misma fuerza no puede intervenir en la investigación.