Dos ballenas jorobadas fueron rescatadas y devueltas al mar tras quedar varadas en distintos puntos de la costa atlántica bonaerense con menos de 48 horas de diferencia.

La primera, que varó el domingo en la localidad balnearia de Nueva Atlantis, en el Partido de la Costa, era una ballena jorobada hembra juvenil de 9,8 metros de largo y aproximadamente 8 toneladas de peso.

La segunda, un macho de la misma especie y de 8,5 metros de largo y aproximadamente 7 toneladas, apareció el lunes por la noche en La Lucila del Mar. Tras recibir el aviso de vecinos de la zona personal de la Secretaría de Desarrollo Sostenible y Ambiente del Partido de la Costa, Defensa Civil, Prefectura Naval Argentina, Bomberos Voluntarios, guardavidas, y especialistas de la Fundación Mundo Marino pudieron regresar a ambas ballenas al mar. 

"Al llegar al lugar para verificar la situación del animal, se procedió inmediatamente a realizar las tareas de soporte primario, es decir asegurar la posición del ejemplar para que pudiera respirar, mantener las aletas pectorales bajo el agua a fin de facilitar dentro de lo posible la estabilización de su temperatura corporal", explicó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la fundación.

Para facilitar que la ballena recuperara capacidad de flote se le colocaron unas lingas especiales bajo su cuerpo a la altura de las aletas pectorales para que pudiera ser elevada por una máquina retroexcavadora con el objetivo de liberarla del fondo arenoso y llevarla a una zona de mayor profundidad.

Ya unos metros aguas adentro y con la ayuda de todos los rescatistas, los procedimientos de reflotación continuaron para que la ballena pudiera restablecer su movilidad reduciendo el acalambramiento producto del encalle. Poco después el animal comenzó a nadar por sus propios medios y logró alejarse de la costa.

Menos de 48 horas después, una segunda ballena apareció varada en la costa de La Lucila del Mar. 

"El operativo de rescate y reinserción del animal varado pudo ser realizado en menos de una hora y eso es algo que nos pone muy contentos, no sólo por la ballena, sino también porque es un indicador de que toda la experiencia que hemos acumulado a lo largo de cientos de rescates la hemos podido sistematizar en aprendizajes, información, técnicas y herramientas que nos permiten tener más posibilidades de salvar a estos animales cuando necesitan nuestra ayuda", relató Andrea Cabrera, vicepresidenta de la fundación.

Como con el varamiento anterior, fue necesario enderezar el animal, utilizar la asistencia de una retroexcavadora y lingas especiales para movilizarla a una profundidad donde fuera posible que flotara. Una vez allí la ballena reaccionó rápidamente y pudo nadar mar adentro. 

"Estos animales evolucionaron para estar siempre en el agua dado que su constitución esquelética no está preparada para tolerar momentos prolongados en contacto con un sustrato sólido. Por eso la importancia de rápidamente ayudarlos a recuperar su capacidad de flote. Siempre los varamientos individuales indican que hay un proceso patológico que los desencadenó, por lo que nos mantendremos atentos por si volviesen a salir", explicó el médico veterinario Juan Pablo Loureiro.

Según se advirtió, estos eventos no se tratan de casos aislados sino que se suman a un preocupante registro de varamientos detectados en Argentina y Brasil en los últimos meses.

El nombre "jorobada" de esta especie se debe a que tienen una pequeña joroba antes de su aleta dorsal que, al encorvarse antes de sumergirse, se pronuncia más. De distribución mundial, se caracteriza por tener grandes aletas pectorales que pueden representar hasta casi un tercio de su tamaño y por tener protuberancias tanto en su cabeza como en las aletas. Su dieta se compone de plancton y peces que se encuentran en aguas de altura media o cercana a la superficie.