Nair de los Ángeles Pereira vive con más de 10 plaguicidas en el cuerpo. En 2017 se mudó a Sierra de los Padres, a una casa ubicada a menos de mil metros de campos fumigados, en una de las zonas rurales de General Pueyrredón históricamente expuesta a los agroquímicos por ser cinturón frutihortícola.

Es bióloga e investigadora de CONICET y a diario viaja a la ciudad de Mar del Plata para trabajar. En noviembre del 2021, mientras cursaba el embarazo de su hija, se presentó como voluntaria junto a otras 72 personas para que se tomaran las muestras que fueran necesarias en el marco del estudio a escala internacional “Transición sostenible de protección vegetal: un enfoque de salud global” (Sprint), que se inició en 2020 y que está pautado para desarrollarse durante un total de cinco años.

El estudio se encuentra financiado por el Banco Mundial, participan Holanda, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Francia, Portugal, España, Italia, Suiza, República Checa y Argentina, elegido por la Unión Europea por ser uno de los principales exportadores de soja y otros cultivos para el consumo de su ganado.

En Argentina, el muestreo en sangre, orina y materia fecal se llevó a cabo a fines del 2021 en distintos partidos del sur de la Provincia de Buenos Aires con el objetivo de evaluar el impacto de los agroquímicos para la salud humana y para los ecosistemas. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es el organismo nacional a cargo del desarrollo y seguimiento del estudio en nuestro país liderado por la doctora Virginia Aparicio.

Entre los resultados que se dieron a conocer, se confirmó que las 73 personas analizadas en el país tienen restos de hasta 10 agroquímicos en la sangre, de 6 a 13 en la orina, 18 en la materia fecal y hasta 86 plaguicidas diferentes en el polvo de sus casas.

Muchas de las personas analizadas viven lejos de las fumigaciones, por lo que se considera a estos plaguicidas de carácter “omnipresente”: Se encontraron venenos en los alimentos, el polvo del hogar, los granos de cultivos, en animales, en alimentos para animales, en suelos y hasta en el agua.

El peligro de vivir con mezcla de agrotóxicos en el cuerpo

“Cuando obtuve los resultados me resultó muy alarmante –cuenta Nair-. Si bien sospechaba que algo me estaba sucediendo, en especial por los repetidos tratamientos de fertilidad que tuve que hacer para tener a mi hija y que luego pude corroborar que los plaguicidas que están en mi cuerpo causan justamente impacto directo en el sistema reproductivo”. Su preocupación creció ante la falta de respuesta por parte del Estado y por “el intento de tapar los resultados”, dice.

En junio recibieron los resultados de manera particular ya que la publicación de los resultados de manera pública fue suspendida por decisión del INTA. “Por privado se nos ofreció acceder a nuestros análisis personales, pero nadie nos dijo cómo seguir. El gran problema es que además de la cantidad de agroquímicos que nos causan daño de manera individual, no se sabe qué puede causar la mezcla de tantos agrotóxicos, la interacción entre los mismos plaguicidas y sus metabolitos. Por eso exigimos una explicación: Es realmente alarmante que absolutamente todos los que participamos del estudio Sprint tengamos al menos 10 plaguicidas en sangre”.

Los 73 voluntarios somos una muestra de lo que pasa en el país: representamos todo lo que el resto de la población argentina consume todos los días”, conisdera y advierte: “Para aquellos que podrían pensar que esto me sucede a mí porque estoy en Sierra de los Padres a menos de 1000 metros de campos fumigados, hay que resaltar que la misma cantidad de plaguicidas fueron encontrados en personas que viven en la ciudad de Mar del Plata y en otros sitios de la provincia. La gran preocupación que mantenemos y por la que exigimos respuesta por parte del Estado, es que esta mezcla de agrotóxicos que corroboramos tener en nuestros cuerpos, llegan a los platos de todos los ciudadanos, por eso es vital que el INTA continúe siendo parte de este estudio y, además, que nos dé una respuesta certera”.

Qué dice el INTA 

En los primeros días de octubre, el presidente del INTA, Mariano Garmendia, reconoció un “error inicial” por parte del INTA en torno al abordaje del proyecto y planteó que ahora buscan “subsanar” e involucrar a los Ministerios de Salud de la Nación y Provincia por su peso en materia de salud pública.

Fue la primera vez que el organismo se pronunció de manera pública en el marco del Congreso de Alimentos de la Agricultura Familiar y la Economía Social que se desarrolló días atrás en Paraná, Entre Ríos.

NA convocó en varias oportunidades a representantes del INTA para conocer en qué situación actual se encuentra el organismo y para que pudieran brindar explicaciones, pero desde el área de Prensa se disculparon por “no contar con una respuesta oficial”.

El reclamo de los voluntarios del estudio junto a otras organizaciones socioambientales de la provincia de Buenos Aires inició en el mes de junio, cuando de manera paralela a los resultados obtenidos, el organismo estatal “pospuso” la publicación de los resultados que tenía previsto para el 21 de ese mes. En este sentido, Nair, como vocera del resto de voluntarios, considera que el cambio de dirección radical se debe al “peso” que contienen esos indicadores de interés público y a las posibles consecuencias para la industria agropecuaria.

Una carta para exigir respuesta

El 23 de septiembre, el conjunto de voluntarios examinados elevó una carta al Consejo Directivo del INTA. En el documento pidieron que se continúe su participación en este proyecto de investigación de vital importancia”, y cuestionaron que “alegar como motivo de suspensión que los estudios realizados exceden la incumbencia del INTA por involucrar a la salud humana (NO-2023-69067079- APN-DN#INTA y RESOL-2023-399-APN-CD#INTA), es un fundamento insuficiente”.

“Por un lado, el proyecto SPRINT está formado por un equipo multidisciplinario que incluye a profesionales de la salud de alto reconocimiento nacional e internacional. Por otro lado, el Consejo Directivo como máxima autoridad de INTA puede, de considerarlo necesario, generar estrategias y movilizar recursos humanos del Estado, que gestionen las acciones necesarias en el área de la salud para dar continuidad a un proyecto de alto impacto productivo, ambiental y social como SPRINT. Además, el acuerdo firmado entre INTA y el proyecto Sprint (RESOL-2020-477-APN-CD#INTA) especificaba claramente desde el aceptado y avalado por el INTA”, expusieron.

Nair resalta que “el pedido de respuesta oficial es para que toda la sociedad se entere de lo que estamos consumiendo en nuestros alimentos, lo que bebemos al tomar agua e incluso lo que estamos respirando teniendo en cuenta que los niveles de plaguicidas en las muestras argentinas fueron muchísimo mayor que en el caso de las muestras de la Unión Europea”.

Vale recordar que Argentina firmó en 2020 el Acuerdo de Escazú que establece en América Latina y el Caribe el derecho al acceso a la información ambiental además de la participación pública en la toma de decisiones. 

Resultados del SPRINT de Argentina y Europa

El peligro de vivir con mezcla de agrotóxicos en el cuerpo

El miércoles 27 de septiembre, en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA78) realizada en Nueva York, se conocieron por primera vez los resultados del proyecto SPRINT de forma pública y masiva.

De los resultados compartidos, se supo que en Argentina, uno de los agrotóxicos más usados para fumigaciones resultó ser el herbicida glifosato y a su metabolito AMPA, en una mezcla de sustancias químicas riesgosas para la salud en un rango de entre 25 y 120 plaguicidas.

En este sentido, Hans Mol de la Universidad de Wageningen de Países Bajos, presente en la conferencia virtual, dijo en relación a las muestras de fluidos humanos, señaló que hay presencia del herbicida genotóxico y probable cancerígeno en orina en el 86,1% de los argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos. Al analizar las heces humanas, en tanto, se detectó ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses.

Por otro lado, se supo que el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos.

Asimismo, que el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo; un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial;  rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar, entre otros datos de relevancia.