El sacerdote argentino Pedro Opeka, candidato al Premio Nobel de la Paz, se manifestó hoy "sorprendido" por su nominación, dijo que se enteró por los medios de comunicación y planteó que "la educación, el trabajo y la disciplina" son requisitos fundamentales para luchar contra el flagelo de la pobreza.

Opeka es un cura misionero de la congregación de San Vicente de Paúl que desde hace 50 años se radicó en Madagascar para ayudar a revertir la pobreza.

En ese país insular ubicado frente a la costa sureste de África, logró fundar la Asociación Humanitaria Akamasoa, construyó viviendas y fundó una ciudad en medio de un basural, sitio que fue visitado y elogiado por el Papa Francisco, según contó el sacerdote argentino.

"Me enteré que era candidato al Premio Nobel de la Paz a través de los medios de comunicación", aseguró el religioso en diálogo con el programa "Alguien Tiene que Decirlo", que conduce Eduardo Feinmann por Radio Rivadavia.

En ese contexto, se mostró "sorprendido" por su nominación, en la que se resalta su obra en Madagascar. "Me sorprendió que la gente haya podido ver que nuestro movimiento de solidaridad, de compromiso social humano con los más pobres es algo que vale la pena imitar y hacer resaltar en el mundo", comentó Opeka, de 72 años.

Y agregó: "Nunca podremos aceptar a esta pobreza que mata a fuego pequeño a los más pobres", al tiempo que deslizó que el asistencialismo no es la solución y planteó que "la educación, el trabajo y la disciplina" son requisitos fundamentales para que la gente pueda mejorar sus condiciones de vida.
Opeka, de todos modos, evitó hablar sobre las políticas sociales implementadas en la Argentina.

Sí lamentó el aumento de la pobreza en el país y dijo que con "tanta riqueza" que existe en la Argentina, con "tanta agricultura" se podría "dar de comer a toda África".

"Cuando salí de la Argentina había solo un 3 por ciento de pobres. Esto fue en 1978", aseveró.

Con su vocación solidaria, Opeka pidió públicamente "ayuda" para la representación de la asociación Akamasoa presente en Zárate y en Campana, provincia de Buenos Aires.

Opeka es conocido en el mundo como "la Madre Teresa con pantalones" y también como "el albañil de Dios".

Con ayuda del exterior y el trabajo de la gente de Madagascar, comenzó a fundar pequeños poblados, escuelas, dispensarios, pequeñas empresas y hasta un hospital.

Oriundo del barrio Don Bosco, de Ramos Mejía, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, relató cómo fueron los inicios de su obra y recordó que quiso ir a un lugar donde lo necesitaran.

"En 1968, tenía 20 años cuando decidí ser sacerdote y quería imitar a Jesús, el amigo de los pobres, que dio su vida por los pobres", expresó.

El cura Opeka dijo estar "sorprendido" por su nominación al Nobel de la Paz y que se enteró por los medios

Y añadió: "En ese momento recibí una carta que decía que necesitaban voluntarios para la misión de Madagascar. Entonces dije, ´vamos para allá´. No porque quería ir al África, no porque quería ver pobres exóticos, sino porque vivían de una manera que a mí me chocó".

"Cuando me fui de Argentina lloré, porque me fui de un pueblo, de una tierra que amaba y a la Argentina le llevo en mi corazón", subrayó.

El sacerdote relató que al llegar a Antananarivo, la capital de Madagascar, se encontró con personas que comían de un basural, situado en una cantera de la cual se sacaron las piedras que fueron usadas por cada uno de los jefes de familia para construir luego sus propias viviendas.