Uno de los impactos más resonantes de la pandemia de Covid-19 ha sido la intensificación de las actividades y trabajos de cuidado. ¿A qué nos referimos? A la atención a las necesidades diarias de las personas, especialmente (pero no sólo) de niños, niñas, personas mayores, personas enfermas o con discapacidad.

Tareas que se realizan tanto dentro como fuera de los hogares. Tareas que se potenciaron cuando los hogares absorbieron muchas de las actividades que solíamos realizar afuera (trabajar, estudiar, etcétera), al tiempo que se intensificaron en la esfera comunitaria (comedores, espacios de desarrollo infantil, etcétera).

El cuidado mostró ser, como nunca antes, un pilar insoslayable para el sostenimiento de la vida. Las investigaciones que desde hace años llevamos adelante desde el Centro de Investigaciones Sociales del CONICET/IDES lo pusieron en evidencia.

En 2020, el importante aumento de la carga de cuidados familiares y comunitarios coexistieron con la enorme fragilidad de las condiciones de trabajo de millones de mujeres, entre ellas: de quienes sostienen los comedores y jardines gestionados por la comunidad.

Son mujeres que alimentan a buena parte de sus comunidades: en muchos casos, si antes de la pandemia recibían a 100 personas por día, ahora atienden alrededor de 350 y, aun habiendo recibido más fondos por parte del Estado, deben "estirar" los pocos recursos que tienen para que la olla alcance para todos

Además, contienen situaciones de violencia de género, colaboran en organizar la atención de personas mayores que viven solas, organizan tareas para que los niños/as que no tienen acceso a internet no pierdan el ritmo de trabajo del jardín. 

Hemos visto también cómo mujeres de sectores populares, cuyos ingresos dependían exclusivamente de su trabajo en casas particulares, fueron suspendidas o perdieron su empleo durante la pandemia.

En paralelo a nuestras investigaciones, las crudas estadísticas mostraban una escalada en los niveles de pobreza (que en 2019 alcanzaba al 25,4% de hogares y el 35,4% de las personas y a finales de 2020 trepaba al 31,6% de hogares y 42% de personas).

Vulnerabilidad critica

Millones de personas ingresaron en una zona de vulnerabilidad cíclica, muchas de ellas: mujeres a cargo de hogares monoparentales con hijos e hijas en edad escolar.

En este contexto, el cuidado también fue subrayado como un tema sobre el cual se debían diseñar políticas públicas más efectivas y articuladas.

Fue así como el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, a pedido del presidente Alberto Fernández, puso en marcha una estrategia para elaborar un anteproyecto de Ley de Sistema Nacional de Cuidados. 

Creó una mesa interinstitucional para visibilizar las políticas de cuidado en distintos ministerios y entidades estatales, inició una campaña territorial llamada "Cuidar en igualdad" que reunió a miles de personas en distintas regiones para debatir sobre los cuidados y las políticas requeridas para aliviar la sobrecarga en el ámbito del hogar y creó una comisión redactora de un anteproyecto de ley sobre el Sistema Nacional de Cuidados.

En esa comisión de nueve especialista, tenemos el honor de participar desde el CIS-CONICET/IDES. Buscamos ampliar derechos y mitigar los efectos desiguales que cuidar tiene en la vida de distintas poblaciones. Que sea ley.

(*) - Investigadora del Centro de Investigaciones Sociales del CONICET/IDES.