La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) desde el año pasado viene trabajando a los efectos de generar ambientes seguros desde el punto de vista epidemiológico dentro de la escuela.

En la SAP tenemos comités de todas las especialidades involucradas en la epidemiología y en la necesidad de generar ambientes seguros en las escuelas y trabajamos elaborando documentos y protocolos que hemos compartido y profundizado tanto con el Ministerio de Salud como con el Ministerio de Educación de la Nación desde principios de este año.

El trabajo se basa en las serias consecuencias que ha tenido para la salud de los chicos el encierro prolongado de ocho meses del año pasado donde hemos visto que se han producido problemas tanto desde el punto de vista emocional como desde el punto de vista físico.

Desde el punto de vista emocional se enmarca en todas sensaciones y percepciones negativas como angustia, ansiedad, depresión, miedos, bronca, enojo, en ver que ellos hacían el sacrificio de quedarse en casa y los adultos no cumplían las normas.

Y todos estos trastornos emocionales se expresaban en problemas de comportamiento pero también con repercusión sobre el físico en la forma de trastornos funcionales como cefaleas, trastornos del sueño, dolor torácico, colon irritable, dolor abdominal recurrente donde las emociones se manifiestan en expresiones corporales.

Si bien son órganos sanos, expresan síntomas a partir del problema emocional pero también con problemas estrictamente físicos como el aumento notable de la tabla de sobrepeso y obesidad y en el otro extremo de los problemas nutricionales la anorexia y la bulimia.

También nos preocupaba mucho y nos sigue preocupando la imagen del adolescente fuera de la escuela.

Sabemos que en la adolescencia los principales problemas son sociales: el uso de sustancias inadecuadas, el embarazo no deseado, las infecciones de transmisión sexual, la violencia, el bullying.

Y que los principales problemas de salud que aquejan a los adolescentes son de índole social y la escuela juega un rol fundamental como vacuna para estos trastornos sociales.

Por eso, teniendo como punto de partida estos problemas que hemos detectado con el encierro tan prolongado del año pasado es que nos pusimos inmediatamente a trabajar para generar las condiciones para volver a la presencialidad 2021.

Empezamos a trabajar muy codo a codo con el Ministerio de Educación y de Salud y las cifras que teníamos hasta la semana pasada eran satisfactorias en cuanto a que se generaba un ambiente seguro a habida cuenta de que la tasa de infección de Covid-19 y contaminación dentro de la escuela es muy baja y menor del 0,3% en los alumnos y menor de 0,9% en los docentes, con lo cual estábamos convencidos que la escuela era un lugar seguro.

Sin embargo, y por otras circunstancias, al momento de tomar las medidas se tuvieron en cuenta otras variables que particularmente las desconocemos y se tomó la decisión de cerrar las escuelas, probablemente basados en algunos aspectos que también podían ser trabajados como el tema del transporte, por ejemplo.

Pero ahora bien, una vez tomada la decisión de cerrar las escuelas, en forma conjunta con Unicef y después de analizar toda la situación hemos pedido que este cierre sea por el menor tiempo posible y en el ámbito más restringido posible.

Pedimos no generalizar el cierre de las escuelas porque en tanto y en cuanto estas medidas no se enmarquen dentro de otras medidas generales pensamos que los chicos están más seguros dentro de las escuelas que fuera de ellas.

Es decir si los chicos siguen con todas sus actividades sociales y el comercio funciona plenamente, lo que significa la circulación plena de los adultos, es probable que estás medidas no logren el impacto buscado y que dentro de 15 días la situación epidemiológica no sea muy distinta y tememos profundamente que esto se prolongue en el tiempo y volvamos a tener las consecuencias del año pasado.

(*) Omar Tabacco es el presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).