El Día Mundial del Clima se celebra el 26 de marzo por resolución de Naciones Unidas

Se estableció para que la población tome conciencia sobre cómo afectan nuestras acciones y actividades en la variación climática, a fin de generar hábitos más acordes a la protección del medio ambiente.

El cambio climático se instaló en la agenda mundial. El Acuerdo de París de diciembre de 2015, en la COP21, que rige desde noviembre de 2016, remite directamente.

El propósito es contribuir a crear la resiliencia climática que el mundo necesita y demanda.

Los últimos episodios de tormentas que con mayor frecuencia y fuerza están destruyendo vidas, hogares, así como las graves sequías que están asfixiando los medios de vida rurales, y el aumento del nivel del mar pone en peligro a las zonas bajas y a países insulares, según el sitio web de la UNESCO. 

Destaca que "se espera que entre 2030 y 2050 se produzcan otras 250.000 muertes anuales relacionadas con el clima a causa de malnutrición, malaria y estrés térmico”.

El compromiso asumido por los líderes mundiales implica reducir, de forma contundente, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y limitar el aumento global de la temperatura en este siglo a 2 grados, al tiempo de buscar medios para limitar el aumento, aún más, a 1.5 grados. 

Dice en el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (por sus siglas, IPCC), de 2014, auspiciado por Naciones Unidas, que desde 1880 hasta 2012 la temperatura media global del aire en superficie aumentó en 0,85ºC. 

El acuerdo brinda un marco por el que deberán regirse los esfuerzos mundiales durante los próximos decenios.

Los fenómenos meteorológicos

Los sucesos recientes tornan muy difícil establecer una relación causa-efecto entre cambio climático y aguaceros torrenciales, olas de calor, largas sequías o cualquier otro fenómeno meteorológico. Se debe a que el tiempo y sus elementos son intrínsecamente variables en el tiempo y el espacio.

Las corrientes oceánicas repercuten en modificaciones inesperadas del clima, anticipos o retrasos de El Niño o La Niña, cuya relación con el efecto invernadero es materia de estudios científicos aún no concluidos.

Sin ir más lejos, en nuestro país hubo este verano azotes climáticos de toda índole: abundantes lluvias, tormentas eléctricas, inundaciones, sequías, vientos huracanados, que se atribuyeron al cambio climático.

Hace apenas unos días que intensas precipitaciones anegaron barrios enteros, ciudades, cortaron suministros de luz y agua corriente, y fueron adjudicados al cambio climático. Cayeron entre 100 y 105 mm de agua durante la intensa tormenta del 20 de marzo en el AMBA. 

Antes se decía que "el tiempo está loco" y ahora el Servicio Meteorológico, que fue tecnologizado, modifica los pronósticos muy seguido. 

Por ejemplo, que hasta el domingo de Pascuas se esperan días a pleno sol, siendo el mejor día el sábado, jornada en la que casi no se prevé nubosidad y que la temperatura máxima estará cercana a los 30 grados. 

Los que planean disfrutar de un fin de semana extralargo tomaron nota, pero el SMN ahora difundió un nuevo pronóstico: que las lluvias volverían a Ciudad y Gran Aires durante el domingo de Pascuas, en una jornada que podría tener precipitaciones por la madrugada y luego hacia la tarde-noche.

Es una verdad irrefutable que la temperatura global, desde la segunda mitad de los años 70 del siglo XX, fuera aumentando de forma nítida, lo que dio lugar a que todos los años más cálidos desde que existen registros instrumentales suficientes se hayan concentrado en el siglo XXI, excepto 1998.

La población está tomando conciencia de la responsabilidad humana que, con sus acciones y actividades, causa daños al medio ambiente.

Según un estudio efectuado por una red de consultoras independientes, WIN International, que abarcó 47 países, siete de cada diez personas en el mundo lo admiten, si bien revelan tanto consensos como discrepancias en la percepción global del cambio climático. 

El análisis comparativo con ediciones anteriores muestra que el consenso sobre la seriedad del problema permanece sólido en la mayoría de los países, aunque con notables excepciones como Estados Unidos y Polonia, donde segmentos significativos de la población no perciben este tema con la misma urgencia. 

En América Latina, la preocupación por el calentamiento global supera al promedio mundial, con países como México, Argentina, Ecuador, Brasil, Perú y Paraguay mostrando niveles de alarma particularmente altos, de acuerdo con un artículo publicado en la web de Voices!. 

Globalmente, la sociedad está dividida entre quienes creen que aún hay tiempo para actuar contra el cambio climático y aquellos que piensan que ya es demasiado tarde. 

Esta polarización de opiniones revela un creciente pesimismo, alimentado por la percepción de inacción por parte de los gobiernos

La crítica hacia las instituciones es un denominador común en casi todo el mundo, con más de la mitad de la población global que expresa insatisfacción con las medidas adoptadas para proteger el medio ambiente en sus países. 

Inclusive, otra encuesta global de WIN, el Climate Change & Sustainability, realizada en 2021, destaca que la amplia mayoría de los ciudadanos del mundo considera que fenómenos como incendios, inundaciones y huracanes se incrementaron como consecuencia del calentamiento global. 

En Argentina, el gobierno de Javier Milei, coincidiendo con Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos, restan relevancia a la capacidad de acción frente al fenómeno del cambio climático.

Pero Latinoamérica puede ser una de las zonas más afectadas por los efectos del cambio climático, en especial en las dos subregiones más vulnerables, Centroamérica y el Caribe. 

El desafío climático implica conciliar el espacio en la agenda política, sin que problemas acuciantes, como la pobreza, la desigualdad y la inseguridad, que también demandan una atención urgente, lo eclipsen.