Dátiles, el manjar palestino que se asienta en la Argentina
En los últimos años se estableció como el principal producto proveniente de la nación de Medio Oriente. Clave en la cultura gastronómica árabe, puede utilizarse tanto en recetas dulces como saladas.
El imaginario popular concibe a Palestina sólo como una zona en permanente conflicto y no asocia a la nación de Medio Oriente con la agroindustria. Sin embargo, la Argentina importa desde hace casi cinco años uno de los manjares que se cosechan en los oasis del Valle de Jordán: los dátiles.
En la cultura gastronómica árabe, el fruto de las palmeras datileras es un alimento históricamente utilizado por su gran poder energético gracias a sus hidratos, azúcares y vitaminas: por esa razón, además de por su habilidad para crecer en el desierto, se le llamaba "el árbol de la vida". Son uno de los principales productos que se consumen durante el Ramadán, ya que provee energía de manera rápida tras el ayuno en el mes sagrado para la comunidad musulmana.
Además de su dulce sabor, este manjar del Medio Oriente también ayuda a mejorar la agilidad mental y la capacidad de concentración, favorece el combate al estrés y permite calmar los nervios, así como permite conciliar el sueño por el triptófano que contiene y contribuye a controlar el colesterol, la presión arterial y a mantener el aparato digestivo en óptimas condiciones.
Envueltos, en trufas, en pasta, en brownies, en tortas, como relleno. Estos pequeños pero deliciosos frutos pueden combinarse de mil formas tanto en recetas dulces como saladas, lo que lo hace un ingrediente sumamente versátil.
En el último lustro, la importación de dátiles secos se destacó en el vínculo comercial entre ambos países, más allá de que la balanza comercial es altamente favorable a la Argentina, que envía carne, pescados, garbanzos, chocolate, medicamentos, reactivos, aparatos eléctricos y letreros luminosos, entre otros productos.
La variedad que llega al país es la Medjool, una de las más preciadas por su sabor extremadamente dulce, su textura tierna y jugosa y su tamaño (puede alcanzar más de cinco centímetros). La repostería es el principal destino de estos dátiles, ya que puede utilizarse en su forma natural o triturarlo sin carozo para hacer una pasta que sustituye al azúcar o la miel.
La recolección es artesanal: los trabajadores agrícolas ponen redes alrededor del manojo de fruto en crecimiento para así evitar que sean comidos por aves y también para que se desprendan de manera natural en su punto óptimo. Luego, recolectan con sus manos los dátiles, que son transportados a las distintas plantas en las que se hacen los controles de calidad.
Según los últimos datos publicados por el Palestina Trade Center, en 2018, los dátiles se encontraban en el puesto número 10 en el ránking de exportaciones, por detrás de piedras y mármol; muebles; plástico; aceite de oliva; restos de metal; cigarrillos; calzado; sillas; y grava.
En 2010 la Argentina reconoció formalmente a Palestina: un año después el Mercosur firmó un tratado de libre comercio con Palestina, lo que constituyó el primer acuerdo entre la nación de Medio Oriente y países de Sudamérica en materia de intercambio.
Según la información del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 2017 se trajeron 9 mil kilos de dátiles secos por 71.292,30 dólares; al año siguiente se importó la misma cantidad, pero a un valor de 66.532,80: en 2019 el precio siguió bajando, ya que se abonaron 57.264,30 dólares por los 9 mil kilos que entraron al país.
En tanto, en 2020, el comercio se amplió y, además de 7 toneladas de dátiles por 41.382,60 dólares, también llegaron a la Argentina 37 kilos de "balones y pelotas, excluidos pelotas inflables y de tenis" por 548,94 dólares. En lo que va de este año, se importaron desde Palestina 7 mil kilos de dátiles secos por 41.452,74 dólares: en portales de venta online el kilo ronda los 2.500 pesos.
Sin embargo, los frutos cosechados en Palestina son una porción muy pequeña comparada con los provenientes de otros países del Magreb y el Mashrek, como Egipto, Túnez, Irán, Argelia e Israel: el año pasado se importaron en total 408 toneladas de dátiles secos y sólo el 1,71 por ciento provino de palmeras cultivadas en suelo actualmente bajo administración palestina.
Pero al crecer en una zona de conflicto permanente, los dátiles no escapan a las disputas: el boicot contra Israel también apunta a la venta de estos frutos, que suelen ser cosechados por trabajadores palestinos en las tierras en disputa y dominadas por colonos judíos.