Cómo se vive la cuarentena en el Gran Buenos Aires
La agencia Noticias Argentinas recorrió barrios humildes del conurbano bonaerense. Allí se cumple la cuarentena y se brinda ayuda solidaria.
Por Bruno Costanzo
Comedores con una demanda multiplicada por cinco, basura que se acumula en las calles porque no pasa el camión, viviendas con hasta tres familias y un conjunto de agrupaciones que brindan asistencia esencial conviven día a día en los barrios populares del conurbano bonaerense, donde se lleva a cabo una cuarentena más rigurosa de lo que se cree, pese a los problemas del hacinamiento.
Es el caso de "Los monoblocks de La Tablada", un barrio ubicado en el extremo norte de Ciudad Evita, partido de La Matanza, que debe su popular nombre -en realidad se llama Barrio "José Ingenieros"- a la proximidad que tiene con la Rotonda de La Tablada.
En una recorrida, NA pudo dialogar dirigentes barriales, políticos y vecinos voluntarios, quienes coincidieron en los problemas diarios de dar alimentos, evitar la aglomeración de personas e intentar cumplir con el aislamiento social.
"Empezamos a cocinar a las 8:00 y organizamos horarios para que vengan en grupos con su táper. Empezamos a repartir la comida antes del mediodía y no paramos hasta las 18:00 o 19:00.
Tenemos siempre por las dudas huevos, atún y arroz para la gente que llega cuando no hay más comida. La idea es que nadie se quede sin comer", cuenta la administradora de uno de los comedores de la zona, vinculado a la Iglesia, preferido por los vecinos por la abundancia de las porciones y la buena organización.
La mujer asegura que, si bien por familia se acerca una sola persona con un táper grande, nadie "se hace el vivo" para llevarse más comida: "Todos acá saben que si hacen eso, el de atrás puede quedarse sin comer. En estos momentos se ve más solidaridad que nunca", aclara.
Los alimentos, casi en su totalidad, los "baja" el Ministerio de Desarrollo Social, comandado por Daniel Arroyo, que esta semana emitió, luego de la reunión con los movimientos sociales, la orden de comprar alimentos ya no para 11 millones de personas, sino para 15.