En el último informe publicado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) en marzo pasado –una especie de ultimátum con una guía de supervivencia para evitar el colapso en la tierra-, indicó como una de las medidas urgentes de adopción la eliminación de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.

Esto abarca una variedad de mecanismos y tecnologías que sacarían el CO2 del aire para disminuir su contribución al calentamiento global del planeta. El objetivo perseguido apunta a revertir activamente las emisiones que los humanos han arrojado a la atmósfera. ¿Esto es posible? ¿Cuáles podría ser los costos materiales y ambientales de estos intentos?

Según expuso el informe final, entre los sectores con las emisiones de CO2 más difíciles de reducir (por falta de tecnología o por los altísimos costos que implican la descarbonización) se encuentra la agricultura, el transporte marítimo, los procesos industriales y la aviación.

Distintos expertos de todo el mundo consideran que, efectivamente, es necesario buscar alternativas para eliminar el CO2 del aire. Como dijo Rob Bellamy, profesor de Clima y Sociedad de la Universidad de Manchester, “no es solo una opción, sino una necesidad” respecto la necesidad imperiosa de avanzar en este objetivo. Sin embargo, también advierte que estos métodos pueden generar nuevos riesgos significativos para las personas y para el medio ambiente.

“Ahora necesitamos una conversación de amplio alcance en la sociedad sobre qué métodos llevar adelante, cómo incentivarlos y, en última instancia, cómo gobernarlos. No se equivoquen, necesitamos eliminar el carbono, pero debemos hacerlo de manera responsable”, detallaba el profesor.

Al respecto, el abogado especializado en Mediambiente Jorge Cuello dice a NA que “si bien los diferentes dispositivos tecnológicos que el ser humano ha diseñado y que hoy permiten captar y almacenar CO2 son importantes en la lucha contra el cambio climático, no debemos relajarnos y suponer que con ellos vamos a resolver la crisis climática planetaria. No debemos olvidar que lo más importante es reducir la generación de CO2 a través del reemplazo de combustibles fósiles por otras fuentes energéticas alternativas (solar, eólica, mareomotriz, entre otras). Al mismo tiempo, también podemos reducir la presencia de estos gases en la atmósfera si conservamos nuestros bosques o selvas evitando la deforestación, ya que los árboles y plantas cumplen un rol muy importante en la captación del CO2, siendo que lo necesitan para llevar adelante el proceso de fotosíntesis”.

Los riesgos de estas nuevas tecnologías

Entre los principales riesgos y costos de poner en marcha el uso de estas tecnologías para limitar el CO2 en la atmosfera, Cuello destaca que “no solo se trata de un asunto monetario” sino estrictamente ambiental, ya que “los diferentes dispositivos tecnológicos que intervienen generalmente utilizan energías fósiles para poder funcionar y, en ese proceso, siguen emitiendo gases de efecto invernadero”.

“Por eso –resalta-, se requiere de estudios muy precisos acerca de los costos y beneficios que se obtienen con cada uno de estos medios tecnológicos ya que si la ecuación no cierra estaríamos captando CO2 por un lado y por el otro emitiendo más gases cuando estas máquinas o sistemas de captación y almacenamiento están en funcionamiento”.

A su vez, si bien admite que estos métodos de captación de CO2 “pueden llegar a servir como una forma más para luchar contra el aumento de la temperatura del planeta tierra”, Cuello destaca que "la prioridad debería seguir siendo la de reducir las emisiones de estos gases con la utilización de fuentes energéticas alternativas y renovables y la conservación de las fuentes naturales de captación como lo son los árboles y las plantas que habitan en bosques, selvas y otros ecosistemas terrestres que están presentes en diferentes partes de nuestro planeta”.

Posibles métodos para eliminar el CO2 de la atmósfera

Según publicó la periodista británica especializada en Cambio Climático Jocelyn Timperley, a principios del 2023 se conoció la primera evaluación completa del estado actual de la eliminación de CO2 por parte de los humanos en todo el mundo a través de un informe dirigido por investigadores de la Universidad de Oxford.

El número calculado era alrededor de 2.000 millones de toneladas (GT) de CO2 por año, equivalente al 5% de las 36,6 GtCO2 emitidas a la atmósfera por el uso de combustibles fósiles y cemento en 2022. Sin embargo, según el informe, todavía hay pocos planes por parte de los países para aumentar la eliminación de CO2.

Entre las tecnologías que hoy se conocen para la toma de CO2 de la atmosfera, la captura directa en el aire (DAC) fue destacada días atrás en un nuevo artículo publicado por la revista Science Advance luego de que un grupo de científicos de la Universidad de Lehigh y la Universidad de Tianjin desarrollaron un material que podría capturar tres veces más carbono que los que se utilizan actualmente.

Al momento, según la Agencia Internacional de Energia (AIE) existen 18 plantas de captura directa en funcionamiento en todo el mundo y están ubicadas en Europa, Canadá o Estados Unidos. La mayoría de ellas utilizan el CO2 con fines comerciales, mientras que solo un par lo almacenan exclusivamente para mitigar los efectos del calentamiento global. Entre los grandes cuestionamientos, la DAC requiere de un costo financiero y ambiental muy elevado. Y al mismo tiempo, que no están probadas a gran escala.

En este sentido, distintos expertos consideran que la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera en relación con la cantidad que puede capturar una sola planta de DAC (incluso una decena de ellas) es inmensamente desproporcionada. Con este nuevo descubrimiento presentado recientemente, también están quienes apuestan a que sea una de las alternativas del futuro, ya que el grupo de científicos creó lo que denominan un solvente híbrido, un elemento que en el proceso de captación del CO2 podría acelerar ciertas reacciones químicas deseadas, y a su vez, con un menor consumo de energía que la que se requiere hasta el momento en las plantas ya en funcionamiento.

Los autores del estudio informaron a ese medio de que un kilogramo de su material era capaz de absorber 5,1 mol de CO2. En tanto, al momento la mayoría de los solventes sólidos que se utilizan para DAC tienen capacidades de absorción de 1,0 a 1,5 mol por kilogramo.

Otro de los métodos posibles, y el más destacado en el informe del IPCC, es el que utiliza la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS). En este caso, se cultivan árboles para capturar CO2 antes de ser quemados en una planta para obtener energía. Luego, las emisiones de la planta son capturadas y almacenadas permanentemente bajo tierra, la práctica conocida como BECCS. Si este CO2 se almacena permanentemente bajo tierra utilizando BECCS, las emisiones totales son negativas.

Sin embargo, muchos expertos advirtieron que no podemos confiar demasiado en el poder de los árboles, ya que no pueden revertir el cambio climático por sí solos, sobre todo si el ritmo de emisión de gases de efecto invernadero no se reduce.

Si bien las emisiones negativas pueden ser almacenadas, existen límites a la cantidad de carbono que estos sistemas naturales pueden capturar. Otro riesgo mencionado es que la restauración de estos ecosistemas no resulte permanente, especialmente a medida que aumentan las temperaturas: el CO2 que se ha almacenado podría terminar por ser devuelto a la atmósfera.

Hay más métodos, aunque no tan difundidos. Y también se encuentran en fases incipientes de desarrollo y generan grandes controversias entre la comunidad de científicos y expertos ambientales.

Entre las grandes críticas –y temores-, se encuentra la posibilidad de que estos nuevos métodos sirvan de excusa para que los gobiernos eviten hacer los profundos y urgentes recortes de emisiones que se requieren para hacer frente al cambio climático.

En este sentido, Lili Fuhr, subdirectora del programa de clima y energía del Centro de Derecho Ambiental Internacional (Ciel), se pronunció categórica: “Los informes del IPCC muestran que podemos prevenir daños irreversibles a las personas y al planeta si ampliamos las soluciones probadas disponibles ahora: reemplazar los combustibles fósiles con energías renovables, aumentar la eficiencia energética y reducir el uso de energía y recursos son el camino más seguro para limitar el calentamiento global a 1,5°C. Construir nuestras estrategias de mitigación en modelos que, en cambio, mantienen el crecimiento desigual y asumen convenientemente los riesgos de soluciones tecnológicas como la captura y el almacenamiento de carbono y la eliminación de CO2 ignora ese mensaje claro y aumenta la probabilidad de exceso”.