Un relevamiento hecho por una compañía tech, especializada en ciberseguridad, llega a la conclusión de que “más de la mitad de la información que circula en diferentes plataformas proviene de fuentes no tradicionales”. 

Sostiene, en tal sentido, que todo lo publicado que rodea al Covid-19, que se identificó como "infodemia", no solo reunió una avalancha de datos, comentarios y deducciones, sino que se comprobó que no estaba verificada y gran parte probablemente no haya sido precisa. 

El coronavirus y el aislamiento de las personas fueron el escenario ideal para la difusión de noticias falsas o para desinformar. 

En ese sentido, el top 12 de las noticias que circularon a través de las distintas plataformas,tuvo que ver con el origen del virus, personalidades afectadas y métodos para prevenir o combatir el contagio

Otra característica que se impuso fue el “deepfake”, que corresponde a videos falsos hechos con software de inteligencia artificial. Representan a personas haciendo cosas que nunca han hecho, o hacer que parezcan decir cosas que nunca han dicho

“El 53% de los encuestados afirmó estar al tanto de los deepfakes, de los cuales 1 de cada 3 admitió haber compartido contenido en las redes sociales que posteriormente descubrieron que era falso”, según citan en el reporte elaborado por el laboratorio de BTR Consulting.

El estudio revela la existencia de un vínculo entre las personas que compartían información continuamente con comportamientos asociados a reacciones de emergencia y emoción. 

Tomando en consideración los targets y el riesgo en la pandemia, destaca que: “las “fake news” tienen un 70% más de probabilidad de ser replicadas que las noticias verdaderas, y que se difunden viralmente mediante “bots”, si bien, “el problema no son los bots, sino las personas”

Asimismo, a partir del análisis de las respuestas aportadas por más de 900 personas, identificaron el anonimato, la suplantación de identidad y el empleo de las plataformas tecnológicas y bots como factores en común para engañar.  

Señala que, aunque la exposición a las noticias falsas y la desinformación en general no se distribuye por igual entre los usuarios, con la referencia del caso concreto de la infodemia “los adultos mayores tienen muchas más probabilidades de visitar sitios web de fake news o compartir artículos de este tipo de noticias”, sostiene. 

En cuanto a la política y las elecciones, un estudio del Centro de Investigaciones Pew de EEUU halló que alrededor del 18% de los encuestados obtuvo la mayoría de la información que consumió a través de las redes sociales, pero que esas personas eran menos propensas a responder correctamente preguntas basadas en hechos sobre política y eventos actuales que quienes se informaban a través de diarios impresos, noticias emitidas por televisión o aplicaciones informativas. 

Según se lee en The Washington Post, el estudio analizó las publicaciones de las páginas de Facebook de más de 2.500 editores de noticias entre agosto de 2020 y enero de 2021: los investigadores encontraron que las páginas que publican más información falsa regularmente obtienen más me gusta, compartidos y comentarios.

La propagación y velocidad de las comunicaciones que se hacen por Facebook, Instagram y WhatsApp (las redes sociales que ahora quedaron bajo el paraguas de la empresa Meta, por el concepto de metaverso) abarcan en el planeta a 2800 millones de usuarios, lo que comprende al 60% de las personas conectadas a Internet.

Según los estudios realizados por la firma, cuando las personas difunden información errónea, a menudo creen en ella. 

De ahí que una de las dudas para los más prevenidos pase por tener que recorrer un camino en la comunicación de los hechos sin creer en los datos obtenidos para hacerlo.

Por ese lado también estallan conflictos de interés en segmentos de afinidades, que muchas veces trascienden  sus microclimas y se viralizan, de manera que la ponderación de los sucesos responde a una percepción subjetiva según los intereses creados, las ideologías, preconceptos, y terminan por desenfocar cualquier objetividad. 

Son la información seria y los análisis que tienen procedencia acreditada los que echan luz sobre los datos y los contextualizan, aunque la interpretación termine siendo una cuestión de fe.

Mientras que la desinformación se elabora y difunde con la intención de engañar a los demás, en las “fake news”, “todo depende de quién lo comparta y por qué". 

Sería el caso del político que difunde estratégicamente información que sabe que es falsa en forma de artículos, fotos, audios e incluso memes, etc.

BTR identificó 7 tipos de fake news que tienen en común tres principales vectores por los cuales se constituyen: las granjas de trolls, la estructura de las redes sociales y el factor humano. 

Son ellos:  

-Sátira o parodia: sin intención de causar daño, pero tiene potencial para engañar. 

-Contenido engañoso: uso engañoso de la información para incriminar a alguien o algo. 

-Contenido del impostor: cuando se suplantan fuentes genuinas. 

-Contenido fabricado: el nuevo que es predominantemente falso, diseñado para engañar y perjudicar. 

-Conexión falsa: cuando el título, las imágenes o los subtítulos no son compatibles con el contenido 

-Contenido falso: cuando se comparte contenido genuino con información falsa del contexto. 

-Contenido manipulado: cuando la información o imágenes genuinas se manipulan para engañar. 

Los expertos de la firma indican que la intencionalidad es la clave para determinar si se trata de ‘fake news’, desinformación, información errónea o manipulación. Existen matices y diferencias dependiendo de la intencionalidad: 

-Información errónea (misinformation): es incorrecta pero no creada con la intención de causar daño. Se trata de información inexacta, o incompleta que puede ser perfectamente cierta, pero puede tener algún tipo de error. 

-Información maliciosa o manipulación: es sesgada para favorecer un determinado interés. 

-Información falsa y tendenciosa: el término es utilizado para conceptualizar la divulgación de noticias falsas que provocan un peligroso círculo de desinformación.

Además, el fenómeno de las "fake news" excede su literalidad: no son solo noticias, sino también contenidos.

Por eso se entiende como ‘desinformación’ a cualquier contenido informativo falso que haya sido creado y difundido de forma deliberada.

La desinformación, al ser un acto de mentira, es también intencional, porque se busca tergiversar un hecho y presentarlo como veraz.