La Policía Federal allanó cinco locales del barrio Chino, en Belgrano, ante sospechas de venta de mercadería en mal estado, así como por la incertidumbre del origen de los productos y por la forma en que estaban acondicionados.

Según confirmaron fuentes judiciales a NA, la investigación la encaró hace unos meses el fiscal de delitos ambientales de la Ciudad, Carlos Rolero Santurián, a cargo de la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA), quien dispuso los allanamientos en los locales ubicados en la calle Arribeños, Mendoza y Olázabal. Los cinco allanamientos se realizaron en un horario muy concurrido de personas.  

Los efectivos de la Policía Federal actuaron en conjunto con el Centro de Investigaciones Judiciales (CIJ), personal de bromatología y de Espacio Urbano del Gobierno de la Ciudad.

Se llevaron la mercadería no apta para el consumo o que se sospecha no estaba acondicionada de manera correcta para la puesta en venta de la misma.

Concretamente, eran tiburones (protegido por disposiciones nacionales), meros, saracas, y lenguados entre otras y moluscos como almejas, caracoles, sepias no contempladas en el código alimentario argentino, y también en mal estado. 

Muchos de ellos se encuentran en peligro de extinción, por lo que son protegidas por normativas nacional e internacionales.

Sin embargo, ninguno de los locales investigados fue clausurado e incluso luego del operativo la gente ingresaba a comprar normalmente.

Se informó que los comercios carecían de documentación respaldatoria en cuanto a la trazabilidad de los alimentos. Además, se confirmó que el fiscal Rolero Santurián imputó a los responsables de los establecimientos, tanto personas físicas como jurídicas por las contravenciones, arrojos de sustancias insalubres y  ejercicio ilegal de una actividad, al comprobarse la afectación ambiental y sanitaria por los arrojos directos a la red pluvial, y por los olores generados.

Además, por incluir como actividad habilitada a productos de fauna que no están comprendidos en el Código Alimentario, ya sea por el producto en sí mismo, o por las condiciones del mismo, o por no pasar el control bromatológico de la DGHySA.

Inicialmente, en un galpón de Lisandro de la Torre, en el barrio de Mataderos, se encontraron varias sustancias alimenticias en descomposición, otras sin el tratamiento y acondicionamiento adecuado, y hasta se hallaron restos de fauna, como ser cuernos de animales y otros materiales.

Los vecinos habían advertido sobre la existencia de malos olores.

Al analizarse ese lugar, se detectó que mucha mercadería era comprada en el barrio Chino y por ello se hicieron los respectivos allanamientos, donde no sólo se llevaron mercadería, sino que además se tomaron muestras de los alimentos para ser luego analizados.