Una plataforma digital llamada The Carbon Sink, que en inglés significa “sumidero de carbono”, permite a una Pyme y a cualquier individuo medir cuántas emisiones de gases de efecto invernadero generan las actividades empresarias o el estilo de vida familiar y hasta compensar la huella de carbono resultante en proyectos ambientales.

Para conocer cada CO2 se entra en www.thecarbonsink.com.ar y en menos de 15 minutos una calculadora de huella de carbono se carga con las respuestas a 10 preguntas sobre los consumos de combustible para transportarse, cotidianamente, a trabajar, estudiar, hacer diligencias, vacacionar, así como los servicios domiciliarios de energía, tanto relacionados con el funcionamiento de una empresa como de un hogar.

Un integrante de familia tipo de clase media, por ejemplo, genera según la plataforma, una huella de carbono distribuida en 36% con la movilidad, 6% con la estadia residencia y 58% por el estilo de vida.

Representaría 1 algarrobo cortado al año, 14 mil kilómetros anuales de auto mediano recorridos y 3 vuelos ida y vuelta Buenos Aires-San Pablo.

El resultado es cuatro veces menor, sin embargo, a la huella de carbono media, que es de 7,6 toneladas de CO2 anuales por persona.

El testeo resultante puede contribuir a mitigar la crisis climática, uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, no sólo porque ayudaría a tomar conciencia sobre las consecuencias de los hábitos y procesos en la atmósfera que todos respiramos, sino que la medición y compensación automática brinda la oportunidad de revertir con buenas acciones, en parte, los daños.

Creada por dos emprendedores argentinos, la plataforma ofrece dos maneras de compensar las emisiones de CO2 por la web:
* Invertir en proyectos de pequeña escalas y de participación directa que permiten a las personas y compañías un involucramiento mayor en la compensación y sin este financiamiento no prosperarían.
* Participar en proyectos certificados, que son aquellos que han pasado por procesos formales, ante estándares reconocidos, donde las capturas de carbono ya han sido verificadas y validadas por organismos independientes.

Sebastián Fragni (abogado) y Federico Moyano (agrónomo) se inspiraron en que 2020 fue uno de los años más calurosos y apelaron a la tecnología para involucrar a las personas en el tema de la crisis climática, de modo que buscaron simplificar el diseño realizado por la consultora ProSustentia, especialistas en medición de huella en Latinoamérica, siguiendo los lineamientos del Greenhouse Gas Protocol (GHG) que brinda la máxima precisión.

Son 10 las preguntas directas que conducen hacia un resultado numérico en tn CO2 emitidas, con fundamentos basados en estándares internacionales.

“Hace años que trabajamos con las empresas para ayudarlos a medir el impacto ambiental de sus operaciones y desarrollar opciones para reducir y compensar sus emisiones. Sin embargo, estas herramientas no estaban disponibles para las personas o las PyMEs", dijo Fragni.

Y agregó: "Nos propusimos democratizar el acceso a las opciones de compensación de huella de carbono para los latinoamericanos”.

Moyano hace hincapié en el rol de cada uno ante la crisis climática, las personas tenemos un rol clave en la búsqueda de alternativas para compensar las huellas de carbono generadas por cada individuo, "que solo existía para las empresas en Latinoamérica”.

Responsabilidades ambientales

A nivel de las grandes empresas, son cada vez más las que miden su huella de carbono, para reducirla y/o compensarla con proyectos que capturan carbono de la atmósfera bajo estándares internacionales.

Las regulaciones medioambientales vigentes, como consecuencia de los acuerdos internacionales firmados por Argentina en el marco de Naciones Unidas, sitúan en la mira a las corporaciones para bajar los niveles de contaminación, aunque también incluyen las acciones dentro de sus políticas voluntarias de responsabilidad social empresaria.

La participación de los individuos quizá aporte apenas un granito de arena que alivie al medio ambiente, pero por sobre todo crea una conciencia colectiva sobre la necesidad de defender todo el ecosistema y hacer que los políticos y las empresas respeten los objetivos de desarrollo sostenible.

Contra lo que se esperaba, el confinamiento y la recesión global por la pandemia del coronavirus en 2020 no se reflejaron en una efectiva disminución de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sino todo lo contrario.

La razón fue que, pese a que descendieron en todo el mundo las acumulaciones de óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y dióxido de azufre, en medio de las restricciones, la temperatura mundial fue 0,6 °C más alta que la media registrada en el periodo 1981-2010 y en torno de 1,25 °C superior a los niveles preindustriales, según nuevos datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) y un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El calor fue inusual en un año signado por la corriente fría de La Niña, el que determinó que en Europa la temperatura subiera casi 0,5 °C más que el 2019 y 1,6 °C más que los últimos 30 años, y en algunas zonas del Ártico y el norte de Siberia ascendieran de más de 6 °C con respecto a su media a largo plazo.

Neutralizó un poco los efectos el hecho de que los confinamientos que tuvieron lugar en numerosos países redujeran ligeramente las emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual hizo mejorar la calidad del aire, al menos temporalmente.

Pero el mundo en el 2020 siguió registrando temperaturas nunca vistas y condiciones climatológicas extremas, lo que lo ha convertido en lo que los expertos consideran el año más caluroso de la historia, a la par con 2016, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), el primero en publicar estos datos.

El fenómeno estuvo causado por "los gases de efecto invernadero generados por el uso de combustibles fósiles", afirmó el doctor Omar Baddour, director de servicios de Vigilancia del Clima y Datos Climatológicos de la OMM.

En grandes zonas de los continentes euroasiáticos hubo temperaturas notablemente más cálidas que la media.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM), combinando cinco conjuntos de datos, confirmó que 2020, 2019 y 2016 fueron los años más calurosos registrados, con diferencias mínimas entre dichos conjuntos, lo cual complica la tarea de elaborar una clasificación clara.

El pasado febrero, los niveles de partículas en suspensión fueron un 20-30 % más bajos en China Oriental, y Europa y Norteamérica registraron caídas similares hasta abril. En algunas zonas de Sudamérica, las concentraciones de contaminantes se redujeron a la mitad.

La comunidad internacional ha reconocido la necesidad de mantener el calentamiento muy por debajo de 2 °C y de proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C. 

La próxima prueba de hasta dónde esa necesidad de transformará en imperativa para los líderes mundiales se verá entre el 1 y el 12 de noviembre en la Cumbre del Clima (COP26) que se llevará a cabo en Glasgow, Escocia.