Nos toca atravesar un tiempo histórico como testigo de dos grandes deudas íntimamente entrelazadas: la deuda financiera y la deuda ecológica”, anunció el informe presentado por la organización AVAAZ en el marco del Conversatorio realizado el mes pasado y organizado por la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano que preside el diputado Leonardo Grosso.

En su extensa investigación, AVAAZ ofrece diversos puntos de análisis con soluciones viables para la crisis ambiental y financiera que vive la Argentina.

En noviembre del 2021, durante la edición número 26 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), el presidente Alberto Fernández propuso canjear deuda externa por acciones concretas a favor del medio ambiente.

En aquella oportunidad, Fernández dijo que “para avanzar con la agenda de transformaciones necesarias debemos crear mecanismos de pagos por servicios ecosistémicos, canje de deuda por acción climática, e instalar el concepto de deuda ambiental".

Teniendo en cuenta los compromisos financieros que tienen los países del Sur con los países del Norte, que cada vez son más difíciles de alcanzar sobre todo después de la pandemia, Fernández resaltó en esa misma conferencia que "es necesario aplicar la emisión de derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI) a un gran pacto de solidaridad ambiental que incluya a los países de bajos ingresos y renta media y que sirva para extender los plazos de las deudas y la aplicación de menores tasas".

En líneas generales, el canje de deuda pública por acción climática busca proteger servicios eco sistémicos que brindan los países con alto grado de biodiversidad, como es el caso de la Argentina, en favor de la mitigación del cambio climático y, al mismo tiempo, recibir un grado de alivio en la carga de su deuda pública.

Son metas ecológicas que aliviarían las economías principalmente del Sur y aportarían un beneficio para el ecosistema mundial. Sin dudas, una iniciativa atractiva. ¿Qué pasó después de aquella propuesta?

Soluciones financieras para la crisis ambiental

Justo hace un mes, el 25 de agosto pasado se llevó adelante en el Congreso Nacional un Conversatorio sobre “Canje de deuda por acciones ambientales”, en el marco de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano que preside el diputado Leonardo Grosso.

¿El objetivo? Avanzar en las propuestas que podrían traer soluciones a la crisis ambiental y financiera que vive nuestro país. En aquella oportunidad, también estuvo presente el director político del movimiento cívico y social AVAAZ, Oscar Soria, Oscar Soria, quien consideró que "Argentina tiene las condiciones para hacer un canje de deuda por aporte ambiental". Desde AVAAZ también aportaron a la charla el informe “Deuda x deuda: Una propuesta pospandemia para resolver las deudas soberanas y ecológicas, con miras a una transición justa en la Argentina”, con múltiples vías de análisis y propuestas concretas que podrían ser puestas en práctica en el corto y mediano plazo.

Para el diputado Leonardo Grosso, el encuentro debía de “sentar las bases de la discusión en nuestra sociedad sobre las posibles soluciones a la crisis ambiental y financiera que vivimos”. Y puntualizó: “Los países latinoamericanos, además de estar continuamente endeudados, también somos grandes acreedores ambientales de aquellos países que se desarrollaron destruyendo sus ecosistemas. Creemos fuertemente que eso debe ser contemplado en la valoración de nuestras deudas y es partir de ese posicionamiento que queremos negociar con el norte global”.

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La secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación, Cecilia Nicolini del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, también participó y dijo que “Argentina y la región tienen mucho potencial en cuanto a ser acreedores ambientales”, y remarcó que “si nos quedamos en esa potencialidad es cuando no ocurre nada, sobre todo, en un país y una región altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática”.

Al cabo de un mes, cuando NA consultó a la cartera de Ambiente y Desarrollo Sostenible por avances o novedades en este sentido, no pudieron brindar una respuesta. Esperaremos novedades antes de fin de año y retomaremos este debate que continúa abierto y con muchos actores sociales interesados en su avance.

¿Cómo funcionarían los canjes verdes?

Existe una serie de propuestas vinculadas a la operatividad del canje de deuda verde. Entre ellas, se encuentra el Global Development Policy Center de la Universidad de Boston, que propone que los países diseñen una política alineada con los objetivos de desarrollo sostenible 2030 y el Acuerdo de París, la cual tiene que ser aprobada y evaluada por una comisión de expertos en temas ambientales. En el caso de ser aprobada, el país puede obtener la reducción de deuda por parte de organismos internacionales o bien puede emitir bonos verdes que se canjeen por bonos viejos de mayor valor nominal, con lo cual se reduce la carga de la deuda.

A su vez, existe la opción de canjes trilaterales, en donde una ONG operaría como actor intermediario entre el país deudor y el país acreedor. Y hay más opciones.

“Deuda x deuda”: Algunos puntos principales

La reciente investigación presentada por AVAAZ posibilita nuevas vías de análisis en el marco de la gran pregunta que subyace cada vez que se habla de la posibilidad de canjear “deuda por deuda”. ¿Cómo sería posible? ¿Cuánto tiempo puede llevarnos esa transición?

Según indica en el documento, se busca “abrir la discusión en el seno de la sociedad argentina sobre las posibles soluciones a las crisis ambiental y financiera que vive el país, y poder dar, colectivamente, un quiebre en el ciclo crónico viciado de las renegociaciones de deudas soberanas, las cuales en la mayoría de los casos se han dado a espaldas de la sociedad”.

“En particular -continúa-, se plantea la necesidad de un cambio que parte de la base de romper con la lógica unidimensional de “país deudor-país acreedor” o la de “país emergente-país desarrollado” y negociar en términos de aportes y consumos, entendiendo que la agenda ambiental permite negociar los “créditos” y las “deudas” también desde la perspectiva del uso de los bienes y servicios ecosistémicos que los ecosistemas proporcionan al mundo, desde los de abastecimiento, como alimentos, agua, fibras, madera y combustibles hasta los de regulación de la calidad del aire y la fertilidad de los suelos, el control de las inundaciones y las enfermedades y la polinización de los cultivos; los de apoyo: espacios en los que viven las plantas y los animales, permitiendo la diversidad de especies y manteniendo la diversidad genética; además de los servicios culturales y espirituales” .

¿Quién le debe a quién, y qué se le debe a quién?

 “Esta es la pregunta que se está haciendo en la mayoría de los círculos intelectuales, científicos y académicos, y es un interrogante fundamental desde la que se debería partir en el debate sobre la deuda en la Argentina y en el punto de partida de esta propuesta”, dice el texto del informe.

En este sentido, la investigación plantea que es prioritario “discutir un cambio que parta de la base de establecer un nuevo marco conceptual donde se abandone la dinámica de ´país deudor-país acreedor´ o la de ´país emergente-país desarrollado´ y hablar en términos más amplios dentro de la discusión política, donde se reconozca que la agenda ambiental permite negociar los ´créditos´ y las ´deudas´ desde la perspectiva de la política climática, de biodiversidad y de protección de suelos, usando el paradigma de la Huella Ecológica como un indicador para relanzar una discusión que dote de sustentabilidad e inclusividad a la economía global”.

Pagar las deudas ambientales es un deber moral y legal”, otra premisa presente en al análisis y de gran relevancia para avanzar en la interpretación de la propuesta de canjear deuda x deuda.

Moral porque la inequidad quedó claramente demostrada en la pandemia, además de marcar las asimetrías en las posibilidades del cumplimiento de las leyes ambientales. Y legal porque, entre otras razones que se desarrollan más adelante, los países ricos —signatarios de diversos acuerdos multilaterales ambientales— han venido aplicando puertas adentro el principio de ´que el que contamina paga´, pero fronteras afuera los mismos países o sus empresas multinacionales han manejado un doble estándar sistemático, ignorando el Principio Siete del Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en la que se señala que los ´Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas debido a que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial”, detalla.

“Hace relativamente poco, esta propuesta hubiera sido impensable. Sin embargo, el mundo ahora es testigo de la revalorización de la naturaleza por los mercados financieros: el creciente interés en manejar el riesgo del clima, en abordar las consecuencias de la pérdida de la biodiversidad o las actuales polémicas y preguntas relacionadas sobre los mercados de carbono o las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza” son ejemplos del nuevo peso de la variable ambiental en las discusiones actuales sobre las políticas públicas y económicas”, resalta el informe.