A seis años, seguimos gritando "Ni una menos"
La autora recordó el histórico 3 de junio de 2015, en el que estaba junto a sus compañeras de militancia y junto a familiares de víctimas de femicidios que reclamaban justicia por las Adrianas, Claudias, Anas, Lilianas y tantas mujeres que fueron asesinadas en contexto de violencia de género.
El 3 de junio es una fecha que se ha instalado con convicción y firmeza en la sociedad argentina como símbolo de un reclamo común por el derecho de todas las mujeres a vivir una vida libre de violencia sexista.
Difícilmente pueda olvidar ese histórico 3 de junio de 2015, que me encontró junto a mis compañeras de militancia y junto a familiares de víctimas de femicidios que reclamaban justicia por las Adrianas, Claudias, Anas, Lilianas y tantas mujeres que fueron asesinadas en contexto de violencia de género.
Hace seis años se cometía un femicidio cada 30 horas.
Lamentablemente hoy seguimos con ese terrible número, que son historias de vida y vidas destruidas.
Esa tarde, en la Plaza del Congresos, el reclamo fue claro y sonó con fuerza, trascendiendo diferencias y uniendo a una multitud de personas en un contundente "Ni una menos". Ese grito se transformó en una bandera de toda la sociedad a lo largo y ancho de nuestro querido país.
.
Ante tanto dolor, más compromiso y acción.
.
La agenda de géneros es muy amplia y diversa tanto como lo es la historia misma de la desigualdad y la violencia, que tiene su origen y sustento en una cultura que -aun con sus numerosos y sustantivos cambios recientes- todavía nos sigue poniendo en un lugar de subordinación.
Pero a pesar de los avances aún falta mucho y definir prioridades es un paso indispensable entendiendo los tiempos sociales y políticos.
Hoy, muchas mujeres no se animan a denunciar porque no están dadas las condiciones que faciliten su denuncia; todavía no tenemos verdadero acceso a la Justicia. Una mujer en situación de violencia siente la soledad y los oídos sordos de una burocracia que todavía la condena a una revictimización constante, la falta información clara sencilla, empática y profesional que desde una perspectiva interdisciplinaria la ayude a generar las condiciones para rearmar un proyecto de vida.
Todavía falta un largo camino por recorrer para difundir los diferentes tipos y modalidades de violencia que están reconocidas en la ley 26.485 y que dan derechos. Por eso, hay que conocerlos y difundirlos y ésta es una responsabilidad del Estado. Una verdadera política pública que sea efectivamente federal.
Más hechos y menos anuncios es lo que se necesita mientras el patriarcado y el machismo se siga llevando vidas. Sostener en el tiempo y ampliar políticas públicas más allá de quien gobierne, porque las víctimas somos todas.
No es lo mismo atravesar una situación de violencia en los conglomerados urbanos que hacerlo en la ruralidad o en las ciudades alejadas. Todavía tengo en mi mente la imagen de unas mujeres que para poder capacitarse y hablar de lo que padecían tenían que viajar en burros durante tres horas porque en sus
lugares no tenían acceso.
Lo mismo me pasó cuando hablando con Graciela, del conurbano profundo de la provincia de Buenos Aires, fue a pedir ayuda y le contestaron si lo que estaba compartiendo era así y me dijo, llorando, que se siente sola. O como cuando me dijeron que en el pueblo de una provincia estaba naturalizado que la hija mayor (adolescente), era la segunda esposa del padre y así podría seguir enumerando realidades del presente.
Como militante del movimiento de mujeres de un espacio político y ex funcionaria llevo décadas trabajando para erradicar la violencia machista, y renuevo mi compromiso día a día porque en los diferentes roles que ejercí siempre estuve cerca escuchando y ayudando porque estas realidades empujan a redoblar los esfuerzos tanto de la sociedad civil como del Estado.
Viví de primera mano los múltiples desafíos que enfrenta una mujer para salir de esa situación. Desde la incomprensión de su entorno y la indiferencia social, hasta las barreras que impone una Justicia que se sigue pensando y reproduciendo en clave sexista, cuestionando en ocasiones a las víctimas y minimizando el accionar de los agresores.
Participé, como miles de argentinos, del histórico #NiUnaMenos que se convirtió en una causa de Derechos Humanos.
Somos muchas las personas que con la convicción clara y contundente seguimos trabajamos porque sabemos que de la violencia se puede salir.
Pero no conseguiremos la igualdad real derechos hasta que no erradiquemos la violencia de género.
Sé que muchas veces no se quiere hablar o poner el acento en ejecutar políticas públicas porque son temas que nos duelen, pero no podemos, ni la sociedad ni el Estado, distraernos y mirar para otro lado.
Ellas nos necesitan hoy, ahora. Ellas no están solas. Existe toda una sociedad que no se resigna y seguirá luchando por "Ni Una Menos".