El ejercicio pleno de los derechos establecidos en nuestra Carta Magna y en numerosos Pactos Internacionales incorporados al texto
constitucional no solo configuran el punto de partida, son, más bien, el punto de llegada. El derecho de entrar, permanecer y circular por el país no es propiedad exclusiva de un sector, es potestad de toda la ciudadanía.

Estas proposiciones cuyo alcance debiera permanecer indemne a toda querella, palidecen en la letra de la Decisión Administrativa N° 643, por la cual se limita la entrada al país de compatriotas, como única medida sanitaria para evitar la expansión de la llamada cepa "Delta".

Según la normativa de mención apenas 600 pasajeros por día pueden retornar a la Argentina, ingresando por el Aeropuerto de Ezeiza, como si el virus únicamente ingresara por vuelos internacionales.

La situación es sombría y sería un grave error subestimar el peligro evidente de infección, de pérdida de vidas, de colapso de los servicios de salud y de la economía. No obstante, es necesario subrayar que esta fase de incertidumbre comporta también el riesgo de normalizar políticas "excepcionales" que restringen las libertades y los derechos en nombre de la crisis y la seguridad pública.

Lejos estamos de minimizar la crisis provocada por la pandemia. Las medidas de emergencia han perturbado la vida cotidiana. En todo el mundo, las sociedades luchan por responder y adaptarse a unos escenarios y niveles de amenaza que cambian rápidamente.

En nuestro país, la mayoría de los ciudadanos mostró gran solidaridad en los primeros meses y aceptó importantes restricciones a la movilidad para evitar la expansión del virus. Somos plenamente conscientes que el objetivo sigue siendo salvar vidas y una de las formas de hacerlo es evitar la interacción social, pero ello de ningún modo puede significar darle la espalda al ordenamiento jurídico vigente.

A nuestro alrededor, muchos dirigentes comparan la lucha contra la pandemia con la participación en una guerra, aunque es evidente que el paralelismo es engañoso y que los que participan en la "guerra" no son soldados sino simplemente ciudadanos que de ningún modo pueden ser sometidos a cambios intempestivos de las condiciones y a regímenes desconocidos y, menos aún, mediante decisiones administrativas sin fuerza de ley.

La filósofa Hannah Arendt escribió una vez que, "de todas las libertades específicas que pueden venir a la mente cuando escuchamos la palabra "libertad", la libertad de movimiento es históricamente la más antigua y también la más elemental". Sin embargo, en esta hora los movimientos humanos parecen convertirse cada vez más en un problema.

La realidad es volátil, el final de esta historia aún no se ha escrito, como termina depende también de nosotros y cómo nos movilizamos colectivamente contra las tendencias arbitrarias ahora desenfrenadas. La democracia no es solamente un mecanismo de Gobierno sino una cultura.

(*) - Jorge Pirra es el Presidente del Partido FE porteño.