Una movilización sin pasión, colorida y ordenada colmó la Plaza de Mayo
La Plaza no latió, no vibró. Aplaudió algunos pasajes del discurso del Presidente y mostró una convocatoria ordenada y casi profesional dispuesta a olvidar la mala elección del domingo 14 de noviembre apostando por un futuro incierto.
"Unidad en la diversidad" es la consigna que propusimos para la tarde del día de la militancia afirma Andrés Villagrán que marcho junto a la prolija formación de manifestantes del gremio de UPCN, Unión Personal Civil de la Nación, que conduce Andrés Rodríguez. Y, la frase explica la necesidad de reunir cerca de 100.000 personas, en la Plaza de Mayo, para mostrar, a quien corresponda, que hay un gobierno unido luego de la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas del domingo 14 de noviembre.
Esa unidad en la diversidad queda demostrada, además, en los carteles de algunas agrupaciones piqueteras que integran el Frente de Todos como el que enarbolan entre cuatro mujeres de la Corriente Clasista y Combativa que muestra la imagen del General Juan Perón y del guerrillero Ernesto "Che" Guevara. Quedará para sesudos analistas políticos o historiadores intentar comprender ese maridaje en un cartel que nunca se dio en la vida real a pesar del apoyo de Perón a Fidel Castro cuando no había abrazado el comunismo soviético y tan sólo declamaba valores igualitarios amparado en las enseñanzas jesuíticas.
En esta manifestación, cuyos integrantes comenzaron a reunirse desde el mediodía del 17 de noviembre, y amenizaron la espera de las palabras del Presidente Alberto Fernández, escuchando al grupo bailantero Ráfaga, comiendo choripanes o guiso de ollas improvisadas, sentados en las veredas y en las escalinatas de la Catedral Metropolitana y utilizando el extenso frente de la sede del Banco Nación como mingitorio a pesar de haberse dispuesto varios baños químicos, se juntaron varias tribus del Frente de Todos, ideológicamente alejadas unas de otras, pero unidas por las cajas que administran sus integrantes.
Emilio Pérsico, lució su frondosa barba al frente de los integrantes del Movimiento Evita, con sus banderas azules lograron acercarse lo más posible al ala izquierda del escenario y cantaron bajo la consigna "Alberto Presidente" cuando el primer mandatario apareció sobre el escenario montado a la altura del mástil donde ondea la insignia patria y donde se encuentran las piedras que se han utilizado para recordar a las víctimas por el Covid-19. Pérsico y su gente no iban a fallar, después de todo es funcionario del gobierno y firma los cheques con los números más largos porque maneja la caja mas grande para los auto denominados movimientos populares.
En su figura se concentra también la paradoja que propone la unidad en la diversidad comentada por los sindicalistas cegetistas. Pérsico, que integró el movimiento Montoneros y es amigo del líder de esa agrupación, el comandante "Pepe", nombre de guerra de Mario Eduardo Firmenich, piso la misma Plaza de Mayo que llenaba Juan Perón y que expulsó a la "juventud maravillosa" un 1 de mayo de 1974, después del crimen de José Ignacio Rucci que se produjo el 25 de septiembre de 1973. Hoy, como ayer, todos los indicios apuntan a Montoneros como autores del asesinato político.
Rucci fue un verdadero protagonista del Día de la Militancia peronista que conmemora el 49° aniversario del regreso a la Argentina del tres veces Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, en el año 1972, tras 18 años de exilio en España luego del golpe de estado denominado como Revolución Libertadora, ocurrido en septiembre de 1955.
El 17 de noviembre de 1972, a las 11.20, el vuelo DC-8 de Alitalia aterrizó en suelo argentino. Perón estuvo acompañado por el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, y el hecho quedó registrado en una imagen periodística que paso a la historia. Este regreso fue tomado como símbolo de la resistencia y la militancia en los cerca de 20 años de proscripción.
Pero hay heridas que no cierran. Dante Camaño, dirigente gastronómico de Capital, de UTHGRA, afirmó a NA "es una aberración la convocatoria a Plaza de Mayo. Se juntan el movimiento obrero con los asesinos del querido y recordado Rucci al tiempo que el gobierno hace una fiesta con los montoneros y sus herederos y festejan una derrota electoral, de las peores del justicialismo en su historia desde 1983 para acá".
Camaño y los gastronómicos no movilizaron pero sí lo hicieron otros gremios y, lo hicieron de manera ordenada, como sucedió el pasado 18 de octubre por el postergado Día de La Lealtad. UPCN, Camioneros, Bancarios, los metalúrgicos fueron los que mas afiliados aportaron al convite presidencial. Su capacidad organizativa se puso de manifiesto tanto al ingreso como al cierre del acto, marchando con pecheras con el nombre y logotipo de cada organización sindical. En su mayoría fueron hombres, la igualdad de genero no aplicó demasiado en la concurrencia sindical. A diferencia de las columnas de la CCC, de Juan Carlos Alderete, el movimiento Evita o agrupaciones políticas como Kolina. Entre sus filas se vieron más mujeres, muchas de ellas con sus hijos e hijas, cargando pibes, botellas con agua mineral y algunos bolsos de comida.
A pesar de la presencia de los grupos piqueteros se trato de una marcha política, casi institucional, para que el Presidente ofrezca su mensaje de unidad e invite a algunos, no todos, integrantes de la oposición al diálogo, como se informa por separado.
La movilización de La Cámpora tuvo gusto a poco. Estuvieron presentes pero no pugnaron por estar muy cerca del palco, de hecho llegaron a la plaza de Mayo cuando el discurso había terminado, fueron ordenados y se lo vio a Máximo Kirchner y al "Cuervo" Larroque entre sus partidarios pero, cronistas memoriosos de las movilizaciones kirchneristas, coincidieron en señalar que "si querían movían más gente". Estuvieron, escucharon, aplaudieron algunos pasajes de Alberto Fernández que llegaron a oir sobre Diagonal Norte y se fueron rápida y ordenadamente.
Luis D'Elia debe estar muy contento porque su prédica televisiva de más de una década atrás pidiendo "amor, amor entre los argentinos", fue replicada por la locutora del acto, Gabriela Radice, pero también por el Presidente Fernández, que en el acto no se olvido de suplicar por esa fuerza que es un arma de doble filo. El amor y la pasión que conlleva suele unir pero, como bien saben los autores trágicos, muchas veces puede derivar en profundos rencores. Se habló de amor, de militancia, de lealtad, de igualdad pero poco se apeló a la razón.