Una derrota para el país
Para el diputado nacional del Frente de Todos, "atribuirle al discurso de Máximo Kirchner en el recinto la responsabilidad por la caída del acuerdo para que el proyecto volviera a la Comisión de Presupuesto y Hacienda es, como mínimo, una simplificación absoluta".
La oposición impidió que el Parlamento aprobara el proyecto de Presupuesto 2022. Ese accionar era previsible. Por eso, al cerrar la presentación en el inicio del tratamiento del Presupuesto 2022 el pasado jueves en el recinto de la Cámara de Diputados, expresé: “Este presupuesto tiene los supuestos que nos permiten pensar y ver con optimismo el futuro.
Por eso pedimos a este Congreso –insisto, más allá de todas las disputas y discusiones— que entienda que sería un grave problema que la controversia nos impida sancionar el proyecto de presupuesto. Ello, en definitiva, no significará una victoria de la oposición sobre el oficialismo sino una derrota para el país, que se quedaría sin la herramienta fundamental para cumplir mejor con el objetivo planteado”.
A pesar del desenlace conocido, hubo negociaciones durante toda la semana con el objetivo de conseguir el apoyo para el proyecto de Presupuesto 2022. Pusimos todo el esfuerzo en ello: estábamos convencidos de que su rechazo perjudicaría a la ciudadanía.
En las deliberaciones en la Comisión de Presupuesto y Hacienda y posteriormente en el recinto, las distintas fracciones de la oposición cuestionaban el proyecto del oficialismo en dos sentidos: por un lado, porque gastábamos mucho; por otro, porque gastábamos poco. En ningún momento se restringió el debate y los cambios consensuados durante el mismo se fueron agregando al proyecto.
De allí que, en el transcurso de esas discusiones, fuimos incorporando una cantidad de partidas que favorecían a distintos sectores de la sociedad. Por ejemplo, hubo un incremento sustancial en el subsidio del transporte de pasajeros para el interior del país, lo que beneficiaba a la mayoría de las provincias. Otro ejemplo: se aumentaba una partida para el Ministerio de Ambiente orientada, entre otros destinos, a la compra de aviones hidrantes y autobombas, lo que favorecía a varias provincias que suelen sufrir incendios en sus bosques. También había mejoras sustanciales del presupuesto para las universidades en todo el país con incrementos significativos de sus partidas.
Hubo, además, incorporación de muchísimas obras públicas pedidas por distintos diputados y diputadas en representación de sus provincias y de sus municipios de origen. En paralelo, se agregaron nuevas partidas para Ciencia y Tecnología, Salud y Educación, entre otros ítems. En todos los casos, se trataba de incorporaciones cuyo fin era mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y ciudadanas que habitan nuestro país.
Pero nos encontramos con una oposición que criticaba el proyecto en general: sostenían que los datos estaban “dibujados” o que la proyección de inflación era incumplible, entre otros argumentos. Lo que sucedía era que, al mismo tiempo que cuestionaban supuestos defectos técnicos del proyecto, se oponían a las políticas que el mismo contenía. ¿A cuáles políticas se oponían? Por ejemplo, a las que, según ellos, generan déficit fiscal. En paralelo, proponían resolver el déficit no por la vía que nosotros planteamos, a través del aumento de los ingresos, sino mediante el ajuste de los gastos.
Pero, como dijo con respecto a la principal oposición el Presidente del Bloque de Diputados y Diputadas del Frente de Todos, Máximo Kirchner, “les pegó muy mal haber ganado una elección de medio término y la están confundiendo con una ejecutiva”. El gobierno perdió una elección legislativa pero fue electo en los comicios de 2019 para gobernar hasta 2023.
Por ello, el proyecto de Presupuesto presentado por el oficialismo refleja ese mandato, es decir, contiene las políticas votadas por el pueblo en 2019. ¿Qué es lo que quiere Juntos por el Cambio? Que el gobierno presente un Presupuesto que refleje las políticas que ellos representan. Pero para eso tienen que ganar una elección presidencial que no ganaron.
Ellos decían que querían consensuar. Pero cuando se les preguntaba qué querían consensuar, proponían un proyecto de Presupuesto de ajuste, de recorte del gasto público y de no planificación de nuevas inversiones a partir de los mayores ingresos generados por el crecimiento de la economía y de la progresividad impositiva. Cuando ellos dicen “consenso” lo que en realidad están diciendo es “implementen nuestras políticas”. Por supuesto: eso es inaceptable. Significaría renunciar a nuestro mandato. Nosotros tenemos una propuesta que es opuesta a la que ellos tienen. La nuestra es la que votó el pueblo en 2019 y que tuvo dificultades para ser implementada producto de la pandemia sanitaria.
Por eso, en el proyecto presentado, nosotros insistíamos con impulsar las políticas para cuya implementación fuimos elegidos. Por el contrario, Juntos por el Cambio intentó bloquear desde el inicio de este gobierno las iniciativas del oficialismo. De allí que el intento de dificultar o impedir la gestión del gobierno no es una novedad. La oposición solo busca hacer oposición.
En este contexto, atribuirle al discurso de Máximo Kirchner en el recinto la responsabilidad por la caída del acuerdo para que el proyecto volviera a la Comisión de Presupuesto y Hacienda es, como mínimo, una simplificación absoluta. Antes de que nuestro Presidente de Bloque hablara, las intervenciones opositoras habían tomado un grado de confrontación extrema y era evidente que esa oposición beligerante quería evitar cualquier salida que condujera a la aprobación del proyecto.
Es la primera vez, desde el retorno de la democracia en 1983, que se le rechaza al oficialismo el proyecto de Presupuesto. El Grupo A, en el 2010, no dio quórum para el tratamiento del proyecto y, por lo tanto, no se lo pudo aprobar. Pero no se trató de un rechazo. Es Juntos por el Cambio quien ha inaugurado en la política argentina contemporánea esta posición extrema de rechazarle al gobierno su proyecto de Presupuesto. No gobiernan pero se dedican a no dejar gobernar.
Como dijimos, el rechazo del proyecto no significa una victoria de la oposición sobre el oficialismo sino una derrota para el país.