Aunque la Argentina ingresó definitivamente en la segunda ola de la pandemia de Covid-19 y las principales preocupaciones de la sociedad giran en torno del coronavirus -y sus consecuencias-, en el mundillo de la clase política no pierden de vista las elecciones que se avecinan, las de 2021 y las de 2023 también.

En las últimas horas, mientras el ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, negocia con la oposición una postergación de los comicios de medio término previstos para este año a causa de la emergencia sanitaria, el líder de La Cámpora Máximo Kirchner enumeró a "sus" probable candidatos de cara a la próxima votación presidencial.

El titular del bloque de diputados del Frente de Todos enumeró a Alberto Fernández, Axel Kicillof, Sergio Massa y también a Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en su nómina de aspirantes a la primera magistratura en 2023.

Independientemente de las especulaciones de Máximo Kirchner al respecto, sus comentarios dejan entrever que dentro de la clase dirigente se mantiene latente, incluso en este contexto de pandemia, ese casi permanente microclima electoral en el que se discute sobre estrategias y eventuales postulaciones.

También en la semana que pasó, caracterizada por las nuevas restricciones impuestas por el Gobierno en busca de contener el rebrote del coronavirus en la Argentina, la ex gobernadora bonaerense Vidal presentó su libro "Mi Camino" y no descartó ser candidata en 2021 o dentro de dos años.

En su publicación, la dirigente de Juntos por el Cambio habla de "tensiones" en la relación que mantenía con el gobierno nacional de Macri e incluso ensayó una autocrítica al mostrarse arrepentida de no haberse "diferenciado" más del por entonces presidente de la Nación y líder del PRO.

De esta manera, Vidal volvió al ruedo político, con un mensaje "anti-grieta", en la misma jornada en la que Fernández anunció medidas más restrictivas para hacer frente al avance del coronavirus en el país, y en especial en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), lo que propició una enérgica respuesta de parte de Rodríguez Larreta.

El alcalde porteño forzó una reunión de urgencia con el jefe de Estado, en el regreso a las actividades oficiales de Fernández tras haber padecido Covid-19, y mostrando un perfil cada vez más combativo terminó de consolidarse como el principal líder de la oposición en la actualidad.

Rodríguez Larreta se embarcó fundamentalmente en una cruzada en pos de mantener abiertas las escuelas en la ciudad de Buenos Aires con el dictado de clases presenciales y presentó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia en contra de la decisión de  Balcarce 50 de regresar a la virtualidad educativa, en principio, por dos semanas, desde el próximo lunes y hasta fines de mes.

El presidente focalizó sus decisiones en el AMBA, al considerarlo como el epicentro de la segunda ola de coronavirus en el país, y liberó a los mandatarios de otras jurisdicciones para que tomen las medidas que consideren convenientes de acuerdo con la situación sanitaria en cada distrito.

Capital político desgastado

En este sentido, parece claro que, como marcan determinadas encuestas, Fernández ya no posee aquel capital político de hace un año para ordenar restricciones generalizadas en el país, incluso a pesar del avance de la enfermedad, con récord de casos diarios  alcanzados una y otra vez en jornadas recientes.

Provincias centrales como Córdoba, Santa Fe y Mendoza, por ejemplo, anunciaron que seguirán adelante con sus propias medidas, al igual que Tucumán y Misiones, en tanto la rebelión que lidera Rodríguez Larreta en la ciudad de Buenos Aires tiene su correlato en partidos de la zona norte del Conurbano gobernados por Juntos por el Cambio, como Vicente López y San Isidro.

A propósito, el obispo de la diócesis de San Isidro, Oscar Ojea, presidente a su vez de la Conferencia Episcopal Argentina, expresó su "desacuerdo con la suspensión de las clases presenciales", sobre todo "pensando en tantos chicos y chicas que lo necesitan, especialmente en nuestros barrios populares, en los que se carece de buenas conexiones" para llevar adelante jornadas educativas virtuales.

"No sigamos acrecentando aún más la brecha con quienes viven en sus casas otras pandemias, reflejadas en el aumento de la  pobreza y la falta de un trabajo digno", resaltó Ojea.

En este contexto, según pudo averiguar NA, padres de numerosos colegios del norte del Gran Buenos Aires comenzaron a organizarse en las últimas horas para llevar adelante una protesta el lunes por la mañana frente a escuelas de la zona y luego marchar hasta la Quinta Presidencial de Olivos.

Un reclamo similar está previsto en la ciudad de Buenos Aires, en la puerta de más de 40 establecimientos escolares, tras la decisión que, de acuerdo sus propias palabras, tomó Fernández sin consultar a otras jurisdicciones e incluso dejando en "fuera de juego" a su ministro de Educación, Nicolás Trotta.

El contexto sanitario por el que transita el país debería encontrar unida a la clase dirigente, como sucedió hace un año cuando comenzó la pandemia de Covid-19 en el país, pero una serie de zancadillas aplicadas por el oficialismo a la oposición en meses recientes (fondos de coparticipación, por ejemplo) ocasionaron una profunda crisis de confianza en la relación entre las dos principales fuerzas políticas del país.

Esta situación redunda ahora en un problema de coordinación para afrontar los embates de la segunda ola y en tensiones institucionales en alza entre la Nación y la Ciudad, más allá de la reunión "cordial" que mantuvieron este viernes Fernández y Rodríguez Larreta en Olivos. Sin ir más lejos, el presidente acusó luego al alcalde porteño de decir "mentiras".

Así las cosas, el jefe de Gobierno de la Ciudad se erige como el líder de la resistencia por estos días, mientras que en el caso del presidente, las mismas encuestas que en abril de 2020 mostraban niveles de aprobación de su labor frente a la pandemia del orden del 84 por ciento (Poliarquía Consultores) hoy indican, un año después, que más de cinco de cada 10 argentinos le bajan el pulgar y las opiniones favorables se redujeron a la mitad (41%).

Finalmente, el oficialismo lanzó una suerte de campaña en redes sociales de la que tomaron parte intendentes y referentes del Frente de Todos de la provincia de Buenos Aires para evidenciar (con fotografías) la amplia adhesión al "toque de queda" ordenado a partir de las 20:00. De todos modos, el Gobierno aún tiene por delante mucho camino por recorrer en pos de generar convencimiento en la población.