Las décadas posteriores a Malvinas y el Proceso Militar tienen dos protagonistas excluyentes: Raúl Alfonsín (1983-88) y Carlos Menen (1988-1999). Sus personalidades y trayectorias quedan reflejadas en sus acciones, las huellas que dejaron que se traducen en proyectos políticos definidos, muy diferentes y hasta contradictorios que se corresponden con sus vertientes doctrinarias y los tiempos en que fueron Presidente.

Me tocó gobernar Río Negro desde 1987 hasta 1995, es decir dos años del final de Alfonsín y seis con Menem. Los avatares de la política llevaron al Gobierno de Río Negro que presidía a confrontar con el de Menem a extremos impensados, culminando en la Incautación de Fondos del Tesoro Regional del Banco Central de General Roca el 5 de julio de 1991, a algo más de treinta días de la elección en que aspirábamos a un segundo mandato. (1991-95). Cuatro años más tarde competimos por la Presidencia, encabezando la fórmula de la Unión Cívica Radical, con Carlos Menem (PJ) y José Bordón (Frepaso).

Menem innovó en varios campos. Fue el primero en visualizar el quehacer político más allá de las estructuras partidarias, con una intuitiva y transgresora presencia en los medios de difusión que le significó una sólida inserción en estamentos sociales ajenos hasta allí al metier de la política. Su condición de caudillo de provincia, un perfil que astutamente sobreactuó, provocó una lógica y natural subestimación en propios y extraños.

Como si contara con las virtudes de ese reconocido producto aeronáutico criollo, el IA 38 "Pucará", podía volar a baja altura sin ser detectado, hasta que encima del objetivo ya era tarde para el enemigo y cumplía con su misión. Cuando la Renovación Peronista (Cafiero) lo detectó ya era tarde, cuando el alfonsinismo gobernante luego de ayudarlo lo quiso confrontar con Eduardo Angeloz también llegó demorado a la cita. Ya en el ejercicio del gobierno cuando la oposición, los sectores de derecha, la extrema izquierda del peronismo y los sindicatos intentaron controlarlo ya estaban todos involucrados con el oficialismo.

Como el Pucará, también fue considerado y reconocido en el plano Internacional, con un perfil de su gestión que asumió decisiones trascendentes como lo fueron en su momento la Guerra del Golfo y de los Balcanes. Mas allá de críticas y naturales disidencias la sede del G20 en Buenos Aires en 1918, un logro oportunamente festejado por kirchneristas y macristas, es consecuencia directa de aquella política exterior.

Desprendiéndose de rémoras ideológicas originarias supo incorporar la actividad privada como impulsora activa del crecimiento, acometiendo una Reforma del Estado para hacer viable este objetivo. Supo avanzar sobre la antinomia Estado y Privados, tomando las energías necesarias de ambos sectores y acompañando con una legislación de avanzada para la época.

Continuó el camino de Unidad Nacional que iniciara Alfonsín sin arrinconar a opositores, reconociendo el juego de la democracia, a tal punto que en el Pacto de Olivos recoge esa realidad y acomete la Reforma Constitucional, donde el mayor coraje y riesgo lo asume la UCR y Alfonsín, en un hecho político sin precedentes en la historia del país como es la primera Carta Magna sin batallas ni excluidos.

Entender el momento del mundo y surfear sobre los vientos de la economía al calor de la oferta de capitales facilitó la modernización de los servicios y la infraestructura, al mismo tiempo que un dólar retrasado desde el inicio de la Convertibilidad terminaría fracturando el país entre sectores prósperos y Economías Regionales quebradas. De allí que, el federalismo que fuera bandera central de su propuesta electoral culminaría como uno de sus notorios errores.

Aplicó, mal que les pese a sectores de su partido, un peronismo básico, explotando pragmáticamente el funcionamiento corporativo, frenando la inflación y neutralizando los gremios; al profundizar el modelo llegó a un efecto no querido: dividir la sociedad entre ricos y entenados. Su federalismo devino en feroz centralismo, su Revolución Productiva alumbró multinacionales prosperando y productores penando. Hasta que sobre el final la supervivencia del modelo terminó dependiendo del voto "cuota", con la Argentina productiva y exportadora debilitada.

El innegable éxito inicial de la Convertibilidad dio lugar a un nuevo actor protagonista e inevitable competidor. Domingo Cavallo junto a sectores aliados terminó fracturando internamente a su gobierno lo que demoró imprescindibles decisiones costosas para las ambiciones de ambos bandos (menemistas y cavallistas), gestando la futura cruenta salida de la Convertibilidad que hizo que las mayorías desprotegidas pagaran los costos más gravosos.

La Convertibilidad traccionaba de tal manera electoralmente que fue bandera de la UCR y la Alianza con De La Rúa en 1999, y también de Eduardo Duhalde. Siento necesario acotar que antes, en 1995, en la campaña presidencial sostuve, contra la opinión de muchos correligionarios, que era hora de dar una respuesta a la producción y al argentino del interior, y alejarse ordenadamente de los efectos del uno a uno, al menos con un dólar diferencial para los amplios sectores perjudicados.

Su cenit político lo alcanzó, como queda dicho, con la Reforma de la Constitución (1994), y el inicio de su declive comienza en ese mismo año con la Crisis del Tequila, seguida del blindaje del Poder Judicial para preservar poder y el terrorismo internacional haciendo base en el país, tema sobre el que la verdad, si alguna vez llega, permanece aún lejana.

Finalizo con una ineludible reflexión personal, reiterando que Alfonsín y Menem son los dos grandes referentes que practicaron la esencia de la vida y la pasión política: la existencia y reconocimiento del otro. Tuve el privilegio de compartir con ellos ese tiempo, desde los afectos y la tarea política.

Por ello me es imposible en aras de una necesaria honestidad intelectual y política sustraerme a las garras de la subjetividad, razón por la que me refugio en un consejo que me diera en mis inicios otro faro en la política argentina, Don Felipe Sapag: no espere satisfacciones ni reconocimientos en esta actividad hasta que pasen cuarenta años de haber sido protagonista. Una tarea que vista desde la fractura argentina de hoy aparece muy complicada, a veces imposible, si nos atenemos a las manifestaciones vistas y oídas por el fallecimiento de un ex Presidente de la Nación que gobernó democráticamente por casi once años.

El sorprendente Pucará tuvo su bautismo de fuego y su gloria en Malvinas, su producción se enredó en las luces y sombras del país, terminando en Museos y derivando hacia otro modelo. Menem encontró un incómodo hangar en el Senado Nacional, donde también se dejó enredar por las mismas las luces y sombras, pero es imposible no reconocerle su rico y trascendente historial de vuelo.

(*) - Horario Massaccesi es ex gobernador de Río Negro (1987-1995) y ex candidato presidencial por el radicalismo en 1995.