En la Patagonia, ciertos grupos de mapuches, autodenominados "originarios", toman tierras y ejercen violencia invocando supuestos "derechos ancestrales".

El pueblo originario de la Patagonia es el tehuelche, que la habitó desde hace 10.000 años. Fernando de Magallanes los llamó "patagones" cuando desembarcó en el territorio posteriormente denominado Patagonia. Documentos del siglo XVII del jesuita Nicolás Mascardi y del marino Basilio Villarino registraron que en las márgenes del Nahuel Huapi y del volcán Lanín habitaban tehuelches. Nombres como Esquel, Gaiman y Chaltén provienen de su lengua.

Los mapuches son originarios de la Araucanía chilena. Comenzaron a cruzar la cordillera a partir del siglo XVI, después de la llegada de los españoles, en un proceso denominado "araucanización de la Patagonia".

El chileno José Bengoa en "Historia del pueblo mapuche" expresa que "antes de la llegada de los españoles a Chile, las pampas argentinas estaban habitadas por indígenas no mapuches, que no tenían relaciones con la pampa y se circunscribían a su territorio en el lado chileno".

El argentino Antonio Serrano coincide: "Los araucanos no son oriundos del territorio argentino. Su establecimiento en él y la araucanización de los núcleos autóctonos es relativamente reciente. Ocupaban en el momento de la conquista el territorio chileno y ellos se nombraban mapuches", indica.

El antropólogo Milcíades Vignati, por su parte, expresa: "Los indígenas de procedencia chilena que invadieron el territorio en la segunda mitad del siglo XVIII hasta lograr la hegemonía sobre las otras tribus (...) Estos elementos invasores eran chilenos de raza araucana".

Fue un choque de culturas. Los tehuelches eran amigables y creían en la pacífica convivencia con los blancos. George Musters, viajero inglés que convivió con ellos, escribió "Vida entre los Patagones", expresando: "Los tehuelches son bondadosos, de buen carácter (...) En mis relaciones con ellos, me trataron siempre con lealtad y consideración, y dispensaban el mayor cuidado a mis pocas pertenencias".

Relata un parlamento en el cual los tehuelches "convinieron defender Patagones en caso posible de una invasión de los indios de Calfucurá (...) Porque si esa población llegaba a ser destruida, no habría mercado para sus pieles".

El militar, explorador y político Ramón Lista en "Los Tehuelches, una raza que desaparece" describió: "El tehuelche es hospitalario, en su hogar hasta el enemigo es inviolable".

En Chubut anualmente conmemoran el encuentro entre galeses y tehuelches que siempre fue fecundo y pacífico. Los araucanos eran guerreros y con ansias de dominación. Las consecuencias fueron trágicas para nuestros tehuelches.

Ramón Lista describió: "Comienzan las incursiones vandálicas de los araucanos. Las tolderías tehuelches son sorprendidas y asaltadas al amanecer, se combate cuerpo a cuerpo, a lanza, a flecha, a bola: los ancianos inermes son estrangulados; las mujeres y los niños huyen despavoridos; todo es confusión, y la sangre humedece la tierra. Los tehuelches casi deshechos se reorganizan, y después de algunos momentos rechazan a la horda araucana que huye llevándose no pocas mujeres y niños cautivos.

Estas razzias se repiten de tiempo en tiempo". En la cruenta batalla de Languiñeo, -lugar de los muertos- cerca de Tecka, a principios del siglo XIX, los araucanos de Chocory atacaron a los tehuelches en un combate que duró tres días. Entre los sobrevivientes, las mujeres fueron tomadas por araucanos por derecho de conquista. Los niños, asimilados. Se hallaron en el lugar numerosas sepulturas, armas y huesos de los vencidos. Musters describe batallas sobre el río Sengel y cerca del Nahuel Huapi afirmando "los mapuches tenían desde esa época esclavos tehuelches".

Federico Escalada en "El Complejo Tehuelche" entrevista a doña Agustina Quilchaman, cuyo bisabuelo fue tomado cautivo en la batalla de Piedra Shotel en 1820, donde mataron a su padre. Su madre y hermanas fueron esclavizadas por el cacique mapuche Paillacán, tomándolas por esposas. El cruento ataque fue al amanecer y duró varias horas.

Dionisio Schoo Lastra en "El Indio del Desierto" relata: "Casimiro (cacique tehuelche) llevaba siempre una bandera azul y blanca, que hacía flamear en reuniones, fiestas y consejos, con el deliberado propósito de significar que ellos eran indios argentinos".

Al tener conocimiento en 1881 de la llegada victoriosa del general Conrado Villegas al lago Nahuel Huapi "se presentó con su indiada al campamento argentino con la bandera nacional al frente y fue recibido con honores de un soldado".

Los mapuches traían una cultura de lucha y odio contra el "huinca". El fin de la guerra de independencia en Chile con la batalla de Maipú en 1818 determinó que tribus mapuches enteras, que habían apoyado a los realistas se instalaran en suelo argentino.

Siguieron décadas de desolación para los tehuelches, atacados sistemáticamente por los invasores. Bajo el liderzgo de los caciques chilenos Calfucurá y Yanketruz los sangrientos malones arrasaron campos y pueblos cristianos, con un saldo de miles de muertos y cautivas y el robo de ganado para vender en Chile.

Los tehuelches pampeanos -llamados "pampas"- apoyaron a las autoridades argentinas.

Juan Catriel combatió junto a Juan Manuel Rosas a los araucanos. Su hijo Catriel el Joven, nombrado coronel del Ejército argentino, murió peleando contra los que él denominaba "indios chilenos invasores".

Su nieto Cipriano Catriel fue fundamental para derrotar a Calfucurá en la batalla de San Carlos en 1872.

Argentina siempre fue ejemplo de convivencia interétnica. Es inadmisible que un grupo de impostores cometan actos de terrorismo invocando ilegítimos "derechos ancestrales". Mucho menos que el Gobierno los ampare y aliente.

(*) - Gustavo Cairo es el presidente del bloque de diputados PRO de Mendoza.