Superada la crisis política, el Gobierno se esperanza con reeditar el "milagro puntano" de 2017
En 2017, el caudillo Adolfo Rodríguez Saá logró revertir una derrota por casi 20 puntos tras las PASO de ese año. Después de acusar el golpe, el oficialismo recurre a los incentivos económicos como primer y casi primitivo acto reflejo.
Tras los cambios en el Gabinete nacional producidos en medio de la crisis política que se desató en el seno del oficialismo después de la derrota en las PASO, las aguas se calmaron en Balcarce 50 y el Gobierno enfocó definitivamente sus energías en intentar revertir ese traspié en las próximas elecciones de noviembre.
La Casa Rosada abrió el grifo de los incentivos económicos como primer y casi primitivo acto reflejo luego del tropezón del Frente de Todos (FdT) en las urnas el pasado 12 de septiembre, en tanto dispuso flexibilizar restricciones vinculadas con la emergencia sanitaria debido a la pandemia de coronavirus y también el presidente Alberto Fernández recicló -en parte- su discurso.
El jefe de Estado destacó en los últimos días la necesidad de cambiar planes sociales por fuentes genuinas de trabajo en el país, haciéndose eco de esta manera de uno de los principales reclamos sociales, en especial, en los sectores vulnerables cuyos recursos laborales se vieron sumamente afectados en los últimos meses con motivo de la epidemia de Covid-19.
En un contexto complejo desde el punto de vista electoral, el Gobierno se aferra a la esperanza de reeditar el llamado "milagro puntano" de 2017, cuando el caudillo local Adolfo Rodríguez Saá logró revertir en las elecciones legislativas de aquel año -con un fuerte gasto social de por medio- una derrota por casi 20 puntos de diferencia en las PASO frente al ex gobernador Claudio Poggi, para ganar en la instancia decisiva por algo más de 12 puntos.
El oficialismo busca reconquistar a quienes, habiendo votado al FdT en 2019, le dieron la espalda en las PASO y seducir a la porción del electorado que desistió de concurrir a las urnas hace dos semanas -más de 10 millones de personas-, un objetivo compartido, en este último caso, con Juntos por el Cambio (JxC) en la reanudación de la campaña proselitista.
En este sentido, el Gobierno parece decidido a mantener el tono de confrontación que mostró antes de las PASO, apostando por una polarización extrema con críticas constantes hacia la figura del ex presidente Mauricio Macri y del espacio político que integra, una estrategia que -por cierto- no le funcionó hasta el momento al FdT a la luz del resultado de las primarias.
Incluso si el oficialismo cae en la tentación de recurrir a una "campaña de miedo", tratando de atemorizar a la sociedad con el supuesto de que, por ejemplo, podría verse afectada la continuidad de los planes sociales si JxC llegara a ganar las próximas elecciones, debería antes recordar que el propio Macri lo intentó antes de los comicios de 2019, agitando el "fantasma" del regreso de Cristina Fernández de Kirchner al poder, y de cualquier modo terminó mordiendo el polvo en las urnas.
De todas maneras, tras casi dos años de gestión y tomando en cuenta lógicamente la pandemia de coronavirus que sacudió al país, ¿la única reacción del Gobierno frente a una derrota histórica en las PASO es cambiar nombres en el Gabinete, comenzar a imprimir y a repartir billetes, y tratar de "asustar" a la población con el retorno de Macri? ¿Son ésas todas las cartas que tiene para jugar en su puja con JxC?
La estrategia se ha puesto en marcha, de todos modos, luego de la crisis palaciega que desató el tropezón en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y que magulló todavía más la imagen de Fernández como presidente de la Nación, en especial, después de los cuestionamientos recibidos por Cristina en su ruidosa carta pública.
Una misiva con comentarios de la vicepresidenta que pusieron de manifiesto que el rumbo económico está en discusión puertas adentro en el Gobierno -sí, casi 22 meses después de la asunción de Fernández como jefe de Estado-, en momentos en los que el país registra alarmantes niveles de pobreza e inflación y en los que incluso la Argentina lleva adelante una crucial negociación por su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A propósito, más allá de que logró salvar su puesto en la reciente renovación del Gabinete nacional, se sigue especulando con la posibilidad de que Martín Guzmán abandone finalmente el Ministerio de Economía tras las elecciones del próximo 14 de noviembre o bien una vez que logre sellar un acuerdo con el FMI: la pregunta del millón en ese caso sería, ¿quién se atreverá a asumir en su reemplazo, en este contexto tan delicado?
Claramente el resultado que obtenga el Gobierno en los comicios que se avecinan será determinante para establecer los pasos por seguir en Balcarce 50, incluso en la relación interna entre el kirchnerismo y el ala más moderada de la coalición oficialista, frente a un JxC que, en caso de triunfar, comenzará a frotarse las manos con mayor ansiedad pensando en las elecciones presidenciales de 2023.
En este sentido, el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, uno de los principales "ganadores" que dejaron las PASO tras su armado electoral dentro de su espacio, decidió emprender una gira por Estado Unidos con el pretexto de involucrarse en la discusión internacional por el cambio climático y al mismo tiempo, robustecer su perfil como aspirante a la Jefatura de Estado en la Argentina.
Tras la encarnizada disputa interna por la designación de candidaturas en Juntos por el Cambio, el triunfo en las PASO lógicamente contribuyó con el fortalecimiento de la unidad de esa coalición, que a pesar de la victoria sabe que no puede dormirse en los laureles frente a un Gobierno que acusó el impacto y ahora se apresta a contraatacar.
Asimismo, referentes de JxC resaltaron en las últimas horas la necesidad de permanecer en alerta para denunciar eventuales "delitos electorales" en los próximos comicios, mientras el espacio intensifica los preparativos para asegurarse una fiscalización global de las elecciones.
Mientras tanto, en la Casa Rosada consideran que los cambios en el Gabinete propulsaron una suerte de "relanzamiento" de la gestión de Fernández y dejaron trascender que la imagen del Gobierno experimentó un ligero repunte, según dijeron fuentes confiables a NA. Otra pregunta del millón sería: ¿el sondeo lo realizó la misma consultora que le aseguraba al oficialismo que obtendría una victoria cómoda en las últimas PASO?
Finalmente, en medio de un contexto social en el que impera el desencanto hacia la política en amplios sectores de la población (lo que supone un obstáculo electoral especialmente para el FdT), en los últimos días el oficialismo se ha esforzado por difundir "buenas noticias", incluyendo la confirmación del embarazo de la primera dama Fabiola Yañez, y va por más.
Entre otros anuncios que se esperan para los próximos días, podrían producirse novedades con relación al cepo a las exportaciones de carne también, aunque al menos en lo inmediato, tras la bofetada que recibió el peronismo unido en las urnas en las PASO, cualquier decisión que impulse el Gobierno en busca de matizar el humor social podría ser cuestionada con celeridad por la oposición argumentando que, supuestamente, persigue fines electoralistas. Son riesgos, de todos modos, que el Gobierno debe correr si pretender recuperarse del -casi- golpe de nocaut que recibió.