Cuando llegó la pandemia a estas tierras, el pueblo boliviano estaba en plena campaña para recuperar la democracia. En Argentina asumía el gobierno el Frente de Todos después de los años difíciles que vivimos durante el macrismo.

En Chile, los jóvenes sacudían su historia en grandes movilizaciones instalando que "no son 30 pesos, son 30 años". En Brasil, Lula da Silva estaba preso y Jair Bolsonaro perseguía a minorías y alentaba la violencia contra los opositores.

En Bolivia, luego de largos años de lucha y grandes procesos populares, un campesino aimara había logrado ser presidente y junto con la lucha y el empuje de su pueblo nacionalizó los hidrocarburos y las reservas de litio. Siempre con las necesidades de las grandes mayorías como punto de referencia, logró revertir el proceso de Bolivia y tener un crecimiento sostenido de su economía durante 12 años.

Luego vino el golpe de Estado, pero nuevamente los sectores populares con un amplio apoyo del resto de los pueblos latinoamericanos derrotaron el  golpismo, primero enfrentando en las calles la represión y después venciendo ampliamente en las urnas a esa derecha oligárquica y reaccionaria.

En Chile el pueblo le dio un duro golpe a los sectores reaccionarios y entreguistas, enterrando la Constitución del dictador Augusto Pinochet y abriendo un proceso de cambio. Los y las chilenas se pusieron de pie para derrotar esas políticas que expulsan y oprimen a las grandes mayorías.

En Colombia el pueblo dijo "hasta acá". Y ahora van por todo, porque así es cuando el pueblo se pone de pie. Y aunque Iván Duque retrocedió con su primer plan de ajuste, eso ya no es suficiente. En Colombia el pueblo quiere avanzar y tener justicia social, salud universal, educación pública y otras reivindicaciones.

En Perú, un profesor, un dirigente sindical, un campesino, un rondero que defiende las tradiciones originarias en su práctica diaria fue elegido presidente. Inesperado para los grandes medios socios de los poderosos del Perú, que solo escuchan lo que dicen los imperialismos y olvidan que existen los movimientos populares. Allí es donde el pueblo crece, se organiza y lucha.

Es imposible que este triunfo no se una a la epopeya chilena, a la heroica lucha del pueblo colombiano o al aplastamiento del golpe reaccionario en Bolivia. En Perú se abre la posibilidad de empezar a escribir una nueva historia, la historia de los nadies, la historia del pueblo.

En la Argentina desde el Frente de Todos peleamos para ser parte de estos procesos de América Latina, peleamos por resolver las urgencias de nuestro pueblo: tierra, techo y trabajo.

Para eso debemos recuperar las palancas de nuestra soberanía, como es el caso de la hidrovía del Paraná y la producción del litio, entre otras. Sin ellas no será posible poner de pie a nuestra Patria.

Vamos a salir distintos de esta pandemia, pero no por la acción de un virus, sino por la de los pueblos. Latinoamérica es mi Patria.