Luego de que Juntos por el Cambio avisara al oficialismo que no está dispuesto a votar afirmativamente el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tal como está redactado el articulado, y que incluso podría arriesgarse a imponer un dictamen propio en la sesión, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, hace equilibrio entre el Gobierno, el organismo internacional y la oposición, y concentra toda su energía en acercar posiciones.

El titular de la Cámara baja vive jornadas agitadas a plena rosca política, pero está confiado en las posibilidades de obtener la media sanción, aún en un escenario de no acuerdo con la oposición.

Juntos por el Cambio exige que el proyecto solamente plasme la autorización del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo para que realice operaciones de refinanciamiento con el FMI, pero no quiere quedar "pegado" al programa económico que el ministro de Economía, Martín Guzmán, pactó con el staff del organismo de crédito.

Por eso insisten en que el artículo dos del proyecto, que es el que remite a los anexos donde están contenidas las políticas con que el Gobierno pretende cumplir con el programa de metas fiscales y monetarias, es "invotable".

La propuesta de la principal alianza opositora es que la ley tenga un solo artículo simple avalando el financiamiento y los plazos. En este contexto, Massa es propenso a encontrar una fórmula en la redacción que conforme a las partes.

El problema es que conciliar los intereses de cada una de las partes no es una tarea sencilla y menos cuando las agujas del reloj avanzan irremediablemente y estrechan cada vez más el camino hacia un acuerdo.

Por caso, Guzmán ya confesó que no quiere excluir al programa económico de la letra del proyecto, y la misma exigencia le hicieron saber miembros del staff del FMI a Massa durante una reunión que mantuvieron en la mañana de ayer. "Somos poderes distintos", explicaron a NA fuentes parlamentarias del oficialismo que preferirían encontrar una receta que amplíe el volumen de apoyo y por ende le confiera más legitimidad a la norma que salga del Congreso nacional.

"Queremos encontrar una fórmula que ordene la situación entre lo que pide el FMI, que deje tranquilo al Ministerio de Economía y con la oposición adentro", agregaron. En ese sentido, se muestran abiertos a la posibilidad de insertar modificaciones de consenso al texto del proyecto, pero solamente a cambio de que haya un compromiso real de que la oposición va a firmar el dictamen de mayoría del oficialismo.

"Ya pasó con el Presupuesto que pidieron cambios, pasaron por ventanilla y se llevaron todo lo que pidieron, y después terminaron votando en contra. Dos veces no nos va a pasar", advirtieron. Desde el oficialismo ven que Juntos por el Cambio se plantó en una actitud "extorsiva" e intentan negociar "con el revolver en la mesa" para doblegar al Frente de Todos.

"No vamos a aceptar la extorsión. Si nos extorsionan, contaremos los votos en el recinto", desafiaron las fuentes consultadas del oficialismo, confiadas en que aún sin acuerdo con Juntos por el Cambio, el proyecto tendría altas probabilidades de prosperar de todos modos, con el voto del grueso del Frente de Todos y una parte de la oposición.

Esto es así porque, según explicaron a NA, tanto en el radicalismo como en la Coalición Cívica y un sector del PRO no quieren quedar en la historia como responsables de haber empujado al país a un eventual default, por lo que -arriesgaron- no votarían en contra.

"Si ellos votan divididos, la ley sale y encima a nosotros nos sirve que estalle la interna de Juntos por el Cambio", analizaron. Y agregaron: "Si votan en contra se demolería su credibilidad internacional porque no tendrían cómo explicar a los organismos que quienes tomaron la deuda ahora no quieren pagar y generaron el default".

En efecto, en Juntos por el Cambio no hay un criterio común sobre qué hacer: a los halcones del PRO les preocupa cuidar a su núcleo duro que les pide que voten en contra del proyecto, y así no ceder la bandera de la intransigencia en manos de los liberales (que adelantaron el rechazo en la votación).

En la UCR y especialmente en la Coalición Cívica, en cambio, predomina el deseo de no entorpecer el acuerdo ya que les preocupa que se los recuerde como los firmantes del default y de las consecuencias que se derivan de la cesación de pagos.

Inclusive en el oficialismo especulan que los diputados que responden al gobernador jujeño y presidente de la UCR, Gerardo Morales, quien ayer reclamó explícitamente en Diputados que salga la ley, votarán finalmente a favor del acuerdo con el FMI, sea cual sea la decisión que adopte el bloque radical.

"Todo el mundo tensa para defender su metrito cuadrado y su capricho. Pero no hay lugar para caprichos en este tema", reflexionaron desde el Frente de Todos sobre la confusión y dispersión que reina en la alianza opositora.

La opción que baraja Juntos por el Cambio para salir del laberinto, en caso de que el oficialismo no incluya modificaciones al proyecto, es la de abstenerse en general y luego rechazar o abstenerse en la votación en particular del artículo dos.

El problema que tienen con esta estrategia es que las abstenciones, en este caso, jugarían a favor de la aprobación de la ley, y además quedaría en pie el artículo 2 que es el que vienen resistiendo. "Si se aprueba en general, a lo máximo que pueden aspirar esa rechazar el artículo. Y ahí se les va a dividir el voto", aventuraron desde el oficialismo. Votar en contra tampoco es una opción demasiado viable porque casi nadie en Juntos por el Cambio quiere el default.

La oposición se encuentra entonces en una encrucijada compleja, de difícil solución. En este escenario incómodo, los principales referentes de Juntos por el Cambio esperan que hoy les llegue de boca de Massa una contrapropuesta con una redacción más acorde a sus pretensiones, que sea música para sus oídos y zanje definitivamente la cuestión.

En el Frente de Todos, en tanto, Massa y el titular del bloque, el santafesino Germán Martínez, trabajan para convencer a la mayor cantidad de diputados oficialistas, aunque todo apunta a que los legisladores de La Cámpora, los del Frente Patria Grande (de Juan Grabois) y de la Corriente Clasista y Combativa no acompañarán positivamente (las opciones serían abstenerse, votar en contra o ausentarse en la sesión).