Richard Feynman fue un físico teórico estadounidense que recibió el Premio Nobel en 1965 por sus contribuciones al desarrollo de la electrodinámica
cuántica. Tuvo una muy variada vida científica en la que, entre otras cosas, introdujo el concepto de nanotecnología.

Feynman era un personaje peculiar, ya que solía incursionar en áreas algo alejadas de su formación específica simplemente por curiosidad. Escribió un libro muy divertido llamado "Seguramente está bromeando, Dr. Feynman", donde cuenta sus experiencias en el mundo de la biología.

En él describe, con gran sentido del humor, el rechazo de algunos biólogos a ese "intruso", pero también la aceptación de muchos otros por la riqueza de sus interrogantes originales.

En definitiva, Feynman representa todo lo virtuoso del trabajo interdisciplinario, donde personas inteligentes y curiosas que no pertenecen a una disciplina hacen preguntas disruptivas que no se le ocurren a los más experimentados en el área.

¿Qué tiene que ver un físico estadounidense con las elecciones en Argentina este año? Cada vez que un periodista me pregunta por mi experiencia política, que es profusa, pero que nunca se encasilló dentro de un partido específico, recuerdo a Feynman.

Principalmente, me identifico en esa sana costumbre de traer la mirada nueva y las preguntas distintas. Hay muchos políticos muy experimentados y respetados, pero que quizás, ante la frescura de la "pregunta" que no se les ocurrió pueden dar con las soluciones que no encontraban, por estar siempre departiendo entre los propios.

En ese sentido, convocar a ciudadanos dispuestos a proveer esas nuevas miradas, sin intenciones de "dinamitar" el sistema ni hacer "antipolítica extrema", permite incorporar diversidad para mejorar las legislaturas.

Incluir en una lista ciudadanos de distintos campos, ya sea de la ciencia, como es mi caso, como de las pymes o del mundo emprendedor, es una propuesta audaz y original.

La mayoría somos personas con un gran caudal de experiencia por fuera de la política, con formación académica indudable y con un enorme entusiasmo por una tarea que sabemos compleja y difícil.

Involucrarse hoy es imprescindible, aunque todos sabemos que quizás es el momento menos amable para hacerlo por la magnitud del desafío.

En mi caso, se suma el hecho de que la mirada del científico no puede ser solamente coyuntura. Mis propuestas en ciencia y tecnología, vinculadas al desarrollo de Argentina, son una apuesta a ese futuro que ya está entre nosotros y que no podemos permitir que se escurra entre lo urgente.

La urgencia nunca va a dejar de ser tal si no proyectamos nuestro país más allá del hoy.

Vuelvo a Feynman: él también desempeñó un rol importante en la Comisión Presidencial Rogers, que investigó el accidente del Challenger.

Narró su participación en esta Comisión en otro libro. Allí revela su sorpresa ante la desconexión entre los ingenieros y ejecutivos de la NASA, que incurrieron en malentendidos sorprendentes de conceptos elementales.

Es ya muy conocida su frase final en el informe: "Para una tecnología exitosa, la realidad debe prevalecer sobre las relaciones públicas, la naturaleza no puede ser engañada".

¿Acaso toda esa situación no resuena en nuestra Argentina actual?

Observar un problema desde otra perspectiva enriquece a la disciplina, ya que frecuentemente marca nuevas direcciones, promueve preguntas distintas y provoca que todos vean los problemas desde otro ángulo. Esto posibilita que se busquen nuevas respuestas y soluciones. Y la política argentina no es la
excepción.

Quizá pocos sepan que en 1966 el sujeto de esta columna pensó en postularse para gobernador de California. Si bien nunca lo concretó, estoy segura de que su mirada en política hubiera sido tan esclarecedora como la que tuvo en biología. Ver la realidad desde otra perspectiva siempre debe ser bienvenido en cualquier campo de trabajo.

(*) - Sandra Pitta es biotecnóloga, investigadora del Conicet y candidata a diputada nacional de Juntos por el Cambio por la ciudad de Buenos Aires.