Qué pasó con el lugar en el que murió Evita
El Palacio Unzué fue utilizado como residencia presidencial por Juan Domingo Perón y la abanderada de los humildes. Sin embargo, la Revolución Libertadora tomo una decisión irreversible en su afán de borrar todo vestigio de peronismo.
Cuando el reloj marcó las 20:25 aquel sábado 26 de julio de 1952, Evita dio su último respiro en una de las habitaciones del Palacio Unzué, tras varios meses de sufrimiento y batalla contra el cáncer.
Todo lo que siguió en el derrotero de su cuerpo quedó para la historia como un punto de convocatoria, ya sea política, social y hasta turística: desde el edificio de la CGT hasta su tumba en el Cementerio de la Recoleta, pasando también por el Cimitero Maggiore di Milano, donde la abanderada de los humildes estuvo escondida bajo una lápida con el nombre de "María Maggi de Magistris".
Sin embargo, el lugar mismo donde la entonces primera dama falleció no puede hoy ser visitado, por la sencilla razón de que ya no existe.
El Palacio Unzué, que ofició como residencia presidencial permanente durante la gestión de Juan Domingo Perón, era una imponente construcción que había sido levantada a fines de la década de 1880 por el acaudalado ganadero Mariano Unzué para utilizarla como casa de veraneo.
El caserón de estilo afrancesado contaba con un enorme jardín de 20 mil metros cuadrados, adornado con gran cantidad de estatuas que actualmente están en el Parque Lezama. Desde allí se podía divisar la ribera del Río de la Plata, que por esos años quedaba cerca de allí.
Tras la crisis de 1930, muchos de los lujosos palacios pertenecientes a destacadas familias porteñas fueron expropiados y el Unzué no fue la excepción. En enero de 1937, la Cámara de Diputados aprobó, en una polémica sesión, la expropiación de la quinta: en el recinto de la Cámara baja, el diputado Enrique Dickman fue uno de los que se opuso con mayor fuerza a esa medida, por considerarla como un método de salvación económica de esas familias en crisis.
Algunos años después, tras la Revolución del 43, el presidente de facto Edelmiro Farrell utilizó la mansión esporádicamente. Recién Juan Domingo Perón fue el primero en instalarse de manera definitiva para usarla como residencia presidencial.
En ese lugar falleció Eva Duarte de Perón en la noche del 26 de julio de 1952 y rápidamente se convirtió en un lugar de peregrinación para miles de personas que dejaban mensajes y flores en recuerdo de la abanderada de los humildes.
Después del golpe de 1955 que derrocó a Perón, la Revolución Libertadora llevó adelante una fuerte política destinada a eliminar todo vestigio del justicialismo y eso incluyó al imponente palacio de estilo afrancesado: en 1956 se ordenó su demolición.
"Los gastos de funcionamiento y refacciones a efectuarse por razones de imperiosa necesidad en el citado inmueble superan la cifra de un millón setecientos mil pesos moneda nacional, inversión que no guardaría proporción con el valor intrínseco del edificio; si bien es cierto en épocas anteriores ha servido de Residencia Presidencial, ya no es posible efectuar nuevas refacciones ni adecuarla desde el punto de vista funcional y arquitectónico para que satisfaga las características mínimas que debe ofrecer un inmueble destinado al alojamiento del señor Presidente de la República", fundamentaba el decreto 14.576, firmado por el dictador Pedro Eugenio Aramburu.
Sólo se salvaron algunos árboles y el edificio donde residía el personal del Palacio Unzué, que desde 1997 es la sede del Instituto Nacional "Juan Domingo Perón" de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas.
Actualmente, el predio donde se levantaba la majestuosa residencia está ocupado por la Biblioteca Nacional y algunos espacios verdes, como las plazas Evita, Mitre y Leloir, entre otras.