El juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla procesó a dos oficiales de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires y a un militar en actividad por el robo de un misil en enero de 2015, poco antes de la muerte del fiscal Alberto Nisman.

Se trata de los oficiales policiales Leonardo José Córdoba  y Héctor Enrique Valenzuela, y del teniente coronel Fabián Torrengo,  a cargo del Jefe de Regimiento de Infantería Mecanizado 6 de Toay (La Pampa)

Otro militar, el mayor Gonzalo Damián Gottifredi, con cargo de Oficial de Personal del Liceo Militar General Belgrano de Santa Fe, fue beneficiado con “falta de mérito”.

Los procesamientos obedecen a los delitos de peculado y encubrimiento e incluyen embargos que llegan a los tres millones de pesos.

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En algún momento de la investigación por la muerte de Nisman apareció mencionado el robo del misil como vinculado a la denuncia por presunto encubrimiento al gobierno de Cristina Kirchner de los iraníes acusados por el atentado contra la AMIA.

El juez Ramos Padilla explicó que “en esta causa se investigan las circunstancias en las que se produjo el robo de un misil antitanque TOW A-2 –una munición de guerra de gran poder de destrucción–, ocurrido en el mes de enero del año 2015”.

La resolución, de un centenar y medio de páginas, dio por probada en esta etapa de la causa “la participación y la responsabilidad de varios miembros de la Guarnición Arana, tanto por su directa intervención material en la sustracción de la munición, como por el encubrimiento de lo sucedido”.

“Las pruebas reunidas en el expediente permiten sostener con alta probabilidad la hipótesis de que el autor de la sustracción del misil fue alguien perteneciente a la misma Guarnición Arana del Ejército Argentino”, aseguró el juez.

“Es evidente que el o los autores no actuaron guiados por una finalidad económica, sino muy posiblemente motivados por la intención de causar un daño y/o perjudicar a alguna autoridad”, conjeturó Ramos Padilla.

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Por esa razón, añadió, quienes sustrajeron el misil procuraron que el hecho fuera conocido, “como así también que el proyectil luego apareciera”.

En efecto, el misil apareció: “Autores desconocidos –posiblemente relacionados con el robo ocurrido en primer término– lo colocaron en un lugar público, a la vera de una calle, para ser encontrado por empleados municipales encargados de la limpieza y mantenimiento de los espacios públicos”.

El misil fue finalmente detonado en una operación controlada.

“El hecho investigado se trató de una escena montada”, resumió el magistrado.