Pensar el país con una mirada de eficiencia y libertad
Más Estado significa menos libertad. Regulaciones, permisos, cupos y controles coartan nuestro espacio disponible para decisiones personales, quitándonos tiempo y recursos.
¿Cuál es el tamaño que tiene que tener el Estado? Y, siguiendo esa línea de pensamiento, ¿por qué a los argentinos nos cuesta tanto vincular el rol de un Estado inmenso e ineficiente con la pérdida de nuestras libertades individuales? Dos preguntas esenciales que en sus respuestas podemos encontrar gran parte de los problemas que enfrenta nuestro país desde hace décadas.
Para responder a la primera, podemos establecer que, dentro de la corriente liberal, existen diversas opiniones. Hay sectores que creen que el Estado es importante y tiene que tener cierta presencia; otros, más cercanos al anarquismo que al liberalismo clásico, proponen una ausencia casi total de éste. No se puede negar que a mayor injerencia del Estado en nuestro día a día, mayor es la posibilidad para gobiernos autoritarios de avanzar sobre nuestros derechos constitucionales.
Esto nos lleva a la segunda idea. ¿Percibimos los argentinos que con mayor Estado suele haber menos libertad? ¿Queremos ser dóciles y aceptar las condiciones que propone el Gobierno de turno? ¿O queremos ejercer nuestro lugar en la sociedad de manera empoderada, batallando a diario para disponer sobre nuestras propias vidas?
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A pesar de los desastrosos gobiernos que tuvimos que vivir, la realidad nos demuestra todos los días que los argentinos queremos ser independientes y libres. Estamos orgullosos de nuestra patria, nuestra bandera, nuestra familia, nuestra moral, de nuestro futuro y pasado. Nos gusta poder tomar decisiones propias y resolver nuestros problemas. Por esto, es muy importante empezar a vincular el tamaño del Estado voraz que sufrimos con las libertades individuales perdidas por todos nosotros.
Analicemos ejemplos: en su último balance como empresa privada, Aerolíneas Argentinas informó un resultado negativo por unos 200 millones de dólares. Después de ser expropiada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner durante 2008, su déficit se multiplicó y ahora tiene pérdidas anuales de entre 600 y 800 millones de dólares. En 2020, en plena pandemia, el Tesoro le transfirió $45.076 millones porque debido a las restricciones “no pudo volar”. Doloroso en un país con tanta pobreza como el nuestro.
Pero pensemos en cómo estas decisiones afectan a las libertades. Aerolíneas Argentinas no solo le genera altísimas pérdidas al Estado, sino también al bolsillo del laburante que gracias a la apertura comercial de los cielos había podido recorrer el país, conocer nuestros incomparables paisajes y reconectar con familiares y amigos. El actual Gobierno fijó precios mínimos para los tickets aéreos. Aunque se pueda cobrar menos, te obligan a pagar más. Menos libertades para vos.
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Siguiente: debido a la desastrosa gestión de la economía y al descontrolado gasto público, el Gobierno nacional constantemente está ajustando el cepo cambiario. Estas restricciones afectan y distorsionan el mercado automotor, donde todos los días los argentinos compran y venden vehículos. Hoy, si tenés ganas de cambiar el auto, te enfrentás a tres escenarios: pagarlo a precio de lista y recibirlo en seis meses; pagar un sobreprecio de hasta el 20% del valor de lista para que te lo entreguen rápido, o comprar un auto usado también a mayor valor, porque al existir demora para recibir un cero kilómetro un usado vale más. Nuevamente, menos libertades para vos.
Otro avance sobre la libertad que el ciudadano viene tolerando se da en los episodios de adoctrinamiento que docentes y directivos llevan a cabo en distintas escuelas y universidades del país. Y no nos referimos exclusivamente a la relación docente-alumno, de la que hemos tenido tristes ejemplos recientemente, sino también de la presión ejercida por sectores sindicales a otros docentes. Nada más lejos de una ciudadanía libre y empoderada que un sindicalista quitándole la posibilidad a nuestros hijos de sentarse todos los días en su aula, con su docente y con sus amigos.
Espero que después de leer este texto, ya quede algo en claro: más Estado es menos libertad. Regulaciones, permisos, cupos y controles coartan nuestro espacio disponible para decisiones personales, quitándonos tiempo y recursos. A quienes producimos, invertimos y nos capacitamos, sólo un Estado eficiente, reducido y bien administrado nos puede ayudar a ser libres. Construyámoslo juntos.
(* - Roberto García Moritán es legislador de la Ciudad de Buenos Aires de Republicanos Unidos).