Los sindicalistas en la Argentina son reyes sin control. Hay que terminar con las oligarquías sindicales,cómplices del empobrecimiento de los argentinos.

Sin reformas que nos ubiquen en el siglo XXI seguiremos maniatados por quienes con esquemas corruptos, populistas, antidemocráticos, extorsionadores, desestabilizadores, dirigistas, y rígidos del pasado; te condicionan y asedian cuando no son gobiernos. La historia y los antecedentes están a la vista..

Son los grandes armadores de estallidos sociales y desestabilizadores de gobiernos no peronistas. A Raúl Alfonsín, Fernando De La Rúa y Mauricio Macri le hicieron 26 paros generales (13/8/5) respectivamente. A Alberto Fernández ningún paro general. A Néstor Kirchner solo uno y a Cristina cinco paritos "por la galeri". 

De los 40 años de democracia, el peronismo gobernó 28, el 70 por ciento de ese tiempo. Pero desde 1989 lo ha hecho 28 de los 34 años transcurridos. Ha sido la mayor participación del sindicalismo en el poder de su historia .

Leer: El empleo privado registrado suma 31 meses de crecimiento pero los trabajadores pierden contra la inflación

A los dirigentes gremiales no les gusta que se les recuerden las conclusiones de su accionar: sindicalistas monárquicos multimillonarios y trabajadores empobrecidos, con salarios pulverizados que se encuentran en zona de descenso de la región, víctimas del desempleo y exclusión. 

Los resultados de los gobiernos peronistas con la complicidad de un sindicalismo mafioso han sido los que están a la vista.

Esa puja es la que tenemos que cortar y evitar que otra vez se ponga en juego con un nuevo gobierno de Juntos por el Cambio, como un loop irrompible e inconducente, que condiciona y frustra el cambio y el desarrollo del país.

No es pactando en secreto el sostenimiento de privilegios sindicales la forma de liberar las fuerzas de la producción, de incrementar las exportaciones de nuestros empresarios, productores y emprendedores y garantizarle seguridad jurídica a la inversión y a las fuerzas productivas del país.

No salimos pactando con el pasado, con los corruptos y opacos y sosteniendo métodos mafiosos y esquemas autoritarios."No salimos pactando con el pasado".

La Omertá, es una ley mafiosa de silencio, es el código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas que incumben a las personas implicadas. Eso no puede pasar en el país.

Este caos y desgobierno que vive el país, nos debe hacer reflexionar acerca de los armadores de estallidos sociales.

La hecatombe política, institucional, económica, financiera y social más grande de la historia transita con calma en las calles, sin paros generales, sin movilizaciones de la izquierda, sin marchas de estudiantes ni de organizaciones sociales y sin duros documentos y ásperas homilías de la iglesia.

Tampoco vemos llantos conmovedores de periodistas, artistas, ni duros planteamientos de la academia y los seudos y falsos progresistas de salón, ni representantes gremiales o políticos de los jubilados exigiendo terminar con estas politicas de hambre y expoliación.

Tampoco se les escucha el tono de voz ni se los ve preocupados a quienes desde distintas Ong, claman contra los argentinos que están en situación de calle, sin comida, medicamentos, abrigo y la mínima atención medica. Es que lo evidente, si es que tiene algo, es que siempre es evidente.

La realidad es más rica que como la contamos y que decimos frente a lo que ocurre. Las omisiones son tal voluntarias como las acciones, solo a que diferencias de estas, solo basta con no hacer, no decir, con callarse y hacerse el distraído.

Hay que dejar de hipotecar el futuro. Dejar de desconectar el presente del futuro. Darle al futuro un lugar de privilegio en el debate público y en la agenda pública.

Con los opacos no habrá transparencia, con los corruptos no habrá desarrollo ni equidad, con los que atacan la división de poderes no habrá República, con los que desconocen los fallos de la Corte no habrá justicia, con los que usan y le roban a los pobres no habrá educación, con los sindicalistas que atacan a quienes producen no habrá incremento de exportaciones e inversiones: con los autoritarios no habrá libertad de expresión ni democracia.

Para que la Argentina salga adelante hay que dejar el pasado atrás. No salimos con rejuntes y amontonamientos de dirigentes reciclados, sino con justicia, progreso y oportunidades.

Los enemigos del futuro, no son solamente los que quieren profundizar el pasado, o propician falsos pactos históricos que esconden amnistías frente al saqueo del país; sino que también lo son quienes defienden el futuro pero lo hacen mal.


(*) - Álvaro De Lamadrid es dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR)/Juntos por el Cambio.