Nuestra nación está inmersa en una marea de crisis de toda índole, que afectan al conjunto de la vida nacional. Hay crisis en lo económico, en lo sanitario, en lo social, en la seguridad, en lo laboral, y podríamos seguir con un largo etcétera. Pero la crisis más profunda, el verdadero origen de esta gravísima situación, es la crisis de autoridad y representación, el abismo que existe entre nuestro pueblo y la actual clase dirigente, cuya credibilidad está más devaluada que el peso.

Cuando recuperamos el ejercicio de la soberanía popular en 1983, se nos dijo que “con la democracia se come, se cura y se educa”. Treinta y ocho años después y habiendo pasado por el poder lo más variado de la casta política predominante, ninguna de esas tres promesas se ha cumplido. En un país casi grande como Europa y con tan poca población, donde el real desafío de los gobiernos fue administrar la abundancia y no la escasez, es inaceptable que se hayan dilapidado esas extraordinarias posibilidades y se nos haya empobrecido hasta límites inimaginables.

Nuestra concepción es que la auténtica democracia es aquella que realiza la prosperidad del pueblo y la grandeza de la Patria. La posibilidad de ejercer el derecho al voto cada dos años es fundamental, pero eso no basta si sólo cambian o se rotan personajes y las cuestiones estructurales siguen igual.

Hasta ahora sólo tuvimos una democracia formal, no una democracia sustancial, verdadera. Por eso no dudo en calificar como infames estas cuatro décadas, donde sucesivos responsables defraudaron y traicionaron la confianza ciudadana depositada en las urnas. La existencia de la famosa grieta es falsa, sólo existen disputas por la alternancia en el poder. Son dos caras de la misma moneda.

Propuestas

Pero las críticas de nada sirven sin las propuestas, por eso quisiera señalar algunas iniciativas que sostendremos en el Congreso nacional, de ser electos.

Entre otros proyectos: establecer reglas que pongan fin a la usura y abusos del sistema bancario y financiero; declarar la intangibilidad de los fondos de la ANSeS, debemos terminar con el saqueo político y clientelista al patrimonio legítimo de nuestros jubilados; derogar la ley de aborto que viola el primer derecho humano, que es el derecho a la vida; una nueva legislación de adopción prenatal y que proteja a la madre soltera; equiparar la corrupción en la función pública como delito de traición a la Patria; impedir la reducción de penas en los delitos comunes, las sentencias deberán cumplirse hasta el último día y tal como fueron dictadas; terminar con fueros y privilegios en los ámbitos ejecutivo, legislativo y judicial; proponer la Red Federal de Minimercados Centrales, para recuperar la transparencia en la comercialización de nuestros alimentos, acabar con los sobreprecios y la intermediación perniciosa; garantizar doble turno y tres comidas reforzadas en todas las escuelas públicas, con actividades tanto curriculares como de recreación deportiva, formación cultural e integración comunitaria; impulsar el Servicio Cívico Patriótico para los jóvenes que no trabajan ni estudian.

Nosotros somos predicadores de esperanza, pues creemos en las reservas morales de nuestro pueblo. En este 2021, los argentinos en general y los bonaerenses en particular, tenemos la oportunidad de iniciar un camino distinto, empezando a dejar atrás este molde bipolar que sólo nos trajo corrupción, pobreza y dependencia.

En esa lucha estamos. Primero la Patria.

(Alejandro Biondini es precandidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires por el Frente Patriota).