Se cumplen este 2 de abril 40 años del comienzo de la guerra de Malvinas y en el plano social del conflicto, aún quedan dos asuntos pendientes y que incluso se han ido profundizando en el país con motivo del tiempo transcurrido sin una resolución.

En mi experiencia como investigadora, he abordado desde hace ocho años esos dos temas, la participación de las mujeres en la contienda bélica y la identidad de los soldados enterrados en el cementerio militar argentino de Darwin.

El libro “Mujeres invisibles” publicado en 2014 generó en ese momento un enorme impacto social y periodístico, que resurge año a año cada 2 de abril. Todavía los argentinos y argentinas se hacen preguntas sobre estas mujeres, que nunca terminaron de ingresar en la historia de la guerra.

Los motivos son diversos y van desde el silencio institucional de las Fuerzas Armadas, que hasta se puede traducir en violencia institucional, hasta cuestiones personales de cada una de estas mujeres a las que la guerra marcó para siempre.

Debemos sumar el concepto internacionalmente concebido de que fueron a la guerra o son parte de su universo aquellos que portaron armas, lanzaron bombas o se defendieron o murieron en una trinchera. En el caso de nuestra guerra, todos varones.

La historiografía universal, de marcado corte machista, tiende a dejar a las mujeres como un apartado en la historia, o a la hora de la reconstrucción de la historia reciente, como si éstas no fueran parte de la historia de la humanidad.

En el mundo, cuando sucede una guerra, las primeras víctimas son las mujeres y los niños, que son siempre los primeros en ser desplazados, además de convertirse en la población más vulnerable.

Estas mujeres de Malvinas, veteranas desde que se sancionó la ley que determina la veteranía para los hombres, han sido poco consideradas por el motivo expuesto en el párrafo anterior.

Fueron enfermeras, instrumentadoras quirúrgicas, operadoras de radio, comisarios navales que se abrieron paso en un camino de hombres y desempañando tareas con excelencia en lo que les tocó hacer.

En 2012 fue necesaria una resolución del Ministerio de Defensa que aclara que estas mujeres estuvieron cumpliendo con su deber y a la altura de sus pares varones. Una resolución que, lejos de igualar, discrimina.

Es urgente y necesario reparar la presencia de estas mujeres en la memoria colectiva de la sociedad y referirnos a las “veteranas” con todas las letras, porque siempre han existido, no son una moda sexista.

Durante la guerra de Malvinas, por su lugar de desarrollo, tanto la Argentina como el Reino Unido debieron requisar (acondicionar) buques hospitales y en los más importantes de ambos países se embarcaron mujeres.

Este tema en particular se desarrolla hoy en la Facultad de Ciencias de la Administración del CRUC IUA (Instituto Universitario Aeronáutico) en Córdoba, perteneciente a la UNDEF (Universidad de la Defensa Nacional). Este proyecto viene a cubrir un vacío sobre la profundización de estas cuestiones. En el caso del Reino Unido, el cuerpo de enfermeras Reales Reina Alexandra se embarcó por primera vez en un buque hospital para una guerra. Un hecho inédito en la historia del Reino Unido, poco dimensionado y estudiado tanto en su propio país como en el nuestro.

Mujeres veteranas e identificación de soldados “solo conocidos por Dios”, dos temas aún pendientes
Enfermeras en la guerra de Malvinas. Foto/NA.

La importancia en cuanto a los soldados argentinos atendidos en ese buque (alrededor de 150) y para la acción humanitaria internacional debe resaltarse y es en el marco de ese trabajo de investigación, del que soy parte, que trataremos de llegar a analizar el rol de esas mujeres, la inversión de ambos países en esos buques, el rendimiento y resultados. Siendo ésta una manera de generar conciencia a los profesionales de la facultad, docentes, egresados y alumnos sobre un eje transversal de género. Es la primera vez en 40 años que se lleva a cabo un proyecto de investigación académica sobre este tema.

El buque hospital argentino más importante de la guerra fue el rompehielos ARA Almirante Irizar, que fue configurado en la Base Naval de Puerto Belgrano. En él se embarcaron en junio, en los días más difíciles de la guerra, seis instrumentadoras quirúrgicas, civiles, fueron voluntarias, eran muy jóvenes y sufrieron los embates de las olas del mar argentino de más de diez metros.

Por su parte, en el buque británico SS Uganda, el hospital flotante más grande de la guerra, llegaron al mar argentino, desconocido para ellas, 31 enfermeras con un promedio de edad de 22 años.

Sus experiencias personales fueron similares y este año, por primera vez en cuatro décadas una instrumentadora del Irizar y una enfermera del Uganda se conocieron en Buenos Aires y se dieron un abrazo. “Siento que la conozco de toda la vida”, dijo Silvia Barrera, respecto de Sue Warren, británica.

De las 16 veteranas, la Fuerza Aérea Argentina tiene la única que pisó territorio insultar de Malvinas durante la guerra, Liliana Colino, que atada a la compuerta de un avión Hércules 130 que no se detenía en la pista cargaba heridos para trasladarlos al continente. Sus misiones eran de un riesgo absoluto, sin embargo, hoy no se habla de ella en la Fuerza Aérea.

Formaba parte de la dotación del hospital reubicable que estaba en la cabecera de pista del aeropuerto de Comodoro Rivadavia junto a otras compañeras que permanecieron allí, recibiendo a esos heridos que bajaban del avión llorando y pidiendo por sus madres.

Hace pocos días se inauguró en el Edificio Cóndor, sede de dicha fuerza, la Sala Gesta de Malvinas “Sentimiento vivo”, que conmemora los 40 años de la guerra.

De la única veterana Liliana Colino no existe objeto alguno, banner o comentario, y esto tiene que ver con el conflicto descripto anteriormente.

Respecto de las civiles, a las que afectó la guerra, la ignorancia es completa en la sociedad en su conjunto. Y en el mundo en general, nadie recuerda a los civiles después de una guerra, aquellas que recibieron soldados en sus casas, en las ciudades de la Patagonia, las que les hicieron comida cuando volvieron de la guerra, las que organizaron los operativos de oscurecimiento ante el riesgo de bombardeos en esas ciudades de la costa.

En las islas, en esta guerra, las únicas personas civiles muertas fueron tres mujeres y siete más en la posguerra, debido a accidentes ocasionados por minas. En Argentina después de casi 40 años se presentó un proyecto de ley para que este día sea el del “veterano y la veterana”, única manera de darles por fin presencia histórica y social a ellas.

El proyecto fue presentado por la diputada riojana Hilda Aguirre de Soria y propone la modificación del artículo 1 de la ley 25.370 que establece el “Día del veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas” para ser denominado, de aprobarse el proyecto, “Día del veterano, la veterana y los caídos en la guerra de Malvinas”

El argumento de la diputada es claro: “Es necesario y urgente dar de una vez perspectiva de género al episodio histórico de la guerra de Malvinas, donde existen mujeres veteranas, al igual que los hombres”.

Para incluir a todas las argentinas debemos repetir sus nombres, ellas son: Mariana Soneira, Marta Giménez (Buque ARA Canal de Beagle), Graciela Gerónimo (Buque Bahía San Blas), Doris West (Buque Elma Formosa), Susana Mazza (fallecida), Silvia Barrera, María Marta Leme, Norma Navarro, María Cecilia Richieri, María Angélica Sendes (ARA Almirante Irizar), Liliana Colino (Fuerza Aérea Argentina) Maureen Dolan, Cristina Cormack, Silvina Storey (mediadoras), Olga Cáceres, Marcia Marchesotti (Buque Bahía Cincel)

Claro que a las mujeres las abarca la misma disputa que a los varones respecto de continentales y veteranas, y algunas continentales que desempeñaron tareas muy importantes se volvieron muy conflictivas persiguiendo una condición que la ley no les otorga, y una pensión.

La identidad de los combatientes

La identidad de los soldados enterrados en el cementerio de Darwin tiene hoy nueve restos pendientes de identificación. Se sigue trabajando en encontrar familias, tomar muestras y el presidente Alberto Fernández anunció, en el inicio de las sesiones legislativas, la elevación de un pedido a la Cruz Roja Internacional para avanzar en el tercer acuerdo del Plan Proyecto Humanitario sobre una tumba múltiple que contiene dos de esos nueve restos que aún faltan identificar.

Mi segunda investigación sobre Malvinas está vinculada al proceso de identidad y fue plasmada después de cuatro años de trabajo en el libro “Soldado desconocido, un largo camino a Darwin”, publicado en 2021.

El primer Plan Proyecto Humanitario fue firmado durante los primeros meses de la gestión del ex presidente Mauricio Macri y en esa primera etapa se identificaron 115 soldados. En el Plan Proyecto Humanitario Segundo se identificaron cuatro soldados más, de una tumba múltiple, a la que en 2004, con la puesta en valor del cementerio, se le colocaron nombres de otros soldados.

Nunca sabremos porqué se produjo, pero demoró el proceso de reparación de esas tres familias hasta que se pudieron identificar en tumbas simples.

Mujeres veteranas e identificación de soldados “solo conocidos por Dios”, dos temas aún pendientes
Tareas de identificación en el cementerio de Darwin. Foto/NA.

El acuerdo llevó varios años de negociaciones desde que se impulsara la causa judicialmente por pedido de unas madres chaqueñas bajo el patrocinio del entonces abogado Alejo Ramos Padilla. El juez Julián Ercolini ordenó por fallo judicial a Cristina Fernández de Kirchner en 2012 negociar el inicio del proceso que acabó firmando el gobierno de Macri.

Y es éste el punto más importante, señalar este acuerdo como una política de estado perdurable respecto de la guerra de Malvinas.

Entre mayo y junio de 2017 comenzó la identificación de los combatientes caídos en la guerra de Malvinas sepultados como “soldados solo conocidos por Dios”, en el cementerio argentino en Darwin en las islas.

Si bien es éste un hecho humanitario que no debe politizarse, entender Malvinas como parte ajena a la dictadura es un absurdo: ocurrió por responsabilidad del gobierno militar.

La terminología empleada para señalar a los muertos que dejó la guerra es materia de esos mezquinos análisis de sectores políticos, que nada tiene que ver con la acción soberana de identificarlos.

Nada afecta la realidad histórica y brutal de que la guerra fue la última garra que alzó la dictadura para quedarse un poco más en el poder. Y eso no hace menos héroes a sus muertos, por ellos volvimos a la democracia.

Este proceso de identificación llevó años de reclamo de organizaciones y grupos de familiares para que finalmente los deudos puedan saber cuál fue el destino final de sus seres queridos.

La identidad es un derecho y la identidad de los muertos en combate es un derecho amparado en el Derecho Internacional Humanitario en el que solo intervienen los deudos y las partes del acuerdo, nadie más, porque son sus muertos.

La guerra de Malvinas no tiene una historia oficial que recopile importantes documentos que han permanecido guardados por muchos años, documentos que aportan a la verdad y que, al momento de esclarecer algunas circunstancias, debieron ser evaluados por el Estado.

Ese mismo Estado que a cargo de la dictadura improvisó en la guerra, siguió improvisando luego, en democracia, dejando algunas cuentas pendientes, por ejemplo, la identidad.

Mientras falte un solo soldado con posibilidades de identificar, el éxito del proceso no será completo.

El soldado desconocido es un símbolo de la crueldad de la guerra, pero también el símbolo de la esperanza de traerlo a casa.

Porque cuando un soldado recupera su nombre, vuelve a casa, en recuerdos, en presencia, en charlas, en el amor de sus seres queridos que lo evocan, sabiendo que ya recuperó la dignidad póstuma.

Alicia Panero es historiadora y escritora; autora de “Mujeres Invisibles”, publicado en 2014; y “Soldado desconocido, un largo camino a Darwin”, editado en 2021; profesora de historia en UNDEF del Centro Regional Universitario Córdoba (CRUC) – Instituto Universitario Aeronáutico (IUA); coordinadora sobre la cuestión Malvinas en Apera Asociación de Periodistas de la República Argentina.