Una coalición es una suma de sectores que confluyen y avanzan con acuerdos y diferencias. Entre sus integrantes, hay matices y opiniones distintas. Por eso, lo central es el desarrollo de mecanismos para resolver esos desacuerdos.

En la semana que pasó, la coalición gubernamental fue atravesada por una serie de tensiones y discusiones producto de los resultados insatisfactorios alcanzados por el Frente de Todos en las recientes elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Un dato muy significativo es que sólo concurrió a votar un poco más del 66% de la población. Los análisis hechos hasta ahora indican que este ausentismo fue producto de varios factores, entre ellos, cierta apatía por lo poco que se disputaba en las PASO en el Frente de Todos, dada la proliferación de listas únicas; la permanencia de la pandemia, que ha atemorizado a muchos ciudadanos y ciudadanas a la hora de decidir desplazarse hacia los lugares de votación; y el enojo ante las demandas sociales insatisfechas que las políticas del gobierno no han resuelto con la intensidad que parece haber sido necesaria.

Luego de una extensa discusión interna, la negociación entre los integrantes de la coalición avanzó, el conflicto se encauzó y se acordó la conformación de un nuevo gabinete cuyo objetivo es, entre otras cosas, tratar de darle más intensidad y profundidad a las políticas gubernamentales.

Los que se han incorporado al gabinete son dirigentes comprometidos con el proyecto. La mayoría han sido ministros de Néstor Kirchner, de Cristina Fernández de Kirchner o de ambos. Todos tienen una historia de adhesión al modelo de país que este gobierno lleva adelante. Vienen a fortalecer a la actual administración y a sumarse a trabajar para convencer a los enojados de que los problemas no se resuelven con políticas neoliberales.

Es momento de ponerse a trabajar, de mirar para adelante, de dejar atrás una crisis que se ha zanjado de manera positiva, que preserva la unidad del espacio y que lo fortalece.

Los que causaron los problemas no pueden ser los que ahora aporten la solución: el neoliberalismo produjo la actual crisis económica, luego agravada por la pandemia, y sus recetas sólo podrían profundizar los problemas que ya han generado.

Tenemos que poder explicar con claridad que ese enojo de una parte del electorado no va a encontrar una respuesta satisfactoria en un retorno a un gobierno como el que lideró Mauricio Macri a partir de 2015. Es una locura pensar que la solución va a venir de la mano de la apuesta por un Estado mínimo, por la oposición a todo tipo de regulaciones, por la búsqueda de la apertura irrestricta de la economía o por la libertad de llevarse sin ningún tipo de restricciones la riqueza generada en el país.

El plan que se desprende del proyecto de Presupuesto 2022 no tiene nada que ver con ese modelo neoliberal. El Presupuesto propone, por ejemplo, una evolución de los salarios por encima de la inflación, un crecimiento del consumo privado que supera el crecimiento del Producto Bruto —lo que marca la importancia que se le atribuye al tema de la demanda—, una inflación tendiente a la baja, y el mantenimiento de un nivel similar de déficit fiscal y la no utilización de recursos para pagarle al FMI, entre otras cuestiones.

Sólo si hubiera que pagar los 19 mil millones de dólares que el gobierno de Macri comprometió con el FMI para el año que viene (y ello sin tener en cuenta los 10 mil millones de dólares que hubiéramos tenido que desembolsar si no se negociaba con los bonistas externos), habría que eliminar la Asignación Universal por Hijo, la Asignación Universal por Embarazo, el Plan Potenciar Trabajo, el Plan Progresar, y todas las políticas alimentarias, incluida la Tarjeta Alimentar, interrumpir la compra de todas las vacunas y eliminar las transferencias a las provincias y a las universidades.

El texto del proyecto de Presupuesto 2022, de una extensión de 4851 páginas, dice en su introducción: “El conjunto de políticas presupuestarias detalladas en este Presupuesto intenta avanzar en la recuperación de la actividad económica, la reducción de la pobreza, la generación de empleo y la reducción de la desigualdad promoviendo la inclusión social activa. Además, en el Presupuesto presentado se reflejan las acciones concernientes al fortalecimiento productivo y al impulso sostenido de la inversión pública en infraestructura. Asimismo, este proyecto de ley pretende establecer el marco de consistencia macroeconómica a partir del cual se estructura el conjunto de políticas públicas a nivel nacional, de manera de compatibilizar los objetivos de corto, mediano y largo plazo trazados por el Gobierno nacional con las capacidades de financiamiento del sector público y el equilibrio monetario y externo de la economía argentina”.

A este modelo se le puede pedir mayor profundidad o velocidad pero nunca se le puede discutir su sentido. Sin dudas es el que ha puesto a la Argentina en el camino correcto. El otro camino nos volvería a conducir a la gestión desastrosa de Juntos por el Cambio.

*Carlos Heller es el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados