Milei y Alfonsín
Por Darío Lopérfido
Milei dijo que Alfonsín fue “partidario de un golpe de Estado” contra el gobierno de Fernando de la Rúa. Antes de entrar en la cuestión de Alfonsín, me parece muy interesante que el presidente hable de lo que realmente sucedió, contradiciendo la versión del corrupto establishment argentino.
En 2001 hubo un golpe encabezado por el peronismo y estimulado por grupos empresarios que estaban endeudados en dólares y necesitaban que el sistema explotara y una devaluación abrupta para licuar sus deudas. Teniendo el control del Estado, además, podrían dictar normas para beneficiar a esos mismos grupos.
Un par de meses antes de la caída del gobierno, me encontré con De Mendiguren en un acto en la UIA, y, antes de irme, me invitó a pasar a su oficina. Cuando estábamos a solas, me dijo: “Devalúan o se van”.
Yo le respondí que era funcionario de cultura, pero que, si me estaba pasando un mensaje, se lo iba a comunicar al presidente y al jefe de gabinete. Eso hice, y ambos me dijeron que no iban a devaluar porque la gente estaba endeudada en dólares y la pobreza iba a aumentar con una devaluación sin red (lo que finalmente sucedió).
Ese día entendí que no había oposición que no fuera golpista (De Mendiguren terminó como ministro de Duhalde) y que no había política que resolviera eso; era un tema de dinero.
El peronismo, como siempre, iba en búsqueda de los negocios. La gente se empobreció, muchos se hicieron ricos, y al poco tiempo llegaron los Kirchner (de la mano de Duhalde) para consolidar el desfalco.
Una de las imbecilidades clásicas argentinas es tratar a Duhalde como un político respetable, cuando fue un trabajador incansable a favor del sistema mafioso argentino. La provincia de Buenos Aires, además, comenzó su decadencia durante su gobierno. Los que construyeron el relato oficial lo convirtieron en un hombre respetable, como pasa en el cine cuando los viejos mafiosos se vuelven viejitos honorables.
¿Alfonsín fue golpista? Creo que, planteada así la cuestión, le falta explicar el contexto global. El golpe estaba encabezado por el sistema político de ese momento, el poder sindical y grupos empresarios.
Dentro del sistema político de esa época estaba el radicalismo, que era oposición del gobierno de su propio partido. La prueba más clara de eso fue cómo el radicalismo fue responsable de la caída de Ricardo López Murphy como ministro de Economía.
López Murphy sabía que el país no tenía financiamiento y que el precio de los commodities (la soja) iba a subir en unos meses. Ese ajuste era necesario para no caer en default y para llegar bien posicionados para el momento de mejora de los precios internacionales.
Si se hubiera llevado a cabo el plan de López Murphy, nos habríamos ahorrado a los Kirchner. Los radicales, eternamente funcionales al PJ, fueron con todo contra López Murphy, incluyendo la renuncia de algunos miembros del gobierno para frenar el plan. Ahí comenzó la caída del gobierno y el triunfo del populismo.
¿Por qué algunos sindican a Alfonsín como parte del golpe? Porque era el líder indiscutido del partido que venía desde hacía tiempo trabajando para repartirse el poder para siempre con el PJ. Eso fue la reforma constitucional del '94 (la reelección para Menem a cambio del tercer senador para los radicales, la repartija de jueces entre los dos partidos, etc.).
Una constitución hecha para el beneficio de peronistas y radicales en un país que no necesitaba una nueva constitución, porque la que tenía era muy buena. Los acuerdos de los radicales con Duhalde, cuando era gobernador (mediante contratos de la legislatura), fue otro hito en la consolidación de “los negocios del bipartidismo para siempre”.
¿Por qué la posición de Alfonsín es criticada? Por su silencio ensordecedor en ese momento. Como dijo una vez Nicolás Gallo: “Si Raúl Alfonsín hubiera levantado la voz, no hubiera fracasado la política. El silencio de Raúl fue responsable”.
Si su partido elegía ser comparsa del PJ y entregarse a caminos populistas, para que algunos inescrupulosos reventaran el sistema para hacer negocios, debió haber levantado la voz. Tampoco ayuda a su recuerdo que tantos radicales hayan integrado el gobierno de Duhalde en cargos muy importantes. Ese hecho huele a componenda.
De hecho, después de ese momento, el radicalismo tuvo que cruzar el desierto (con patéticas actuaciones, como compartir fórmula con CFK) hasta que Macri los rescató del barro y los volvió a poner en el camino de la dignidad que habían perdido. Quizás las responsabilidades no sean iguales: el golpe fue peronista.
El radicalismo hizo seguidismo del PJ (como lo venía haciendo desde hacía años) y perdió prestigio y credibilidad. El peronismo se quedó 14 años en el poder robando a cuatro manos. Nadie le pedía al PJ defender la institucionalidad; se suponía que esa función correspondía a los radicales. Y los radicales hicieron silencio.
No se trata de defender a un gobierno. El gobierno de De la Rúa cometió errores y tenía una situación económica heredada muy mala (recesión, alto endeudamiento y convertibilidad). Se trataba de defender la institucionalidad y no entregarle el país al populismo corrupto del PJ. Todavía se pagan las consecuencias de haberle entregado el país a la mafia en 2001, algo que algunos, aun hoy, no terminan de entender.