Cristina Kirchner sabe que su continuidad en el poder no depende de ninguna iniciativa política que pueda implementar el gobierno que lidera de acá a las elecciones de 2023.

Sus chances electorales, que son a la vez, las de escaparse de la justicia y tener una continuidad en el poder para terminar de demoler el sistema pulverizando la división de poderes y la disputabilidad del poder para quedarse para siempre, dependen exclusivamente de dos cuestiones, que en principio son opuestas pero que en el fondo se tocan: a) dividir y fragmentar a la oposición, a tal punto que sea una quimera estructurar un programa opositor serio, integral y contenedor de la gente para ganar las elecciones y poder gobernar y b) concretar mediante las históricas manipulaciones electorales pergeñadas por Carlos Zannini, una camisa a medida de las necesidades del kirchnerismo en el próximo turno electoral presidencial, para estructurar una gran trampa con base y epicentro medular en la provincia de Buenos Aires y aferrarse al poder a como dé lugar.

Esta última estratagema y ardid, sería usada, como ha ocurrido antes en el tiempo, en Santa Cruz y en el orden nacional, para pavimentar, desde el poder, las condiciones objetivas necesarias para que opositores, que ven que su mayor enemigo está en la coalición opositora y no en el gobierno, se avengan a pactar y arreglar con ella. Hemos adelantado está discusión que se venía, antes de las elecciones legislativas de 2021.

Sabíamos que llegaríamos a este punto, donde el rumbo correcto de la oposición no estuviese asegurado. Porque ocurrió en Santa Cruz y antes en el país y también sucedió en Venezuela, en procesos que conozco y he actuado.

Y lo dijimos en su momento. Y lo volvemos a decir. Hay que hablar de éstas cosas, para prevenirlas y evitarlas. Hacer política es hablar de las cosas que pasan.

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¿Qué es lo que hemos dicho desde 2021 antes que estos temas comenzaran a ser temas para la oposición?

En primer lugar, recorrimos el país y la provincia de Buenos Aires para gritar a quien nos escuche que la unidad de la oposición no es un fin ni un valor en sí mismo, ni es el fin final.

La unidad es solo una herramienta y esa unidad debe ser autentica para que sirva como medio para el verdadero fin: salvar al país, defender nuestra democracia, nuestra Constitución, nuestra libertad y nuestra vida digna.

Desde 2021 venimos diciendo que íbamos a trabajar para que la oposición se mantenga en la línea correcta porque si no vamos a ir un fracaso que va a desguarecer y dejar huérfanos a los argentinos.

Eso hemos hecho. Abrazar nuestra obligación política de defender la democracia radicalmente. Lo que está en juego en el país es su futuro y ese futuro venimos diciéndole a los argentinos es sin kirchnerismo en el poder.

Planteamos que íbamos a luchar para que no se imponga una línea suave y tibia, que con la excusa de extender la mano y ampliar la base de sustentación política, termine siendo el espejo de la oposición en Venezuela.

Planteamos que lo que ocurrió en Venezuela no se explica solo desde el poder Chavista y de Maduro. Nada de eso podría haber ocurrido sin el error o bien la complicidad de una oposición que traiciono al pueblo y es parte del problema.

Señalamos que no hay lugar desde nuestra mirada para que en la Argentina a la oposición la lidere un Henrique Capriles, dirigente y líder venezolano de la claudicación y de lo que no hay que hacer.

No hay lugar dijimos para que Juntos por el Cambio termine siendo un espacio filo populista que abandone sus postulados constitutivos, que les dé lugar a los arrepentidos y despechados de Cristina y que desnaturalice y desintegre la causa, los valores y principios que le dieron origen, para que, aún ganando en 2023, haya un siga siga, una convergencia, concordancia, colaboracionismo, un acuerdismo, que no produzca la reparación estructural y profunda de la Argentina.

No hay lugar en la argentina para discursos equilibristas, oportunistas, con planteos equidistantes e igualadores entre Juntos por el Cambio y el kirchnerismo, ni con pedidos de jubilaciones para dirigentes políticos de la coalición.

No hay lugar para falsas e insinceras correcciones políticas que esconden mayor proximidad con el oficialismo, mayor gusto por la agenda del kirchnerismo y mayor entendimiento con dirigentes del oficialismo que los de la oposición. No hay lugar para discursos compota.

No hay lugar para aquellos que no pelean contra el relato del poder a cambio de que el poder diga que son la oposición buena.

No hay lugar para falsos diálogos, o simulacros de diálogos.

No hay lugar para negociar la angustia y desesperanza de nuestro pueblo. Es fundamental no cometer el error que se cometió en Venezuela.

No hay lugar para que al igual que Venezuela la oposición diga cosas distintas en público a las que hacen en privado y se reúnan permanentemente con los victimarios.

No hay lugar para que se diga escondiendo intereses contrarios al pueblo que: no hay que pensar que las cosas son tan graves, que el país tiene futuro y hay que desdramatizar, que hay que salir de la grieta y las posturas extremas, que hay que dialogar (el dialogo no es en Olivos, en la Rosada, en el Instituto Patria, no es en Tigre, no es en un despacho del Senado, el dialogo es en el parlamento a plena luz del día).

No son las ideas las que acreditan los acciones, sino que son las acciones las que acreditan las ideas. Nosotros podemos mostrar una historia de hechos en defensa de las ideas que pregonamos.

Siempre nos rebelarnos al desprecio que significaría el triunfo del kirchnerismo para la política, al entronizar su envilecimiento y degradación. Porque sabemos que nos jugamos la democracia, la política y la libertad.

Enfrentamos el cinismo del gobierno y por efecto espejo el cinismo de ciertos opositores.

El relativismo cínico que confiesa impotencia para enfrentar el presente que vive el país frente a un gobierno que quiere amputar nuestra historia y robarnos el porvenir.

No hay momento más parecido al que dio origen al nacimiento del Radicalismo que este que vive el país. Corrupción, pobreza, riesgo de que no haya elecciones transparentes, inflación, falta de trabajo y un régimen que quiere imponer sus decisiones arbitrarias y delictivas al conjunto, erigiéndose en la representación totalizadora y representante único de la sociedad, entronizando la discrecionalidad, el poder absoluto y la impunidad.

Leandro Alem, hoy lucharía con más ahínco que en 1890. Por eso luchamos de la misma manera y con la misma intransigencia y con nuestras convicciones inquebrantables.

Por todo esto que hemos planteado éste tiempo, hoy volvemos a señalar que no es momento de pelearse por marquesinas y sacar a relucir vanidades y veleidades; sino de pelear para que él Kirchnerismo se termine y deje de hacerle daño al país.

Muchos se auto proclaman candidatos por qué según ellos es su momento o porque las encuestas que contrataron les dan bien los números. Con total cara de acero defienden que ellos son el futuro y que algunos ya son el pasado.

Quiero decirles, a quienes así se comportan, que para eso está el Kirchnerismo, y sus métodos de unidades forzadas u obligadas y para armar las listas a dedo.

Nosotros tenemos que ser una opción superadora, donde las candidaturas sean ratificadas por el voto del espacio y no por auto proclamación. Donde todos los que quieran ser candidatos puedan competir en internas abiertas y limpias.

Algunos, como no quieren internas ya están armando el escenario para justificar divisiones, bajo artilugios que siempre esconden mezquinos intereses, en las excusas de las cuestiones ideológicas teóricas o las convicciones de barro.

La sordidez de esos dirigentes irresponsables va a permitir que el Kirchnerismo tenga posibilidades el próximo año.

Hay que actuar con grandeza y dejar de lado la falsa vía de la rosca que tanto daño causa. El país está por encima de cualquier interés.

Los errores cometidos durante el período en el cual Cambiemos fue Gobierno y Cristina estaba derrotada no fueron tan graves como para justificar la vuelta del kirchnerismo.

Los errores no forzados del Gobierno de Cambiemos, fundamentalmente en política y en política económico revivieron el cuerpo inerte del kirchnerismo agobiado por sus causas de corrupción.

Hoy nuevamente el avance de la pobreza y la indigencia producto de una inflación desbocada y las causas judiciales que enfrenta Cristina Kirchner, ponen al Gobierno de rodillas frente al electorado.

Solo el individualismo y las contradicciones de cierta dirigencia miope de la oposición puede tornar nuevamente competitiva a una figura como la de Cristina Kirchner.

El Gobierno va a hacer lo que siempre hace la Vicepresidente. Van a implementar "el plan espejitos de colorea 2023" con base en la provincia de Buenos Aires, donde montarán la manipulación electoral que preparan, combinada con un tsunami de plata, planes, subsidios, y cuotas.

El kirchnerismo en cada elección se juega una final y CFK evitar su destino de cárcel o exilio. Se sale con mandato ciudadano en base a un claro programa de gobierno para ejecutar con coraje y convicción.

Juntos por el Cambio debe ser una coalición que asuma el desafío de convertirse en un mirador al futuro, desde donde se concrete un programa reparador del país, fruto del entendimiento de la política real.

La coalición debe generar una estabilidad institucional para sortear la crisis económica y social del país, administrando los conflictos que aparezcan y se susciten con justicia y equidad para que la democracia sea viable.

Esa es la contribución política de la coalición al país, no sólo, como el lugar de los valores en abstracto, sino también como el espacio fundamental de proyecto de largo plazo, que, abandonando la política en minúscula, no desconozca la complejidad y las contingencias y las enfrente sin dogmas, con convicciones y una idea clara de que país queremos.

(*) - Álvaro de Lamadrid es un ex diputado nacional UCR/Juntos por el Cambio.