Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró al coronavirus Covid-19 como pandemia, todos los países del mundo han aunado esfuerzos y puesto en marcha diversas medidas con objeto de hacer frente a la propagación y gravedad propias de este virus. Argentina, y dentro de ella Jujuy, no han sido la excepción.

El Comité Operativo de Emergencias de nuestra provincia ha sido el primero en constituirse como eje central del plan de acción del gobierno a cargo de Gerardo Morales, y es hasta hoy que su funcionamiento sigue, más que nunca, en plena vigencia y funcionamiento.

En el más reciente reporte diario del COE, ha reportado 81 nuevos casos confirmados en nuestra provincia, 126 pacientes que han recibido el alta médica, y tres personas fallecidas.

Continuamente el gobierno insta a no dejar de lado los cuidados diarios, a seguir tomando precauciones y a respetar las normas. El COE pone, además, a disposición de los jujeños todas las vías posibles a los fines de proveer información y asistencia.

Sin embargo, los jujeños somos espectadores no sólo del trabajo del Estado para hacer frente a la situación de emergencia, sino también de cómo un sector de la oposición, una vez más, se une en aras de sacar una mísera cuota de rédito personal y político, haciéndose sin vergüenza y sin temor acreedores del dolor de las cientos de familias jujeñas que han sufrido pérdidas de familiares, amigos y conocidos.

Hoy la embestida tiene como punto de partida la labor docente y los niños niñas y adolescentes, últimos estos de quienes parecen querer olvidarse una vez más.

Las gravísimas consecuencias de la pandemia no han sido óbice para la especulación electoral y el uso político de la misma por parte de estos personajes nefastos de la provincia, mismos que, recordemos, han sido protagonistas y cómplices del robo de vacunas y del escandaloso vacunatorio VIP.

Ya lo hemos escuchado, inmersos en la impunidad de su poder, manifestar que "colarse en la fila no es un delito". Y como dice el gobernador Gerardo Morales, bajo ninguna circunstancia creemos que los trabajadores de la salud se han relajado.

En Jujuy el esfuerzo y la entrega continúa como desde el primer día no solo en los centros de atención sino que van casa por casa para concientizar de los cuidados. Estos mariscales de la muerte, como ya los he llamado en otro momento, no sólo embisten a usanza del dolor y la angustia de la sociedad jujeña, sino que además se hacen de la desesperación de aquellos a quienes siempre han visto como esclavos de sus necesidades.

Finalmente debo resaltar enfáticamente que estas críticas intencionalmente maliciosas no tienen asidero alguno. Ya ha demostrado la experiencia mundial que el retorno a clases no aumenta los casos. Esto, sin entrar a analizar las consecuencias que conlleva la pandemia y el encierro en la salud mental y emocional de los niños niñas y adolescentes, a quienes de nuevo quieren resignar ser el último orejón del tarro.

No son momentos para peleas políticas, ni para incentivar la violencia, viejas mañas de algunos opositores jujeños que al negarse a aunar esfuerzos sólo perjudican a la sociedad. La paz social que tanto nos costó conseguir, después de años nefastos con una dirigente que sometía a los jujeños, debe se defendida cada día.

De hecho el gobierno provincial se puso a disposición del gobierno nacional para, en bien de los jujeños, coordinar esfuerzos, pero esto esos mariscales no lo valoran. Llegó el momento de trabajar juntos por una provincia que atraviese de la mejor manera esta pandemia, y con mas fuerzas continuar el camino hacia un futuro mejor.

(*) María Gabriela Burgos es diputada Nacional de la UCR por Jujuy.