Luis Moreno Ocampo: el fiscal de la memoria
Acompañó a Strassera en la acusación contra los dictadores en el histórico Juicio a la Juntas, que ahora llega al cine con “Argentina 1985”. Radicado en EE.UU., habla de todo con NA.
Argentina 1985. Argentina 2022. Una ficción real frente a una realidad de ficción. Una Justicia ejemplar frente a una Justicia cuestionada. Un juicio en la historia y un juicio en el barro. Una película y una realidad. Y la mirada de un ex fiscal que fue un actor protagónico y que hoy es protagonizado por un actor. Luis Moreno Ocampo fue el fiscal adjunto –junto a Julio Strassera- en el juicio a las Juntas Militares. Su debut en ese rol, en un proceso inolvidable que ahora llega a las pantallas con la película “Argentina 1985”. Y donde su figura es representada por Peter Lanzani y la de Strassera por Ricardo Darín.
En un breve paso por la Argentina –vive en Malibú, EEUU, donde trabaja en una universidad-, para el relanzamiento de su libro “Cuando el poder perdió el juicio”, Newsweek lo entrevistó. Habló del “Nüremberg” criollo, de lo que significó y de la actualidad de la Justicia en el país. Aunque no vio la película, sí leyó el guión, cuenta el jurista que hoy goza de un enorme prestigio internacional. “Es un momento único para que mis hijos y las generaciones jóvenes, como también los que somos más viejos, repensemos qué pasó ahí, que nos pasó a los argentinos en ese momento, que fue clave para el país”, describe Moreno Ocampo.
N: ¿Qué tuvo de particular el Juicio a las Juntas?
- Aquel fue un juicio oral totalmente novedoso. Los fiscales elegíamos los casos y los investigamos. Eso sorprendió a las defensas, porque muchos de esos letrados habían sido jueces y conocían el modelo ‘normal’. No se esperaban que los fiscales, después de meses de investigaciones, aparecieran con miles de testigos. No lo podían creer.
N: Debutar con ese caso debe haber sido algo increíble...
- Fue increíble. Pero lo peor para mí es que creí que podía ser posible (se ríe). Siempre creí que la Ley es para ayudar a la gente, que podemos investigar a cualquiera… Después llegué a la Corte Internacional (de La Haya) que fue lo mismo. Fue como percibir la Ley con una dosis de algo distinto. Fue alucinante, me transformó todo.
El rol de Moreno Ocampo en aquella incipiente democracia era el de investigar cada caso. Y lo hizo con un equipo de jóvenes recién egresados de la Facultad de Derecho. No contaban con el respaldo de las fuerzas de seguridad: todas estaban salpicadas por los abusos de los años de oscuridad. Se reunían con las víctimas, escuchaban sus desgarradores testimonios, entrevistaban a testigos de aquellas atrocidades en la CONADEP. Y buscaban documentación, que era muy poca porque los militares se habían encargado de destruirla para no dejar rastros de sus crímenes. La misión era encontrar las pruebas de los secuestros y cuando las tenían, ese caso se sumaba a su acusación. “No podíamos fracasar, no podíamos decir algo que no había ocurrido”, recuerda. Así en total presentaron 709 casos y lograron reunir 30 documentos que mostraban que las desapariciones y torturas en los centros clandestinos de detención se dieron en todo el país.
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N: ¿Cuál fue para usted la prueba clave del juicio?
- Para mí “LA” prueba fue una declaración del ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing (1974-1981) que aceptó recibir al almirante Emilio Eduardo Massera porque le prometió que le iba a contar que había pasado con los desaparecidos. Massera estaba haciendo campaña en todo el mundo para ser candidato a Presidente. Le entregó una nota sin membrete y le puso quién era la víctima y quién era el responsable. Le echaba siempre la culpa al Ejército. Lo más notable es que en el caso de las monjas francesas -que según el gobierno militar habían sido víctimas de los Montoneros- Massera le atribuyó la muerte al Primer Cuerpo del Ejército. Ese fue un documento hecho por Massera, que nos lo dio como testigo el presidente de Francia. Eso fue clave. Esa es la prueba que define todo.
Las condenas de la Cámara –integrada por León Arslanián, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Torlasco, Andrés D'Alessio, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz- a los jerarcas de la dictadura fueron dispares: a Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera les dieron reclusión perpetua; a Roberto Viola lo sentenciaron a 17 años de prisión, a Armando Lambruschini lo castigaron con 8 años y a Orlando Agosti con 4 años y seis meses. El resto de los acusados fue absuelto, incluido Leopoldo Galtieri, responsable de la Guerra de Malvinas. Si bien Strassera quedó enojado por ese veredicto, para Moreno Ocampo “el impacto social fue demoledor”.
N: ¿Cómo lo tomó su entorno?
- Mi mamá aprendió lo que pasaba por el Juicio. Yo la iba a visitar y me quería convencer que no hiciera eso. Mi mamá amaba a (Jorge Rafael) Videla; mi abuelo era General y mi vieja iba a misa a Olivos con Videla. Decía que era como su papá. Yo nunca la pude convencer de otra cosa.
Sin embargo, cuando leyó sobre el caso de Adriana Calvo de Laborde (quien tuvo su bebita esposada en un patrullero mientras la secuestraban), la madre del fiscal le dijo a su hijo: “yo todavía lo quiero a Videla, pero vos tenés razón, tiene que ir preso”.
En medio del juicio los fiscales sufrieron todo tipo de amenazas. A tal punto que Moreno Ocampo cuenta que cada vez que “prendía mi auto pensaba que iba a explotar. Incluso daba vuelta a la llave con la puerta abierta, porque así es menos fuerte la onda expansiva… Arrancaba e iba a trabajar. Estábamos jugados. Teníamos el compromiso a muerte”.
Después de aquel recordado juicio a las Juntas, Moreno Ocampo fue fiscal de otros casos vinculados a la dictadura y las revueltas carapintadas. Sin embargo, los escollos más grandes los tuvo cuando se puso a investigar casos de corrupción en democracia. Allí el gobierno de Carlos Menem mostró la cara más cruel –e impune- de la política. La que protege a los propios, más allá de sus delitos. La que corre a los fiscales y jueces que no le responden. Y, obviamente, pone a los propios. Práctica que ningún gobierno quiso o pudo modificar. Hasta hoy en día. Cuando la Justicia sigue estando en el foco de la tormenta y del escepticismo colectivo. Escepticismo que hoy, con todas las pruebas a la vista, se proyecta incluso de la resolución del intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Moreno Ocampo señala que este atentado debería ser un caso bisagra para todos los sectores políticos. Todos juntos deberían gritar otro “nunca más”. Un “nunca más” contra la violencia política. Como lo fue, el otro “nunca más”. “Me gustaría ver marchando juntos a Máximo Kirchner con Patricia Bullrich”, sintetiza el ex fiscal. “Frente al intento de atentar contra la Vicepresidenta tiene que haber una reacción común, de todos, no puede haber brecha en discutir la gravedad del atentado”, señala. Algo que, en la Argentina actual, parece de ciencia ficción.
N: ¿Qué piensa de la grieta y cómo eso influye en todo, incluso en la Justicia?
- Me impresiona cómo en la Argentina estamos segmentados. La mayoría de los periodistas o están a favor o en contra de determinada postura. No hay gente de los dos lados discutiendo. Hay una falta de diálogo que me sorprende. No pasa sólo en la Argentina. Creo que tiene que ver con las nuevas tecnologías. Se está exasperando el debate. Y cuando en ese debate el otro es un enemigo, es un problema serio. En una democracia no hay enemigos, hay adversarios, gente que piensa distinto. La democracia permite coexistir con el que piensa distinto.
Y lo contrapone con su experiencia en el proceso oral contra los genocidas: “El Juicio a las Juntas es una propiedad de todos los partidos políticos. Entonces, esa convivencia que ganamos tiene que ser de todos”.
Sobre el juicio en el que el fiscal Diego Luciani pidió 12 años de prisión para Cristina Fernández de Kirchner (por el caso “Vialidad”) y todo el revuelo que generó –y que llevó a que cientos de militantes acampen por días en la puerta de la casa de la Vicepresidenta, hasta el momento del ataque- Moreno Ocampo señala que la función del Ministerio Público es acusar. Que ahora es tiempo de escuchar a las defensas. Y que son los jueces los que emitirán la sentencia. Que en todo caso será revisada por instancias superiores. “Los políticos no deben ocuparse de lo que tienen que hacer los jueces y los fiscales. Eso es parte del juicio. Pero cómo se manejan en el futuro las obras públicas, eso sí lo deben discutir pero no lo están haciendo”.
N: Muchos plantean que una de las principales deudas que tiene la democracia es el funcionamiento del sistema judicial. ¿Ud. lo comparte?
- El problema es la corrupción muy alta, como la que hay en la Argentina. Un sistema político con alta corrupción no acepta jueces y fiscales eficientes y honestos, porque se los llevan puestos a ellos. Es todo un sistema el que hay que transformar porque fracasa. La Ley no es un tema de jueces y fiscales. La Ley es un tema de políticos y empresarios que la cumplan.
N: ¿Pero no cree que la Justicia está muy politizada?
- Sí, pero no es un problema de los jueces. Es un problema de los políticos.
El razonamiento de Moreno Ocampo radica en que es lamentablemente habitual que los políticos intenten avanzar sobre la Justicia. Y sobre la designación de jueces. Aun sabiendo que cuando no tengan más poder esos magistrados se puedan volver contra ellos. Pero cree que también los hay honestos y respetables. Aunque “hay muchos que son independientes de todos porque sólo trabajan para ellos mismos”.
N: Acerca del juicio de Vialidad, ¿qué piensa del rol que está cumpliendo el fiscal Diego Luciani?
- Argentina no es ni Suecia ni Burundi. Pero pasan cosas como ésta. Es increíble que en la Argentina haya un juicio a la Vicepresidenta en funciones. Eso no suele pasar en los países. Cuando a Donald Trump se lo quiso juzgar, el Senado no lo permitió.
N: ¿El hecho de que el fiscal Luciani jugara en el mismo equipo de fútbol con uno de los camaristas en la casa del ex presidente Macri no es motivo de recusación?
- Yo no quiero hablar de ese juicio porque no estoy metido ahí. Lo que puedo decir es que si un tiempo antes del Juicio a las Juntas se hubiera visto la gente que iba a intervenir, no se podría haber confiado. Todos veníamos de la época del gobierno militar. Las víctimas podrían haber dicho que nosotros no podíamos juzgar. Y no fue así.
N: ¿Considera que existe el lawfare?
- Aplicar la ley a los funcionarios públicos es correcto. Si el caso no tiene pruebas es incorrecto. Eso es la Constitución. Los ciudadanos argentinos necesitan que la ley se cumpla.
Por todo esto es que para el ex fiscal Luis Moreno Ocampo es muy importante que la película que retrata aquel ejemplar juicio del inicio de la democracia llegue en un momento tan complejo para la Argentina. Y que sirva para ver que otra realidad fue y es posible. Incluso en la Justicia. “Es un momento que tenemos que aprovechar. Tenemos que sacarle el jugo a lo que aprendimos de todo esto, porque es un momento que no va a volver para atrás”. Y agrega: “Cuando terminó el Juicio a las Juntas yo pensaba que transformábamos Argentina en Suecia. Argentina ’85 no era Suecia, pero tampoco era la Argentina del ’76. El tema es que Argentina no vuelva al ’76. En todo caso sí al ‘85. Y ese es el tema que hoy estamos discutiendo. Y en el que tenemos todos que trabajar”.
Nota original publicada en Newsweek.