Por Antonio D’Eramo

Nos dimos cuenta que la lucha no es sólo tributaria o económica sino que, principalmente, es de valores, es moral o sea, es cultural, y, después de todo, es como las ONG’s mundiales del tipo Greenpeace han estado trabajando para demonizar nuestro sistema de producción que le da de comer a buena parte del mundo. Pero parece que a esta gente no le importa en los más mínimo y salen a mentir por las redes o los medios”, sostuvo Alfredo Ramírez, un productor agropecuario del norte de nuestro país que, al igual que su padre y su abuelo, nunca emigró a las grandes ciudades y se quedó en su tierra para sacarle frutos de la mejor manera posible.

Acaso sea este último hecho la razón de uno de los principales motivos de indignación de la gente del campo que observaron impávidos, rojos de la bronca, como el locutor Lalo Mir, oriundo de San Pedro, actores y actrices, como Leonardo Sbaraglia o Laura Azcurra, la cantante Hilda Lizarazu, la dirigente de derechos humanos, Nora Cortiñas, entre otros, que “en sus vidas plantaron una semilla de papa u ordeñaron una vaca”, se sumaron a una campaña internacional, el pasado 3 de diciembre, durante el día mundial de la lucha contra los agrotóxicos, que propuso, con spots y entrevistas, amplificar los puntos de vista de quienes se oponen al actual sistema de producción del agro, con testimonios de posibles víctimas de las fumigaciones.

Sin embargo, más allá de la campaña que se viene desplegando desde hace más de una década por sectores que se auto refieren como “progres”, los productores agropecuarios de la Argentina continúan produciendo con fertilizantes y utilizando material genéticamente modificado y constituyen uno de los principales motores de la economía. 

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), grafica la fuerza productiva del agro: “El campo genera de manera indirecta 2 de cada 10 puestos de trabajo privado, un total de 3,7 millones de personas. Por ejemplo, si analizamos la producción de granos en Argentina, una parte se destina al agregado de valor interno y otra a la exportación. Si pensamos en términos del mercado externo, el empleo que genera cada barco de granos sustenta a 110 familias argentinas”, explica la experta Nicolle Pisani Claro.

Por su parte, el economista David Miazzo señala que “las cadenas agroalimentarias generan el 22% del empleo privado nacional. El eslabón primario es el mayor generador de empleo. Seguido en importancia por el comercial. En 2019, antes de la pandemia de coronavirus que se propago durante el año 2020, se produjeron 109 millones de toneladas de granos anuales, con una caída del 18% si comparamos con el año anterior, 2018".

Además ejemplifica: Nuestro país produce una taza de leche para cada niño de Latinoamérica. La producción de leche en Argentina fue de 10.527 millones de litros en 2019, registrando un aumento de más de 400 millones de litros respecto al 2018”. Y los valores de este año comienzan a acercarse al del 2019 otra vez.

Con respecto a otros negocios que produce el agro como los biocombustibles elaborados en el país, “podríamos dar vuelta a la Luna 4 millones de veces, el equivalente a 3.858 millones de litros, a pesar de que se registró una caída de 11% en la producción”. En síntesis “si ponemos nuestros granos en camiones, la fila daría dos vueltas al mundo”.

Ese es el aporte de Argentina para la población mundial que una nueva andanada de críticas a su sistema productivo sustentado en  la innovación química, genética y tecnológica, busca poner en suspenso y es lo que se está jugando detrás de esta batalla cultural que los integrantes del campo están comenzando a resistir.

La respuesta de los productores asociados

La asociación civil de productores agrícolas y ganaderos del norte emitieron un comunicado donde señalaron que, además de las adversidades climáticas que jaquean la producción de alimentos en numerosas ocasiones, deben soportar, con particular insistencia en los últimos tiempos, los cuestionamientos  al sistema productivo que provienen, generalmente, del exterior con terminales de pensamiento locales.

Los productores no cuestionamos que haya quienes quieran producir bajo otros sistemas de producción, ni tampoco a quienes quieran consumir esos alimentos en lugar de los que se producen de manera convencional. Lo que no toleramos es que se demonice y estigmatice un sistema de producción que desde hace 5 décadas viene alimentando al mundo y que en el transcurso de estos años ha venido mejorando sustancialmente en cuanto a sustentabilidad, inocuidad de los alimentos y cuidado del medio ambiente. Muestra de ello es la siembra directa, que no solo forma parte, sino que es un pilar fundamental de nuestro sistema productivo, a través del cual, desde su adopción en los años ’80 hasta hoy, logró minimizar la erosión de nuestros suelos, mejorar los contenidos de materia orgánica, optimizar el aprovechamiento del agua aumentando la productividad y disminuir en un 66% la utilización del gasoil, bajando así considerablemente los niveles de contaminación por emisión de gases”, señala en el comunicado Apronor.

Para la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) , se trata del intento de imponer una nueva grieta como nos tienen acostumbrados a los argentinos en los últimos tiempos en diferentes temas. Acerca del video afirmaron que “somos personas que, al igual que ustedes, se preocupan por lo que comemos, por el ambiente y por la salud. Por eso nosotros también decimos Basta. Basta de estigmatización, basta de grietas, basta de argumentos sin ciencia. #BastaDeMiedos”, dice Casafe.

Carlos Achetoni, presidente de Federación Agraria Argentina, asegura que no entiende como personas famosas, instruidas, se prestan a una campaña llena de falsedades, "…es muy contraproducente que se siga tratando de poner como enemigo y fuente de toda maldad a la producción agropecuaria. Que se implementen campañas mentirosas, financiadas vaya uno a saber por quiénes y con qué objetivo, pero que aseguran falacias, falsedades y mentiras deliberadas, valiéndose de conocidos y famosos. Por nuestra parte, les respondemos con nuestro trabajo, con nuestro amor por la tierra, por lo que somos y por lo que producimos: los alimentos que día a día llegan a las mesas de los consumidores", señaló Achetoni y agregó: "Y esto no lo decimos nosotros. Lo dice la ONU y todo aquel que conozca el sector, que sabe que los agricultores familiares somos garantes de la seguridad y soberanía alimentaria, cuidamos la tierra y lo que producimos. Si estudiaran un poco o vieran la realidad, y no se basaran en sus prejuicios, podrían enterarse".

Razones ideológicas detrás de las campañas de demonización del agro

En los últimos meses, desde que el pastelero y chef Damián Buteler lanzara en redes sociales una agresiva campaña publicitaria de Greenpeace #TomateChallenge, en el que el jurado de un popular certamen de cocina por televisión, invita a consumir productos sin “tóxicos que tienen un gusto insípido y a agua porque los herbicidas y otros procesos le quitan lo esencial a los tomates: lo saludable y el sabor”, las críticas a la forma en que el campo argentino produce no ha hecho más que incrementarse.

Y, en materia semántica, se han observado variaciones en los recientes spots ambientalistas. Se ha cambiado la palabra “tóxicos” por “agroquímicos” y “químicos”, para precisar mejor la cancelación de productos que llevan esta composición.

Para la periodista y editorialista Karina Mariani existen profundas razones ideológicas en este debate por el cual “.. los intereses del activismo ecologista pasaron del conservacionismo de especies al neopuritanismo alimenticio. Esta corriente creció con fuerza en todos los lugares en los que el hambre no es un problema y en cambio la demencial soberbia de la ingeniería social sí lo es. La ideología que se opone a los organismos genéticamente modificados (OGM) ha crecido exponencialmente en el siglo XXI, en paralelo con otras variantes del anticapitalismo identitario”.

La tecnología puesta al servicio de la producción de alimentos es un tema de debate que, campañas como las de “Basta de veneno”, no hacen más que simplificar y catalogar productos sanos de los que según sus particulares criterios no lo son y sitúan en el banquillo de los acusados a los productores del agro y a los técnicos que fabrican fertilizantes.

No ponemos en duda la inquietud de las personalidades que participan en el video, pero los argumentos esgrimidos no son fundados en conocimiento científico y lo que se consigue es generar miedo. En Argentina, la autorización del uso de los fitosanitarios se realiza siguiendo lineamientos de organismos internacionales como FAO. Su aprobación requiere presentar numerosos ensayos científicos que son evaluados por la autoridad regulatoria”, concluyen desde la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa) a NA.