Los Moyano y Palazzo tensan al límite la precaria unidad sindical por la marcha contra la Corte
“La unidad está atada con alambre desde el Congreso de Parque Norte” admiten desde el sector de los “Gordos”. A la marcha kirchnerista contra los jueces se suma la tensión por paritarias.
El Congreso Nacional de la CGT que se desarrolló el 11 de noviembre de 2021 selló la unidad de los gremios más importantes del país pero, desde el comienzo, hubo problemas y hasta ausencias significativas para la foto simbólica oficial.
Esa tarde, el camionero Pablo Moyano, integrante del triunvirato que conduce el sindicalismo peronista nucleado en la CGT, dio parte de enfermo, y el más kirchnerista de los kirchneristas, en el mundo sindical, el radical Sergio Palazzo, de La Bancaria, prefirió asistir al acto de cierre del Frente de Todos por las elecciones legislativas por las que fue electo diputado nacional, a cantar la marcha peronista entre los 1.800 congresales que dieron el presente en Parque Norte, territorio del mercantil Armando Cavalieri. Y, eso que Pablo Moyano fue elegido como uno de los tres que conducen la CGT y Palazzo logró para su gremio la secretaría administrativa que dirige Claudia Ormachea.
Pero las concesiones de los sindicatos dirigidos por los independientes y los “Gordos” para albergar a los disidentes de la Corriente Federal de los Trabajadores y lograr la unidad precaria del universo sindical peronista se encuentra jaqueada por la convocatoria y la presión de la familia Moyano y de Sergio Palazzo para que la CGT marche con Luis D’Elia y otros exponentes del kirchnerismo de paladar negro contra los integrantes de la Corte Suprema de Justicia.
Una movilización que contará con su propia contracara dos días después y que está siendo usada de parteaguas entre los miembros más conspicuos de la institución de la calle Azopardo 802.
El primer ofendido es Julio Piumato, secretario general de la Unión de Empleados de la Justicia Nacional (UEJN), que desde su cargo en el Consejo Directivo de la CGT, no puede creer que se animen a realizar una propuesta de acompañamiento a la movilización del primero de febrero cuando esa marcha cuenta con el auspicio del SITRAJU, un gremio de trabajadores judiciales protegidos por la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, que intenta opacar a la conducción del principal gremio judicial.
A Cristina no parece faltarle la memoria y seguramente recuerda que Piumato fue el único orador en la recordada marcha de los Paraguas, de febrero de 2015, organizada por los fiscales federales a un mes de la muerte violenta, nunca esclarecida, de Alberto Nisman.
Pero más allá de estas consideraciones políticas hay que anotar que los dirigentes del gremio UEJN son los que negocian, cara a cara, los sueldos del personal judicial con los secretarios de los jueces de la Corte.
Sin embargo, la oposición del dirigente del principal gremio involucrado en su área de incumbencia, no fue suficiente para que los sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores avanzaran con su idea de, no sólo participar de la marcha sino de involucrarse de manera activa en el armado. Y, el fundamento que hallaron para intentar involucrar a la CGT en su totalidad fue la difusión del video en el que el ex ministro de Trabajo bonaerense de la administración de María Eugenia Vidal, Marcelo Villegas, se lo mostró como un armador de causas judiciales contra el polémico y violento, sindicalista de la construcción platense, Juan Pablo “Pata” Medina.
Por ello, no extrañó que el mecánico Mario Manrique del SMATA sostuviera públicamente lo que Hugo y Pablo Moyano dirían después, “la CGT debería acompañar la protesta contra la Corte ante todo los casos raros que se están conociendo”.
A estas declaraciones se sumaron las de Walter Correa, miembro integrante de la Corriente Federal y secretario general de la Federación Argentina de Trabajadores de la Industria del Cuero. A los jueces supremos los definió como “una monarquía judicial, de un Poder que está a favor de los poderes fácticos, de los intereses cipayos”, y bajo ese argumento justificó la participación de su gremio en la movilización.
Hugo Moyano, que dejó su sitio en el triunvirato que manda en la CGT, a su hijo Pablo, no anduvo con vueltas contra la pasividad de los otros dos integrantes de la conducción, Héctor Daer y Carlos Acuña, a quienes criticó para pegarles dialécticamente a los históricos “gordos” de los sindicatos de servicios entre los que se encuentra su némesis, Luis Barrionuevo, de gastronómicos.
"Algunos no han tenido inconvenientes con la Justicia porque siempre han sido sumisos de los poderes mandantes", dijo en relación al sector que fue más cercano al macrismo.
Su vástago prefirió dirigirse a los camioneros, “marcharé solo, con un camión o con miles, pero acompañando a los trabajadores. Voy a marchar para exigir de una vez por todas que en la Corte Suprema se haga justicia”.
Lo cierto es que los gremios más cercanos a la conducción de la Casa Rosada no avalarán la urgencia de una manifestación contra las figuras de los integrantes de la Corte Suprema.
Héctor Daer, el dirigente sindical más cercano a Alberto Fernández, también tomó nota que no todo el universo del Frente de Todos avala la pretensión de presionar a los integrantes de uno de los poderes de la República.
El movimiento Evita, por ejemplo, evitará involucrarse en lo que sus dirigentes consideran como un capricho de la vicepresidenta. “No iremos porque es un tema que está fuera de las preocupaciones de la gente” sostienen los referentes de Emilio Pérsico y “Chino” Navarro.
La organización de la marcha se vio afectada por la desafección de los movimientos piqueteros, poderosos en cuanto manejo de recursos monetarios, y fueron reemplazados por el frente sindical que reúne cerca de 50 gremios que en su mayoría militan en la CTA, ATE, además de los cegetistas de Camioneros y Bancarios.
Fuentes consultadas por NA indicaron que el despliegue del sistema de sonido y el escenario fueron montados por Camioneros a pesar que en los papeles figure la firma de Luis D’Elia y su agrupación Miles.
De cualquier forma, esta escaramuza que pone en tensión la unidad sindical de la CGT, no será nada comparada con la crisis que se avecina en el futuro próximo.
Si en 2021 la inflación fue del 50,9% y los salarios perdieron en casi todos los rubros con aumentos por debajo del 45%, para el 2022 se espera un escenario similar que sólo puede ser resuelto si el Ministerio de Trabajo homologa la reapertura de la discusión por salarios con las empresas.
Y, en la reapertura de paritarias, los primeros en anotarse fueron los bancarios de Palazzo quienes solicitaron la urgente apertura de negociaciones para el año en curso teniendo en cuenta “el respeto estricto por parte de las entidades bancarias del protocolo sanitario firmado para nuestra actividad”.
Sergio Palazzo buscará una suma a cuenta teniendo en cuenta que los informes del REM del Banco Central expresan un alza de costo de vida en promedio del orden del 3% mensual desde enero hasta junio. La respuesta se dará en una nueva audiencia el día que se realice la contra marcha para respaldar el accionar de los jueces de la Corte Suprema. El 3 de febrero.
En la Casa Rosada, los funcionarios del Presidente, observan estos movimientos mientras intentan cerrar acuerdos con los organismos de crédito, con Rusia y con China, para ofrecer algún tipo de ancla a una economía, sumamente, volátil.
Pero en la CGT los dirigentes saben que las bases, los trabajadores, no dan más de perder contra la inflación. Antonio Caló fue quien expuso las divergencias entre los que quieren actuar cuanto antes y aquellos que prefieren hacerlo de manera sincronizada con el ministerio de Claudio Moroni.
Caló afirmó, “…basta de Precios Cuidados. Hay que resolver el problema de fondo y ponerlo arriba de la mesa para corregir la inflación entre todos siendo optimista los trabajadores podrían terminar el 2022 empatados con la inflación. Si no se corrige el tema del costo de vida no va a arreglarse nunca”, afirmó.