La pandemia fue sal en la herida de las desigualdades que América Latina acumula por décadas.

Algo que no revirtieron los gobiernos de centroizquierda y/o "nacionales y populares" en la década de los Lula, Mujica, Néstor y Cristina Kirchner, Correa, Chávez o Evo Morales.

Estos gobiernos que podríamos llamar de "contención" gobernaron perpetuando la dependencia semicolonial de nuestras naciones respecto de sus deudas usurarias con el capital financiero y a su turno con el FMI, prolongaron el saqueo de los monopolios de nuestros recursos estratégicos bajo diferentes modalidades y sus burguesías nacionales fueron igualmente contra los derechos laborales, aunque tal vez no en la velocidad deseada por las corporaciones.

La caída de los precios internacionales de las materias primas barrió con la mayor parte de estas experiencias. Pero la llegada de las derechas para descargar más decididamente la crisis capitalista sobre las espaldas de los trabajadores no produjo los resultados esperados por los factores de poder.

Los Duque, los Piñera, el golpe boliviano, desataron verdaderas rebeliones populares, un proceso que hoy se empezó a expresar en grandes movilizaciones de masas contra Bolsonaro, quizá la variante más extrema de esas derechas que en la Argentina encarnó Macri con la historia de endeudamiento, quiebra fiscal, apelación al mayor crédito de la historia del FMI, devaluaciones a repetición, por mencionar algunas de las circunstancias que lo llevaron a la derrota electoral.

Previamente, grandes movilizaciones obreras y populares como las de las jornadas de diciembre de 2017 jalonaron el repudio popular.

Solo el cuidado papel de contención de las burocracias sindicales y sociales alineadas con las distintas alas del peronismo en aquella consigna "Hay 2019" evitaron una explosión a la colombiana durante las crisis de 2018 y 2019, como el "Hay 2018" evitó el desmadre del golpe contra Dilma Rousseff que
ejecutó la tarea sucia de la reforma laboral modelo "siglo XIX" en el vecino gigante.

Este es el contexto en el que se desenvuelven los fracasos sanitario, social y económico del gobierno del Frente de Todos. El presidente Alberto Fernández prometió hace un año "evitar 100 mil muertos aunque eso costara 10% más de pobres".

Ya llegamos a 90 mil víctimas y tenemos un pavoroso 45,3% de pobreza que sigue creciendo al compás de la imparable inflación de alimentos. Sabido es que seis de cada 10 chicos están en esa pobreza y ahora sabemos también que en los barrios populares solo el 15% de los virtualizados alumnos tuvo conectividad como consecuencia de un Estado que no se hizo cargo.

El ministro Guzmán se jacta de haber bajado drásticamente el déficit fiscal en los primeros cinco meses del año, es su presente en bandeja de plata en las negociaciones con el FMI, por ahora sin resultado alguno.

Se trata de un severo ajuste mediante al arma mortal de la inflación contra los trabajadores y jubilados, contra la obra pública, la salud, la educación y la vivienda popular.

Ante la terrible segunda ola no hubo ni el miserable IFE de 2020 para los millones sin ingreso.

Esto no es gratis. Las 80 mil personas que coparon el viernes 18 de junio la avenida más ancha del mundo, con otras decenas de miles en 22 provincias, mostraron el rostro de la indignación, pero también de la organización de los más explotados.

El Polo Obrero y sus aliados no cooptados al funcionariado oficial fueron el canal. Una semana antes decenas de luchas obreras salieron junto a un sindicalismo combativo que escapa a la integración al gobierno de los Daer, los Moyano o los Yasky, que igualmente han tenido que reabrir sus paritarias.

Argentina es un volcán social. Las elecciones misioneras tuvieron su reflejo político incipiente de esta situación. Las jujeñas serán otra muestra.

El Frente de Izquierda, con un valioso recorrido en estos diez años de historia, enfrenta una encrucijada histórica para ser el canal que abra en la Argentina una salida de los trabajadores, que concrete en la Argentina los vientos de giro a la izquierda.

La mesa está servida si intervenimos como un solo puño contra los que gobernaron en las últimas décadas esta decadencia nacional.


(*) - Néstor Pitrola es un ex diputado y dirigente nacional del Partido Obrero.