La fundación Fundar,  una ONG dedicada a la “investigación y diseño de políticas públicas”, reveló en un informe que “las mujeres representan el 54 por ciento del sistema judicial pero ocupan apenas el 25 por ciento de los cargos de mayor jerarquía”.

El dato refleja la existencia del denominado “techo de cristal” una limitación al acceso a cargos de mayor relevancia sólo relacionado con la condición femenina.

Ello, según Fundar, se demuestra en que “una vez que se inscriben, las mujeres avanzan con mejores resultados que los varones en las sucesivas etapas de los concursos”.

“A pesar de estar en promedio más capacitadas, del total de quienes se presentan a los concursos para ser juez/a apenas el 23 por ciento son mujeres. Existen barreras invisibles que las desalientan a competir para ocupar puestos de mayor decisión y jerarquía”, asegura el informe.

La fundación elaboró una base de datos sobre la base de la información de los concursos convocados de 1999 a 2018 por el Consejo de la Magistratura para cubrir cargos en las justicias nacional y federal.

“De las personas que concursan, sólo un 23 por ciento son mujeres. Sin embargo, una vez que se presentan, avanzan con mejores resultados que los varones y el porcentaje de participación femenina va aumentando en cada paso”, afirmó Fundar.

“Las mujeres –añade el estudio- representan más de la mitad de la población judicial. Son el 54 por ciento del total del personal, el 58 por ciento del equipo administrativo y el 56 por ciento del funcionariado, pero apenas el 25 por ciento de los cargos más altos, de Ministros/as, Procuradores/as generales y Defensores/as generales”.

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La fundación asegura que “si bien el proceso de selección se presenta como un proceso neutral y meritocrático, sus características tienen un impacto diferencial en mujeres y varones”.

No obstante, subraya el trabajo, “las mujeres tienen mayor puntaje (tanto en los exámenes de oposición como en los antecedentes y en los resultados finales)”.

El trabajo señala “la falta de perspectiva de género de la normativa del concurso, la conciliación entre la vida familiar y la vida profesional y la autoexigencia a la hora de presentarse en un concurso” como eventuales limitaciones a las posibilidades de las aspirantes femeninas a cargos de alta jerarquía.

Los concursos fueron diseñados con la experiencia masculina en mente y son ciegos a las situaciones que enfrentan las mujeres. Sobrevaloran aspectos como la producción jurídica, escribir libros o artículos, o acceder a cursos de capacitación y especialización, por sobre la idoneidad y la capacidad en la resoluciones judiciales”, concluye el documento.