Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, iniciada hace un año, el gobierno de Alberto Fernández fluctuó entre distintas posturas acerca del suceso que tiene a los presidentes Vladimir Putin y Volodímir Zelenski de protagonistas. Con un saldo de más de 300.000 muertos, entre soldados y población civil, la invasión rusa generó repercusiones económicas, políticas y sociales en el resto del mundo.

En sus inicios, el 24 de febrero de 2022, instruida por la cancillería argentina, la portavoz Gabriela Cerruti emitió la primera expresión de la administración de Fernández respecto del avance de presidente Putin en tierras ucranianas. Lo hizo sin hablar de invasión, clamando "prudencia" sobre el tema y llamó a Rusia a "cesar las acciones militares en Ucrania". 

Las primeras declaraciones llegaron tan solo 21 días después de la visita del Presidente a su par Putin, en Rusia. Durante el encuentro, el mandatario se comprometió a cooperar para trazar relaciones entre el gigante asiático y América Latina. "La Argentina tiene que ser la puerta de entrada para que Rusia ingrese en América Latina", pronunció el 3 de febrero de 2022, en el Kremlin, donde se comprometieron a "avanzar" en el acuerdo de asociación estratégica integral entre ambos países.

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A finales de febrero, ya con las tropas rusas invadiendo el país de Europa del Este, Cerruti expresó: "La República Argentina, fiel a los principios más esenciales de la convivencia internacional, hace su más firme rechazo al uso de la fuerza armada y lamenta profundamente la escalada de la situación generada en Ucrania".

Horas después, en la misma tónica, el Presidente envió un "llamado a todas las partes a no usar la fuerza militar", y reclamó a la Federación de Rusia a "que ponga fin a las acciones emprendidas y que todas las partes involucradas vuelvan a la mesa del diálogo". A través de un escueto hilo de Twitter, Alberto Fernández lamentó "la escalada bélica" y aseguró que Cancillería trabajaba en la asistencia de los argentinos en Ucrania. 

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Sus palabras generaron gran revuelo en la oposición, que cuestionó al mandatario por no condenar firmemente a Rusia y evitar hablar de invasión. Incluso el expresidente Mauricio Macri planteó que la Argentina debía acompañar las sanciones internacionales y anular los convenios militares firmados con Putin.

Dos días después, el 26 de febrero, el canciller, Santiago Cafiero, durante su exposición ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU), utilizó por primera vez las palabras "condena" e "invasión" para referirse a la guerra entre Rusia y Ucrania.

"El mundo no soporta más sufrimiento ni debe tolerar más muertos", expresó el titular del Palacio San Martín, quien pidió: “La Argentina reitera a la Federación de Rusia que cese inmediatamente en el uso de la fuerza y condena la invasión a Ucrania así como las operaciones militares en su territorio”.

En la misma línea, planteó: “No es legítimo recurrir al uso de la fuerza y violar la integridad territorial de otro Estado como forma de resolver un conflicto. Las guerras preventivas son condenables porque no son lícitas; para discutir está la diplomacia. El mundo no soporta más sufrimiento ni debe tolerar más muertos. La paz es urgente. El diálogo debe comenzar ya”.

Consultado sobre el endurecimiento de la postura, Cafiero explicó en declaraciones radiales que el Gobierno fue "consecuente con su tradición" y aclaró que "cuando empezó la tensión, la Argentina planteó la necesidad de desescalar el conflicto para no llegar a una guerra".

"Cuando se inicio ese lamentable acontecimiento la Argentina rechazó el uso de la fuerza porque es parte de nuestra tradición diplomática buscar una resolución pacífica de los conflictos. Y cuando ese acontecimiento se prolongó en el tiempo, lo que hizo la Argentina fue condenar como una invasión lo que estaba sucediendo en Ucrania, lo hizo en el foro adecuado", explicó el jefe de la diplomacia argentina.

Más allá del cambio en el discurso, la Argentina, junto a Brasil, no apoyó en la Organización de Estados Americanos (OEA) una declaración que apuntaba a condenar la invasión rusa a Ucrania, a pesar del respaldo de 24 países en el marco de una sesión extraordinaria en la que Moscú y Kiev participaron como observadores permanentes. 

Durante la jornada, la embajadora de Ucrania ante Estados Unidos, Oksana Markarova, reclamó por fuertes sanciones contra Rusia, y pidió que la OEA elimine el estatus de observador permanente que tiene Rusia. 

El argumento de la administración argentina fue la “falta de pertinencia” del organismo para pronunciarse sobre la invasión. Aunque, a penas menos de mes después, el 21 de abril, la OEA resolvió suspender a Rusia como observador permanente del bloque regional, a pesar de la abstención del gobierno argentino en la votación.

En más de una oportunidad, Alberto Fernández se mostró en contra de las sanciones económicas a las naciones, y no solo utilizó a Rusia como ejemplo. Además, cuestionó el histórico bloqueo a Cuba y las represalias contra Venezuela en castigo al gobierno de Nicolás Maduro.

"Repercuten muy negativamente en el resto del mundo”, argumentó desde Berlín, junto al canciller alemán Olaf Scholz, en medio de la gira internacional que mantuvo por Europa, que inició el 10 de mayo en Madrid y culminó con su visita a Francia.

Además, aseguró que "la Argentina no mandaría armas a nadie para que nadie más muera” respecto a la colaboración y envío de ayuda bélica de los países de la OTAN y aliados hacia Ucrania. 

Para el 27 de junio, en el marco de la primera presentación del Presidente ante el G7 en los Alpes bávaros, Alemania, condenó públicamente la invasión de Rusia a Ucrania y propuso abrir un canal de diálogo para terminar con la guerra en Europa.

Ante sus pares Joseph Biden (Estados Unidos); Emmanuel Macron (Francia); el canciller alemán Olaf Scholz; el premier italiano, Justin Trudeau; y los primeros ministros Justin Trudeau (Canadá) y Boris Johnson (Reino Unido), el jefe de Estado planteó: “Necesitamos impulsar el diálogo entre las partes involucradas. La historia da cuenta de que cada conflicto terminó, con acuerdos logrados sobre la base de iniciativas concretas. Tomemos ya la iniciativa en procura de la paz. Hagámoslo antes que sea demasiado tarde”.

Unos días después, el 1° de julio, mantuvo su primera comunicación telefónica con el presidente Volodímir Zelenski, que se extendió por 35 minutos, en la que manifestó el apoyo de Argentina "a todas las negociaciones que puedan emprenderse para el cese de hostilidades".

Tras el intento de atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y durante su participación en el 77° período de la Asamblea de la ONU, el 20 de septiembre, el primer mandatario vinculó los efectos de la guerra en la radicalización de los discursos violentos. Aún sin mencionar a Putin, pidió restablecer el diálogo entre las Naciones en conflicto. 

“Aprovechando la desazón que generó la pandemia y los efectos económicos de la guerra, los discursos extremistas y violentos proliferaron y encontraron tierra fértil para sembrar el sentimiento antipolítico en nuestras sociedades. Guardar silencio ante semejante evidencia puede conducirnos a poner en crisis el mismo Estado de Derecho”, señaló.

Además, agregó: “Quienes buscan debilitar y erosionar las democracias, tienen intereses específicos que los lleva a promover la polarización extrema. No aceptemos resignados esa situación. Generemos un enérgico rechazo global a quienes promueven la división en nuestras comunidades”.

Unos meses después, más afianzado en su postura que osciló desde sus inicios, y que tomó forma ante cada parada que enfrentó Fernández, para principios de octubre, la Argentina votó a favor de una resolución de la Asamblea General de la ONU que condenó el intento de Rusia de anexar territorios ucranianos, y rechazó además los pretendidos referéndums en las regiones ucranianas de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia.

Invitado por Macron, y en celebración del Foro de la Paz que tuvo lugar el 11 de noviembre en Paris, el jefe de Estado planteó que el hemisferio sur debía promover que Rusia y Ucrania retomasen el diálogo para darle fin al conflicto bélico. Desde el Palacio Brongniart, evitó mencionar a Putin, pero reiteró su condena a la guerra: “Tenemos el imperativo ético de no callar”, expresó. 

Ya hacia finales de diciembre, tras el triunfo de la selección argentina en el mundial Qatar 2022, el apuntado presidente de Rusia llamó por teléfono a su par argentino para felicitarlo por el acontecimiento deportivo, y si bien en una primera instancia trascendió que su conversación fue solo en términos futbolísticos, el propio Fernández reconoció la invasión también tuvo lugar en el intercambio. 

Las idas y vueltas en el discurso del Gobierno a un año de la invasión de Rusia a Ucrania

“El presidente Putin me planteó que por qué no retomábamos el diálogo entre nosotros. Yo le dije que estaba siempre dispuesto pero que veía un inconveniente, que es el problema de la guerra”, reveló el jefe de Estado sobre la comunicación que tuvo lugar el 19 de diciembre. 

“Le dije (a Putin) que si yo podía ayudar en algo para ayudar a poner fin al conflicto, él me dijo que hablemos, que él siempre está dispuesto a escuchar, que hizo una propuesta concreta que nadie ha atendido”, completó, aunque al momento no hay avances de la promesa. 

En la misma sintonía, dos días después Cafiero mantuvo una conversación telefónica con el canciller ruso Serguéi Lavrov, en la que le reiteró la posibilidad de avanzar en los mecanismos que permitan dar fin al conflicto que protagonizan. 

El 2023 inició con la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), hasta ese entonces, presidida por la Argentina, en la que, en presencia de mandatarios y representantes de los 33 países miembros, la guerra tuvo un lugar central en el intercambio. 

El pasado fin de semana la Cancillería informó que la Agencia Argentina de Cooperación Internacional y Asistencia Humanitaria – Cascos Blancos (ACIAH) envió el doceavo cargamento de donaciones para los ucranianos afectados por la invasión. El avión partió el pasado sábado, a las 22, desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y transportó medicamentos e insumos médicos rumbo al Aeropuerto Internacional “Federico Chopin” de la capital de Polonia, Varsovia.

Una vez recibido el cargamento se trasladó al State Institution “Public Health Center of the Ministery of Health of Ukraine”, de la ciudad de Kiev.