La participación electoral de la ciudadanía cayó en todas las elecciones provinciales que se desarrollaron hasta hoy. La semana pasada, Chaco expuso con uno de los flagelos que aterra a los dirigentes políticos desde hace meses y que registran los estudios de opinión pública: la resistencia a participar y el voto en blanco.

La problemática no se desentiende de la Provincia de Córdoba, que elige hoy a su próximo gobernador y vice, legisladores provinciales, intendentes, concejales y titulares del Tribunal de Cuentas. ¿Qué dicen los antecedentes en territorio cordobés?

En 2011, cuando se impuso José Manuel de la Sota, por última vez, el voto en blanco para la categoría de legislador por distrito llegó al 20, 64 por ciento (391.016 personas), superando la categoría gobernador-vice, que fue del 2,6 por ciento (50.029 personas).

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Para 2015, elecciones en las que se impuso la fórmula Juan Schiaretti (actual gobernador) y Martín Llaryora (candidato a gobernador), se elevó al 3,87 (77.873 personas). Sin embargo, hubo una caída del voto en blanco en los cargos legislativos, a diferencia de 2011, que fue inverso: 15, 172 por ciento (316.002 personas).

En 2019, la votación en blanco para el binomio Ejecutivo provincial pegó otro salto: del 3,87 pasó a 5, 89 por ciento (123.967). Para legisladores de distrito único fue del 18, 69 por ciento (397.463 personas), un leve aumento respecto al 2015.

Desde muy temprano, los principales candidatos y autoridades provinciales incitan a los electores cordobeses a que se acerquen a votar. El miedo que de que las cifras en la participación y el voto en blanco aumente está latente en Córdoba.