La gran estafa del capitalismo del siglo XXI: la precarización laboral
Es momento de cuestionar la enorme desigualdad del capitalismo. No a todo el mundo le fue mal en la pandemia y sabemos que hay sectores con ganancias récord y además estamos en una reactivación económica.
Hay estafas que son legales, pero no por eso dejan de ser estafas. ¿Cómo puede ser que un joven que trabaja 10 horas por día en una bicicleta repartiendo para una gran empresa de reparto no sea considerado como trabajador? ¿O que un trabajador tercerizado trabaje la misma cantidad de horas y gane un tercio de lo que dice el convenio que le corresponde? Hay que dar vuelta esta lógica y poner los derechos laborales y nuestro futuro primero.
La precarización laboral es la otra pandemia para los trabajadores y en particular la juventud. En las últimas décadas es un fenómeno que viene creciendo más y más, llegando a ser casi la única posibilidad en los primeros trabajos de las y los jóvenes.
Para cualquier pibe o piba que empieza a trabajar, conseguir un empleo donde tenga todos sus derechos laborales parece imposible. La norma es tener que pagar un “derecho de piso” de pasar meses o hasta años en condiciones precarias con la esperanza de algún día trabajar en blanco, tener ART, un aguinaldo o un sueldo que alcance para pagar un alquiler.
La precarización está en todos lados
En Argentina el propio Gobierno es el garante de la precarización laboral. Las leyes que permiten este tipo de contrataciones vienen de la dictadura y el menemismo y ningún Gobierno las cambió en lo más mínimo.
El propio Estado, sin importar el color político, es uno de los principales precarizadores: con la herramienta del monotributo contratan porcentajes inmensos de sus empleados, que no cobran aguinaldo ni tienen derecho a indemnización por despido. En los call centers o en comercio se ingresa a trabajar por tres meses de “período de prueba”, para luego echarte, o con contratos donde el registro es por muchas menos horas de las realmente trabajadas.
Hoy hay grandes automotrices que están haciendo contratos por tan solo 15 días, donde nunca nadie queda efectivo.
El caso más extremo de precarización son las empresas de reparto por aplicación. Miles de pibes que pasan 10 o 12 horas recorriendo en bicicleta la Ciudad para juntar unos pocos pesos mientras empresas fantasma, que no tienen ni siquiera oficinas, les dicen que son “colaboradores” y no los reconocen como trabajadores, no tienen ART, vacaciones, un sueldo fijo.
A pesar de los cuentos de los grandes empresarios multimillonarios del mundo, el gran mecanismo por el cual las empresas se hacen millonarias hoy es la precarización laboral.
Mientras se presenta un discurso por el cual serían las tecnologías y la innovación lo que genera enormes riquezas para unos pocos, en realidad el capitalismo sigue tan viejo como siempre. La cuenta es simple: si me ahorro todos los derechos de los trabajadores en planta permanente, el margen de ganancias aumenta.
La juventud tiene derecho a un futuro
¿Cómo se hace para proyectar un futuro, para pensar en progresar, si éstas son las condiciones de vida de la juventud? Estas empresas nos roban el futuro. Este sistema no va más. Por eso, es hora de discutir las condiciones laborales de los trabajadores y este capitalismo del siglo XXI que no para de súper-explotar a la juventud. Es momento de poner por delante los derechos de los trabajadores y los jóvenes a tener un futuro.
Por eso proponemos una legislación que prohíba todas las formas de contratación que encubren una relación de dependencia. Es hora de ir para atrás con reaccionarias leyes de contratación que permiten que los empresarios hagan y deshagan con las y los trabajadores lo que quieran. Todas y todos los trabajadores precarizados tienen que pasar a planta permanente para que se garanticen todos los derechos que les corresponden.
Para esto hacen falta medidas anticapitalistas. Es momento de cuestionar la enorme desigualdad del capitalismo. No a todo el mundo le fue mal en la pandemia y sabemos que hay sectores con ganancias récord y además estamos en una reactivación económica.
Por eso venimos presentando junto a Manuela Castañeira propuestas para forzar una redistribución y que paguen los que más tienen. Hay que poner retenciones del 50% al agro, impuestos directos a las industrias contaminantes y de todas estas empresas que lucran con nuestros derechos.
Hay que terminar con la precarización laboral para poder garantizar nuestro derecho a un futuro.
(* - Federico Winokur es primer precandidato a diputado nacional en la Ciudad de Buenos Aires por el Nuevo MAS).