El golpe interno de Cristina y La Cámpora a Alberto (a quienes juró nunca traicionar pero se olvidó de preguntarles si ellos lo harían con él) puede darle la oportunidad al Jefe de Estado para remontar una gestión cuestionada y una figura degradada por varias de sus decisiones, pero sustancialmente por la injerencia del Instituto Patria en el Gobierno.

Recuperar el terreno perdido después de semejante cachetada, requiere de decisiones que solo las toman los que no son tibios, que no dudan, que tienen en claro la importancia y las reclamaciones de un pueblo que gritó el domingo pasado que quiere cambios y que les devuelvan la esperanza con las que pusieron su voto en el 2019.

Si Alberto acepta las renuncias de los verticalistas K, que masivamente la presentaron esta mañana  (ahora dicen mediática) para forzarlo a tomar decisiones con el argumento de darle libertad para armar su gabinete, haría que los rebeldes reciban una dura derrota en su estrategia y hasta los condicionaría en su futuro.

Sin puestos en el Ejecutivo y con la perdida del control de las principales cajas del Estado con las que mal hicieron política, la implosión los podría llevar a por lo menos un retiro anticipado, y caerían como naipes las aspiraciones para el 2023 que tienen los pibes de La Cámpora, protegidos por Cristina.

Dato para los democráticos rebeldes: La renuncia de un funcionario está siempre a disposición del Presidente desde el mismo momento que es designado en algún cargo.

Ahora bien, si el Presidente convoca a gobernadores, intendentes, legisladores, o políticos experimentados en la gestión publica y economistas, para defender lo que el pueblo confió que sería su gestión dos años atrás, es factible que, mas pronto que tarde, pueda llevar adelante un gobierno que Alberto viene soñando desde hace mas de 15 años.

Es muy probable que reciba apoyos jamas pensados; acompañamientos políticos con la excusa de proteger la investidura presidencial que ni se hubiera imaginado, y que en el fondo esconden en el hartazgo del actual doble comando.

Argentina, sin poner banderas partidarias, es un país cuyo pueblo siempre necesitó tener un jefe sentado en el sillón presidencial. Perón, Alfonsín, Menem, Duhalde, Kirchner, Cristina, Mauricio, como ejemplos, fueron Jefes.

Si Alberto quiere ser Jefe, debe demostrarlo en sus decisiones. Formar un gabinete solido, abonado por experimentados, para que sus decisiones no tengan ningún tipo de condicionamientos ni aprietes. Que gobierne sin amarras. Y si comente errores, tenga la capacidad de corregirlos de inmediato.

Debería caminar más; tener más contactos directos con los ciudadanos. Recorrer el país sin protocolos,  sin visitas guiadas. Y no poner el oído solo en aquellos que lo endulzan. Escuchar más a los que piensan distinto, para no perder la realidad o que se la cuenten filtrada.

Algunos amigos de la vida comentan que ha cambiado. Que siempre era defensor acérrimo de sus convicciones, pero también escuchaba y aceptaba el disenso y el intercambio de opiniones.

¿Qué le pasó? ¿Qué lo condicionó para borrar de un plumazo el dialogo con aquellos que compartió gran parte de su vida?. No hay peor sordo que el que no quiere oir. Pero el domingo pasado, la encuesta de las PASO le estampó la realidad. Y tuvo que reconocer que se había equivocado. No le quedaba otra que enfrentar  la verdad.

Y Cristina y los pibes de La Cámpora no reconocieron ningún error. La culpa es de Alberto y ya se lo venía anticipando su vicepresidenta públicamente. La culpa siempre es de los demás, tienen como consigna los que frecuentan Rodríguez Peña 80.

Pero de las grandes crisis, profundizadas aquí por los traidores de alcoba, surgen las posibilidades de cambiar el rumbo.

Claro, son momentos en donde se nota la talla, la inteligencia y el coraje de un político que está sentado en el despacho más importante de Balcarce 50.

¿Será capaz Alberto de demostrar que por lo que lucho durante años esta a su altura?

¿Tendrá coraje el Presidente para plantarse ante los que siempre pregonaron apoyo y hoy quedó demostrado lo contrario?.

¿Podrá demostrar que es quien maneja el país y el destino de su pueblo, sin pedir permiso a nadie?.

Se necesita mucho coraje y temperamento.

¿Se animará? Quedan dos años.

Esta decisión solo la puede tomar Alberto, el presidente de los argentinos que ya dieron muestras en las PASO que quieren cambios y tener un solo Jefe, a quien defenderán seguro como mínimo hasta el 2023.

Continuará…