La Corte Suprema dejó firmes las penas contra represores de la última dictadura condenados por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención conocido como Mansión Seré.

Se trata de Miguel Ángel Ossés, Daniel Alfredo Scali (fallecido) y Héctor Oscar Seisdedos, condenados a penas de entre 25 años y prisión perpetua.

El ex brigadier Ossés fue condenado en 2015 por el Tribunal Oral Federal número cinco de San Martín sentenció a prisión perpetua por “homicidio agravado; violación agravada, abuso deshonesto; privación ilegal de la libertad agravada, y tormentos agravados”.

En esta instancia, sólo estaba apelada la condena por delitos contra la integridad sexual, pese a lo cual su defensa insistió con la “prescripción de la acción penal;  la vigencia de las leyes de obediencia debida y punto final; violación a los derechos de defensa y debido proceso, y a los principios de inocencia, irretroactividad de la pena más gravosa, plazo razonable y legalidad”.

Seisdedos, ex policía bonaerense y ex agente de inteligencia de la Fuerza Aérea, fue condenado a 25 años de prisión por violación agravada, privación ilegal de la libertad agravada y tormentos agravados.

Respecto del ex cabo de la Policía Federal Scali, la Corte declaró “inoficioso” pronunciarse sobre su condena, también a 25 años, puesto que el  imputado falleció.

El 18 de marzo de este año el Tribunal Oral Federal de San Martín resolvió declarar extinguida la acción penal por muerte.

Según la Comisión por la Memoria, el CCD Mansión Seré fue “operado por la Fuerza Aérea Argentina” y funcionó “en el período comprendido entre febrero de 1977 y principios de abril de 1978”.

“Según el testimonio de sobrevivientes, familiares y vecinos pudo saberse que para febrero de 1977 ya había en este lugar personas secuestradas y que fue rebautizado por los miembros de la patota como Atila. El lugar físico donde funcionó el CCD era una casona de estancia de dos pisos, con sótano y techo a cuatro aguas”, describe la organización.

“La propiedad fue dinamitada e incendiada, para borrar los restos del horror y las pruebas del plan de exterminio. A partir de ese momento permaneció abandonada hasta su destrucción definitiva en 1985”, resume el reporte.