Sin estupor, sin sorpresa, casi con un dejo de asimilación patriota, recibimos la grata noticia del sobreseimiento de todos los integrantes de la sociedad Hotesur.

Realmente vivimos en un sistema que, cuando se juzga a los políticos, no necesitamos ser videntes para adivinar los fallos según los jueces.

Es el único país donde se acompaña la esperanza con el apellido del magistrado automáticamente (¿quién te tocó? ¿¿Cornichelli?? Hablo y te hago zafar). Con esto también del otro lado, o sea, de la justicia, todos tienen premio: algunos una cámara, otros una suculenta jubilación, otros el perdón de sus pecados y el regreso a las mieles de pertenecer al séquito del poder.

De seguir así, me imagino el futuro: Cristina completamente separada de Alberto, preguntándose quién lo puso y vendiéndose a ella y su séquito como la garantía moral de salvar la patria en las próximas elecciones, llevada en una camilla egipcia tirada por esclavos de Cambiemos, con ruralistas, empresarios y periodistas atados de los tobillos apedreados por los militantes K, rumbo a la Casa Rosada a tomar nuevamente el balcón para gobernar lo que quede de los despojos de un país saqueado y destruido, con una única herramienta del poder que es el terror del pueblo sin justicia, con hambre, sin educación, sin estado; solo una mujer absuelta sin juicios, culpable sin culpas, simplemente supo mentir, supo engañar, supo destruir y se supo alinear con corruptos que perfeccionaron la corrupción al punto de lograr la razón de la sinrazón.

Ahora lo que viene: otra vez los carpetazos a los periodistas, otra vez la humillación al enemigo, otra vez etiquetar al que no es con los ruines términos de facho, misógino, gorila, otra vez retrocedemos 20 años y volvemos al comienzo que nos trajo hasta acá: permiso para tener un departamento, para comprar un auto o simplemente para hacer un viaje, pedir permiso para no estar de acuerdo, para discrepar, para explicar porqué no los votamos.

Sinceramente me da mucha vergüenza el fallo con olor a estafa de los últimos días, me da vergüenza como periodista ver a quién mandan para denostarnos, para quitarnos credibilidad ante la gente y que nuestra profesión se convierta en un peligro de vida.

Pensé que a esta altura ya estaríamos viviendo en una república, un estado, un país, en que los ladrones se pudrieran en la cárcel y los ciudadanos no tendríamos que explicarles por qué escondimos 100 dólares para que ellos no se los lleven, sinceramente sueño con el día que no tenga que sentarme un feriado a desparramar mi bronca e impotencia periodística sobre un papel, tratando que los honestos despierten.

A propósito, para los jueces del tema Hotesur, SERÁ INJUSTICIA.