El juez Horacio Rosatti será el próximo presidente de la Corte Suprema de Justicia, secundado por Carlos Rosenkrantz, quien concluirá su mandato el próximo 30 de setiembre.

El binomio presidencial consiguió la mayoría de tres votos, con los propios más el del juez Juan Carlos Maqueda.

Abogado, escribano, doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales y master en evaluación de impacto y gestión ambiental, Rosatti –de 65 años de edad- es desde 2016 un sigiloso constructor de poder y alianzas internas en la Corte.

Esas alianzas le permitieron tres años atrás, sorpresivamente, destronar a Ricardo Lorenzetti de la presidencia, que había ejercido durante más de 11 años, para consagrar a Carlos Rosenkratnz, quien –como él- llegó a la Corte a propuesta de Mauricio Macri como jefe del Estado.

Aquella situación generó un distanciamiento con Lorenzetti que se extiende hasta la actualidad.

Lorenzetti,  quien aspiraba a regresar al cargo se excusó de intervenir en las deliberaciones de hoy, un desaire impropio y poco frecuente en la protocolar diplomacia de la Corte Suprema.

Según consta en el documento, a las 10.34 de hoy Lorenzetti "comunicó que se encuentra imposibilitado de asistir al presente acuerdo extraordinario convocado para el día de la fecha en virtud de estar participando de las reuniones de UNIDROIT  (Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado, sigla en inglés) y en las cuales actúa en calidad de miembro del Governing Council”.

Efectivamente, UNIDROIT está sesionando actualmente en Italia, pero ante la elección de autoridades de uno de los órganos del poder que emana de la Constitución, la explicación de Lorenzetti pareció una estrategia para postergar el Acuerdo de hoy.

De hecho, Elena Highton de Nolasco, hasta el martes próximo vicepresidenta, propuso la postergación.

Highton había sido fundamental tres años atrás para acompañar el voto que posibilitó que Rosenkrantz fuera presidente, pero esta vez eligió reposicionarse junto a Lorenzetti.

Sin embargo Rosenkrantz le respondió que la ausencia de uno de los jueces no obstaba para que se celebrara igualmente el acuerdo y continuó adelante con las deliberaciones, que a esa altura ya parecían cerradas.

Highton decidió, entonces, no participar del acuerdo, que concluyó con los tres jueces restantes votando para que Rosatti sea el nuevo presidente a partir del 30 de setiembre próximo.

Maqueda, quien en la elección anterior había sostenido en solitario la re-reelección de Lorenzetti, fue en esta oportunidad el voto decisivo para bloquear su pretendido regreso al cargo.

Varias semanas atrás, Lorenzetti había comunicado a sus pares que contaba con apoyos políticos y de influyentes sectores empresarios para convertirse nuevamente en presidente del tribunal.

La respuesta se la dio Rosenkrantz en un programa de televisión: “al presidente de la Corte lo eligen los jueces de la Corte, ni la política, ni la prensa”.

El nuevo presidente de la Corte carga sobre sus espaldas, al igual que su antecesor Rosenkrantz, con la mochila de haber aceptado ser designado por decreto como integrante del máximo tribunal.

Esa situación luego fue corregida y ambos llegaron a sus cargos mediante el mecanismo previsto por la Carga Magna.

Pero Rosatti fue convencional constituyente en 1994, su especialidad es justamente el Derecho Constitucional y aquella aceptación (acaso admisible desde la letra fría de la ley pero no desde el espíritu institucional) aún le sigue pasando factura desde el mundo de la política.