Tras el regreso de la democracia, la dictadura fue historiada desde un amplio abanico de aspectos: políticos, económicos, culturales, sociales, deportivos.

Sin embargo, una deuda de la Historia, con mayúscula, es contar las historias, en minúscula, de los cientos de chicos que crecieron (o nacieron) en el exilio al que fueron empujados sus padres.

Margarita nació en La Pampa y se crió en Suecia, país en el que nació Anahí. Guillermo tuvo su infancia entre Brasil, México, Israel y Nicaragua. Emiliano fue parido en Italia. Celia pasó su tiempo de niña en España. En Brasil nació Marina y en Holanda, Yara.

Para empezar a saldar ese pasivo, aquellos niños, que hoy rondan entre los 40 y 50 años, buscan reunir la mayor cantidad de material posible de sus propias historias: la agrupación Hijas e Hijos del Exilio (HHDE) lleva adelante la convocatoria "Cartografías de una Memoria Colectiva", para recopilar las experiencias en el extranjero.

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La iniciativa está dirigida no sólo a argentinos, sino también a todas aquellas personas que hayan vivido el exilio político vinculado a las dictaduras en Sudamérica en los 60 y 70 siendo niños y/o adolescentes.

"El exilio es un tema medio negado, medio tabú. Es uno de los temas menos hablados, menos estudiados. Nuestros padres quedaron como en un limbo. Ahora nosotros queremos contar un poco las historias de nuestros padres, que son similares a las de los que fueron detenidos, desaparecidos o asesinados. Pero también nuestra propia historia como hijos de esos exiliados", explicó a NA la referente de HHDE Violeta Burkart Noé.

Fotos, videos, textos. El objetivo es un libro en el que se refleje cómo fueron las infancias de esos chicos que vivieron el exilio o incluso nacieron en ese particular momento de la vida de sus padres.

"La idea es armar una publicación, pero también volcar en un formato digital todo lo que no sea seleccionado, ya que recibimos mucho material: canciones, videos documentales, experimentales, cartas, diarios de viaje... aunque era un viaje que no se terminaba nunca", señaló la argentina nacida en México y realizadora del documental "Argenmex, exiliados hijos".

México. Suecia. Suiza. Italia. España. Estados Unidos. Noruega. Israel. Francia. Todo lugar en el que haya habido una familia sudamericana exiliada tiene parte de esa historia que se debe contar y que aspiran a recabar desde HHDE: la convocatoria para aportar material es hasta el 20 de abril próximo.

Uno de los aportes que llegó de otros países afectados por regímenes dictatoriales fue el de Edgardo Mattioli, un uruguayo nacido en Suecia. Hijo, nieto, hermano, sobrino y primo de exiliados, el hombre de 40 años pudo volver al país nórdico en 2018 y ubicó lugares retratados durante su infancia.

Las llegadas o regresos; la escuela y los amigos; juegos, juguetes, diversiones, mascotas; los cumpleaños; los lenguajes; la familia lejana; las vacaciones; el hecho de ser "apátridas"; su vínculo con las asociaciones de exiliados, que continuaron desde el exterior con las denuncias de las violaciones de los derechos humanos; sabores, colores, olores, músicas. Ésos son algunos de los aspectos que se pretende reconstruir, analizar e investigar de los hijos del exilio.

Como la Historia, con mayúscula, no narró sus historias, con minúscula, ellos mismos se ponen al frente de esa tarea para contar cómo fue vivir la infancia entre dos países: uno del que no se terminaron de ir y otro al que no terminaron de llegar.