Con una agenda presidencial apretadísima, la gira del presidente Alberto Fernández en Europa se concentró en la preparación de discursos y reuniones bilaterales, lo que no le dejó tiempo para caminar las ciudades de Roma (Italia) ni Edimburgo (Escocia).

Según pudo constatar NA, el jefe de Estado se concentró en las actividades oficiales que tuvo dentro de la agenda de la Cumbre de líderes del G20 y la conferencia de Cambio Climático, por lo que el encargado de la comunicación con la delegación de periodistas que viajó con la comitiva fue el canciller Santiago Cafiero.

Como en los viejos tiempos, cuando Cafiero se desempeñaba como jefe de Gabinete, Alberto Fernández acudió a él para consultar la letra fina de sus discursos, al igual que para participar de los encuentros bilaterales con distintos líderes del mundo.

El canciller acompañó al Presidente en todo momento de la gira, con el objetivo de brindar apoyo moral y técnico durante sus intervenciones.

El pasado sábado a la noche, antes de partir rumbo a la ciudad escocesa de Glasgow, Fernández asistió a una cena de gala en el Palacio del Quirinale, donde tuvo su primer contacto con el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson.

El artífice del saludo entre ambos mandatarios fue el ministro de Relaciones Exteriores, quien se acercó a Johnson y le dijo: "El Presidente lo quiere saludar. Vino con su esposa, que está embarazada".

"¡Yo también voy a ser padre! Vamos a ser padres", enfatizó el premier inglés, quien le dio a Fernández una calurosa palmada en las espalda.

Roma convulsionada

Con motivo de la Cumbre, Roma estuvo muy convulsionada, ya que además de albergar a quienes asistieron desde todas partes del mundo para participar del G20, se sumó el turismo del fin de semana largo producto del feriado del 1 de noviembre, con motivo del Día de Todos los Santos.

Además, la capital italiana se observó completamente militarizada, dado que en muy pocos kilómetros a la redonda se encontraban hospedados los principales líderes del mundo.

En las inmediaciones al Centro de Convenciones La Nuvola del barrio romano Eur, nacido durante la dictadura de Benito Mussolini, unos 500 soldados y 2.000 policías fueron los encargados del puntilloso operativo de seguridad donde se desarrolló el G20.

Las sirenas se convirtieron en el sonido habitual de las calles de Roma, dado que sonaban con cada movimiento de los líderes mundiales, quienes se trasladaban con comitivas numerosas y transitaban en caravanas que incluían autos y camionetas con custodia.

En la noche del pasado domingo, la comitiva presidencial arribó a la ciudad escocesa de Edimburgo y fue recibida en plena celebración de Halloween.

Por las calles de la capital escocesa desfilaban jóvenes disfrazados para la ocasión, que coparon bares y restaurantes, en una noche fría que requería de predisposición para circular por la vía pública.